Hubo un tiempo en que solíamos decir que el mejor equipo de baloncesto de la ciudad de Memphis no se llamaba Memphis Grizzlies sino Memphis Tigers. Hubo un tiempo en que los Grizzlies daban pena y en cambio los Tigers se plantaban en Final Four, no es ya que se plantaran sino que una vez allí llegaban incluso a la Final absoluta y hasta estaban a punto de ganarla, de hecho si no la ganaron fue básicamente por dos cosas, por su manifiesta inoperancia a la hora de ensartar los tiros libres y porque a un jugador de Kansas llamado Mario Chalmers se le apareció la virgen en forma de triple imposible para forzar la prórroga, aquella prórroga que a la postre acabaría dando el título a los Jayhawks. Aquello fue en 2008, a los mandos desde el banquillo de Memphis el insigne a la par que engreído Calipari, a los mandos desde la cancha un imberbe mocetón adicto a las chuches y con fobia a las agujas llamado Derrick Rose, por allí andaban también Chris Douglas-Roberts, Robert Dozier y hasta un tal Joey Dorsey que aún ni sabría dónde quedaba Barcelona siquiera…
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