Este jueves despega la liga ACB con un clásico con sabor fraternal: Estudiantes-Real Madrid. Como sucede con las relaciones con aroma familiar, habrá muchos sentimientos encontrados en el parqué y las gradas. El Estu vuelve a la que fue su casa durante muchos años, el Palacio de los Deportes, y el Real Madrid estrena la temporada con las dudas que ha generado su desplome en la Supercopa. Será una buena ocasión para ver de cerca a dos fueras de serie de nuestro baloncesto, que inician una nueva aventura cargada de retos, incertidumbre y la ambición de muchas conquistas.

Aquellos que ven el vaso medio vacío pensarán: “Menuda oportunidad que ha perdido España para ganar a la mejor selección europea y encima ahora, en los cruces, nos toca enfrentarnos con Francia, vigente campeona del viejo continente”. Frente a ellos, emerge el sentido común y el optimismo de los que ven el vaso medio lleno: “Partidazo ante las rusas. Quién nos iba a decir a principio del campeonato que íbamos a tutearlas y dominar tres cuartos el partido. Con lo bien que está jugando la selección podemos hasta tutear hasta a estadounidenses y australianas (que por cierto se enfrentaron este miércoles con victoria de las norteamericanas por 83 a 75)”. Sea como fuere, España hizo este miércoles un partido bastante completo ante Rusia. Defendió bien en los tres primeros tramos del encuentro y se encomendó al acierto de Valdemoro (21 puntos), Lyttle (16) y Monataña (15). Pero esta vez no fue suficiente. Enfrente había un prodigio llamado Becky Hammon, con cara de teleserie de éxito y juego de estrella de la WNBA, que se empeñó en meter triples como si lo fuesen a prohibir en el último cuarto.

Sancho Tracy Constance Lyttle recibió la nacionalidad española a finales del pasado mes de junio. Como sucede con los deportistas excepcionales no nacidos en nuestras fronteras, el Consejo de Ministros aprobó su nacionalización por carta de naturaleza (dicho en plata: al momento, con la consiguiente agilización de los tediosos trámites burocráticos). La explicación dada para argumentar su ‘españolización’ habla por sí sola: “En ella concurren circunstancias excepcionales como poseer excelentes cualidades físicas y técnicas para destacar en el baloncesto, lo que puede contribuir a elevar el potencial del equipo nacional en proyectos futuros, como su selección para participar en el próximo Mundial”. Una declaración lúcida y con valor profético, que se ha hecho realidad en los primeros cinco partidos de competición, donde a día de hoy es la máxima anotadora del campeonato, con una media de 19,6 puntos por velada.

Por una vez, la selección española jugó en un pabellón abarrotado en este Campeonato Mundial de Baloncesto que se está celebrando en la República Checa. Hasta 3.000 espectadores presenciaron un encuentro trepidante, donde las españolas expresaron a calidad de sus recursos en este campeonato. Lo mejor de este equipo es lo que no reflejan las estadísticas: su espíritu. Su rugosidad competitiva. Como emblema de esta mentalidad sobresale Amaya Valdemoro, que a sus 34 años sigue siendo la líder natural de este grupo, por cómo contagia su defensa, y por cómo anota, con una variedad de recursos casi inagotable, producto de su técnica y de su confianza. Una líder pues cuyos intangibles generan contagio entre sus compañeras, algunas de las cuales están en su mejor versión. El partido puso de relieve también la buena mano del seleccionador, José Ignacio Hernández, para administrar el talento de sus jugadoras.

El Real Madrid 2.0. de Messina quiere inventar su propia historia esta temporada. Una singladura que entronque con su pasado de leyenda. Parecía ir por buen camino a tenor de los partidos de pretemporada ante el Power Electronics Valencia y el Meridiano Alicante. Pero naufragó de manera estrepitosa frente al Regal Barcelona en las semifinales de la Supercopa (89-55), sobre todo por su falta de actitud y espíritu en el tercer cuarto de aquel encuentro. En su primer partido del Torneo de la Comunidad de Madrid, el equipo dirigido por Messina tomó la iniciativa y emitió algunos indicios que invitan al optimismo, aunque algunos de sus jugadores todavía tienen que ponerse en forma. Enfrente, el Fuenla disfrutó de la lección triplista que ofreció su base titular, Kris Valters, y de la intensidad y acierto de Batista, Ayón y Laviña.

Dice el maestro Eduard Punset que uno de los pocos parámetros que los humanos aceptamos, con acertado criterio, como un determinismo genético es de la altura. Por lo visto, pasa algo parecido con el peso, pero eso es otra historia. El caso es que las jugadores de la selección de Japon hace tiempo que han aceptado su baja estatura. A cambio, juegan de un modo bastante ordenado, con una preponderancia especial hacia sus mejores jugadoras. La estrategia no funcionó frente a España. Las nuestras se encomendaron de nuevo al dominio que ejerce Sancho Lyttle, máxima anotadora del campeonato con 20 puntos por velada. En caso de duda, balones a Sancho, es una de las máximas del seleccionador José Ignacio Hernández. Sus pupilas le hacen caso, pero también mueven con vértigo y compás el balón, otro de los factores clave en la victoria de la roja sobre la selección asiática.

El baloncesto se filtra por los ojos de cada uno de nosotros en función de unas preferencias. Es la salsa de este deporte. En esta ocasión queríamos que conocieseis cómo se vive en primera persona (de hincha) un derby madrileño. Para cumplir el propósito contactamos con un viejo amigo de la casa: David Pérez. El resultado es un post ajeno a las convenciones informativas, vitaminado con buenas dosis de ironía y gamberrismo dialéctico, las señas más genuinas de un demente irredento que cuenta los avatares de su equipo (y de su bestia negra) con una entretenida combinación de lucidez, humor y…Forofismo. Por el camino, vimos un duelo muy igualado, repleto de imprecisiones en ambos bandos, que se definió en el último instante, cuando un triple de Daniel Clark fue escupido por el aro, haciendo buena la ventaja que los fuenlabreños habían amasado a lo largo del primer partido del Torneo de la Comunidad de Madrid. Este lunes, segundo episodio de esta competición, también en el Fernando Martín, con el partido entre el Baloncesto Fuenlabrada y el Real Madrid.

Sábado de baloncesto. Pocos sábados del año (si pensamos en un aficionado afincado habitualmente en el sillón de su casa) son más propicios que éste para el aficionado medio de basket. La jornada sirvió para constatar la supremacía que el Barça ejerce actualmente en el baloncesto nacional. El equipo blaugrana sumó su tercera Supercopa. Todo un logro si tenemos en cuenta que la competición se creó en el 2004. Aunque no una plusmarca. El rey de la copa de copas es el Caja Laboral, antiguo Tau, que conquistó este galardón durante cuatro años consecutivos: 2005, 2006, 2007 y 2008. Mientras el Barça empezaba a avasallar al Power Electronics Valencia (83-63), las mejores jugadoras de nuestro país dominaban con claridad el partido que les enfrentaba a Brasil (57-69), con otra demostración de acierto de Amaya Valdemoro, muy bien secundada en esta ocasión por la efervescencia de Fernández y la clase de Martínez.

Afortunadamente, el baloncesto siempre está dispuesto a reinventarse. Las semifinales de ayer de la Supercopa se inscriben en ese principio. En el primer capítulo, asistimos a un duelo muy igualado entre Caja Laboral y Power Electronics Valencia. Un partido abundante en buenas defensas y regularidad en casi todos los órdenes. Al final, definió la suerte del choque Nando di Colo, el base francés, autor de una canasta con suspense que puso la suerte del partido a favor de los valencianos, que este sábado, a las 19.00, jugará su primera final de Supercopa ante un Barcelona que tiene sus automatismos perfectamente engrasados. Así lo padeció este viernes el Real Madrid, cuyos jugadores y entrenador no hicieron honor a la camiseta que representan: ni por orgullo, ni por actitud…Ni por acierto.

A España le está costando enchufarse a los inicios de partido en este campeonato. Por segundo partido en este campeonato, las chicas de José Ignacio Hernández salieron dispersas en defensa y aceleradas en ataque. Las coreanas aprovecharon ese despiste para estirar el marcador a su favor, con una renta que llegó a ser de ocho puntos, merced a su afinada puntería desde la larga distancia. Beon y Park nos achicharraron con seis triples (casi) consecutivos.