El triunfo de la sencillez

«I can’t say the job made me this way. More like me being this way made me right for the job.»

Detective Rust Cohle. True Detective

La coralidad del Real Madrid multiplica hasta el infinito el número de protagonistas que merecen su cuota de ese apoteósico logro que supone ganar Supercopa, Copa, Euroliga y Liga Endesa en un único curso. La potencia y el arrojo de Llull (MVP de la Supercopa y de la final de la Liga Endesa, amén de ese triple estratosférico y sobre la bocina ante Valencia Basket en la semifinal); la magia del prestidigitador Sergio Rodríguez; la aportación polifacética de Rudy (MVP de la Copa); el talento a cuentagotas de Carroll (extraordinario tanto en el último partido de la Euroliga como en la final de la liga), el trabajo desde la sombra (con chispazos brutales, como ese galardón de MVP de la final de la Euroliga para el Chapu) de Nocioni, Rivers y Maciulis; el liderazgo y rendimiento inmutable del veterano Felipón, capitán y MVP de la Liga Endesa; el salto de nivel proporcionado por Ayón, en la pintura y durante los momentos clave del curso; la resistencia al olvido de Slaughter; el silencio ante el ostracismo (anteponiendo la salud del grupo al interés propio) de Campazzo, Mejri y Bourousis…

Pero existe un protagonista que se mantendrá agazapado en la retaguardia, sin declaraciones rimbombantes ni entrevistas de autobombo que nos hagan reparar en lo maravilloso de su trayectoria en el club. Porque hoy, entre el confetti y los gritos de euforia, conviene recordar que Pablo Laso tuvo que esperar más de un mes el pasado verano a que el Real Madrid le confirmara como entrenador jefe para la temporada que acaba de finalizar. Con sus ayudantes fuera del barco (en una decisión del club redirigiría más tarde a paliar algunas deficiencias del coach vitoriano en la gestión de ajustes intra-partido) y los coqueteos con Fotis Katsikaris sin llegar al puerto deseado, Laso se levantó de la silla de ruedas (aquella en la que abandonó el Palau Blaugrana hace un año) y anduvo, cual Lázaro moderno.

Y Lázaro resucitó, a lo grande. Fuente fotografía: acb.com

19 años sin ganar la Copa del Rey (hasta el triunfo de 2012), 20 años sin ganar la Copa de Europa, 41 años sin lograr el arrollador triplete… No hay maldición que doblegue el trabajo sordo y modesto de Pablo. Pero, por encima de los títulos (y no son pocos: 3 Copas, 2 Ligas, 1 Euroliga y 3 Supercopas), el mayor mérito del 3 veces Mejor Entrenador ACB es otro que no muchos saben reconocerle: haber devuelto la ilusión a un equipo y a toda una hinchada, a base de un juego alegre, veloz y ganador.

La rabia de un ganador. Fuente fotografía: marca.com

3 temporadas consecutivas alcanzando la final de la Euroliga, eso es recuperar el prestigio perdido en el Viejo Continente. Laso ha perpetuado en invierno blanco en Europa, desde la sencillez. Fijemos el foco sobre él, hasta que lo aparte ruborizado.

@Juanlu_num7