Alud dorado

Todos quisimos obviarlo, preferimos transitar por una inopia autoinducida para disfrutar de una temporada regular trufada de registros gargantuescos, pero en el fondo sabíamos que el destino del curso NBA 16/17 quedó sellado el pasado 5 de julio, día en el que se anunció el final de aquel cortejo veraniego celebrado en una suntuosa mansión de los Hamptons: los Golden State Warriors, poseedores del mejor registro de siempre en una regular season (73 victorias), firmaban a Kevin Durant.

Sellado salvo lesión de importancia, se entiende.

El poderoso engranaje ideado por Steve Kerr sumaba a un MVP (5 veces miembro del mejor quinteto de la NBA, 8 veces All Star y 4 máximo anotador de la liga) a sus filas, un perfil de 7 pies al que su rango de tiro y manejo de balón convierten en virtualmente indefendible. Y, por si eso no fuera suficiente, la motivación extraordinaria de KD y su envergadura y dinamismo elevarían a la excelencia el rendimiento defensivo de un equipo al que no se le suele reconocer su dominio insultante en ese lado del campo, como parte de una adaptación académica a los estándares de esa NBA moderna que arrincona gradualmente a los gólems de antaño.

Así, los de la Bahía despacharon 67 victorias y un pleno histórico en los playoffs para esperar de nuevo en las finales al monarca del Este, en la 3ª final consecutiva entre Warriors y Cavaliers.

Porque, como es dogma desde hace 7 años, Lebron James es el mejor equipo de su conferencia.

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James aumenta su leyenda, incluso en la derrota. Fuente fotografía: thebiglead.com

El juggernaut de Akron llegaba por séptima vez consecutiva (8ª en total) al escalón previo al anillo, para volver a desafiar a un rival que disparaba hasta el infinito su potencia de fuego sustituyendo a Harrison Barnes por Durant. Posiblemente el mejor equipo de la historia de la NBA, un reto aún más titánico que la gloriosa remontada de un año antes. Y ni un James gargantuesco (triple-doble de promedio, logro nunca antes alcanzado en la serie final), ni las explosiones puntuales de Irving (78 puntos anotados entre el tercer y el cuarto partido) y Love, serían suficientes ante un Durant hambriento y rodeado de excelencia.

Los Cavaliers compitieron con orgullo en los 3 últimos partidos (ganando un 4º en el que batieron varios registros de siempre de las finales, incluyendo el de anotación en la 1ª parte y el de triples totales convertidos), pero la apisonadora coral de Kerr (30.6 asistencias de media en las citas celebradas en el Oracle), acaudillada por Durant (35.2 puntos, 8.4 rebotes, 5.4 asistencias y 1.6 tapones en su hoja estadística, MVP sin discusión), acabaría engarzándose la joya más preciada del baloncesto mundial. Y firmando por el camino el mejor balance nunca visto en unas eliminatorias por el título: 16 victorias por una única derrota.

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Durant pisa la tierra prometida. Fuente fotografía: nba.com

El liderazgo y rol de letal navaja suiza de Green, la genialidad de Curry (26.8 puntos, 8 rebotes y 9.4 asistencias, como brillantísimo segundo espada), el esfuerzo defensivo y los chispazos en ataque de Thompson, un genial Iguodala en el 5º partido… los mil recursos de los californianos fueron demasiado para unos Cavaliers que se desmoronaban cual castillo de naipes en los escasos descansos de su líder absoluto (+31 para los Warriors hasta el 4º partido en los minutos sin Lebron en pista, +6 para los Cavaliers con The King en el cuadrilátero).

El Rey del Este no pudo doblegar en esta ocasión a un equipo que, con Durántula en sus filas, profetiza una dinastía a la que no se atisba horizonte.

@Juanlu_num7

 

Es leyenda

«Allí estaba. Sin futuro, sin presente, pero aún se mantenía en la brecha.»

Soy Leyenda (Richard Matheson)

21 de junio de 2011: el Real Madrid de baloncesto presenta a Pablo Laso como nuevo entrenador jefe, admitiendo tras bambalinas que el entrenador vitoriano no fue ni mucho menos su primera opción para el cargo. La situación del club bien podría definirse en aquel entonces con la cita de la novela de Matheson con la que abríamos la pieza: 3 ligas ACB en todo el siglo XXI, 18 años sin ganar la Copa del Rey, 16 sin reinar en la máxima competición europea y postrado ante el dominio blaugrana desde el cambio de denominación y forma organizativa del baloncesto español. Laso llegaba a un gigante en ruinas, a una estructura desolada y humeante que ansiaba reconstruirse y volver a reinar. Y su solución resultó ser tan sencilla como compleja: reenganchar a los aficionados con un juego alegre, dinámico y veloz, que asegurara a la vez competitividad para propagar de una tacada orgullo y adhesión a su idea a diestro y siniestro.

Pablo decidió enarbolar la alegría, frente a un entorno postapocalíptico.

 

«Todo depende del camino que te labres-me aseguró-. Del trabajo que lleves a cabo.»

 

19 de febrero de 2017: Felipe Reyes alza al cielo del Fernando Buesa Arena la Copa del Rey tras una final apoteósica ante el Valencia Basket. 97-95, coronando un torneo de enorme dureza tras sobrevivir a dos prórrogas previas ante Andorra (con polémica legítima) y Baskonia. Llull recibe el trofeo de MVP, merced a su erupción con 10 puntos en los 2:40 minutos finales, para sentenciar a un rival arrollador en el rebote ofensivo y liderado por un colosal Dubljevic (28 puntos totales). Un premio individual que bien pudo llevarse a su vitrina particular Anthony Randolph, que maravilló con su versatilidad y enorme riqueza ofensiva y defensiva durante todo el torneo (20 puntos y 7 rebotes en la final, 20 puntos y 2 tapones en la semifinal ante el anfitrión y 25 puntos y otros dos gorrazos en el estreno).

4ª Copa consecutiva y 5ª de las últimas 6, para engrandecer aún más el paso de Laso por la institución merengue.

 

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El héroe silencioso. Fuente fotografía: Kiaenzona.com

Desde su llegada y presentación en aquel día de verano de 2011, el Real Madrid de Pablo ha tomado parte en 23 competiciones ya extinguidas, con un balance de 17 finales disputadas y 13 títulos conquistados. Un registro pantagruélico cuya obsolescencia positiva a pocos meses vista me atrevo a aventurar, y ante el que el técnico responde como siempre ha hecho: con humildad, huyendo de grandes titulares y delegando focos y piropos en sus jugadores. Al vitoriano se le nota entusiasmado con el trabajo diario que él y su cuerpo técnico vuelcan sobre un Luka Doncic que a sus 17 años se va de la Copa con unos promedios de 14.66 puntos, 6.66 rebotes y 5.33 asistencias. Y desde la sombra seguirá construyendo piedra a piedra presente y futuro, al abrigo de un estilo que ha convertido en tendencia europea.

El pionero modesto que es leyenda.

@Juanlu_num7

 

The future is now

«I´ve seen things you people wouldn´t believe.»

Blade Runner (Ridley Scott, 1982).

Un armador de juego de 2.11 metros de altura y 2.24 de envergadura, manejando la pelota naranja como generador de juego primario mientras cruza la pista merced a colosales zancadas: una ensoñación más propia de la ciencia ficción que del baloncesto profesional, hasta hace algo más de 2 años…

La idea era forjar al point forward definitivo en una era eminentemente aposicional, y al desarrollo físico de un prometedor chaval griego recién llegado a Wisconsin se uniría el tutelaje desde el banquillo de Jason Kidd, uno de los más grandes playmakers que jamás han pisado una cancha de baloncesto. La Summer League de 2014, con el 2º mejor pasador de siempre estrenando puesto de entrenador jefe, fue el campo de pruebas inicial de un experimento descabellado a priori que va quemando etapas.

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Maestro y freak. Fuente fotografía: nba.com

Hoy, el salto técnico y físico de Giannis nos trae el verdadero futuro, a falta de los coches voladores y aeropatines que nos prometieran Doc y Marty McFly en su día.

Como parte protagonista de una temporada NBA espectacular y que promete dejar varios récords para la historia (destacando los logros individuales de Westbrook o Harden y los colectivos de varias escuadras que coquetean con derribar la marca del ataque más eficiente de siempre), Antetokounmpo se cuela a cierre de líneas en el Top 20 de la competición en puntos, rebotes, asistencias, robos de balón y tapones.

Y nunca nadie había alcanzado tan pantagruélico logro.

Además, con 22 años recién cumplidos, el chaval lidera a los Milwaukee Bucks en todos y cada uno de los 5 guarismos anteriormente relatados, uniéndose al exclusivo grupo de jugadores (Cowens, Pippen, Garnett y James) capaces de tal proeza de all-around game.

24.8 puntos (con un brutal 54.7% de acierto en tiros de campo), 9.3 rebotes, 5.9 asistencias, 1.8 robos y 1.9 tapones como alucinantes promedios durante el mes de diciembre, y lanzamiento sobre la bocina para sentenciar a los Knicks recién estrenado 2017, bajo el suntuoso brillo de las luces del Madison Square Garden. El escepticismo inicial acerca de su coexistencia espacial con Jabari Parker comienza a disiparse gracias a los apreciables progresos del ex de Duke desde la larga distancia (40.8% de acierto en triples, lanzando 3.5 por encuentro), y pocas secuencias más hipnóticas se pueden disfrutar en el panorama deportivo actual que el despliegue a campo abierto de estos Bucks, con dos freaks físicos como Giannis y Parker acaudillando a la manada y amenazando con destruir el aro rival en cada mate estratosférico.

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Giannis manda a dormir a la ciudad que nunca lo hace. Fuente fotografía: espn.go.com

Los prodigios solitarios se amontonan (Giannis ostenta el mejor PER de la historia de la NBA a su edad, en dura pugna con el mastodóntico Shaquille O´Neal de 1994) mientras el jugador lucha por colarse en el All Star Game y la tropa de Kidd en los playoffs por el anillo. Y eso sin contar con el mejor tirador exterior del róster, un Khris Middleton llamado a corregir debilidades congénitas del grupo a su vuelta.

Cualquier espectador de la mejor competición de baloncesto del planeta estaría legitimado para firmar las palabras enunciadas por Roy Batty en la prodigiosa película de Ridley Scott: las exhibiciones diarias de Antetokounmpo democratizan tan estelar cita.

@Juanlu_num7

La luz del proceso

«Y si alguna vez no entra la luz

a través del cristal,

prometo no dudar ni una sola vez».

Grises. Cactus

3 cursos completos de penurias y miserias, acumulando derrota tras derrota (hasta 199 totales, más de 66 por campaña) en el ecosistema de plantillas muy alejadas del talento necesario para competir con alguna garantía en la mejor competición de baloncesto del planeta: el «Plan Hinkie» mataba la ilusión de la fiel y pasional afición de Philadelphia cuarto a cuarto, noche a noche, humillación a humillación.

Brett Brown, dejándose la piel en pos de implantar una cultura grupal y de juego moderno en un erial de tamañas dimensiones, sufría sin medida mientras un gigante camerunés lanzaba triples sin descanso, en sesiones interminables y limitadas al único ejercicio que su estado físico le permitía afrontar sin riesgo. Las manecillas del reloj se habían detenido en Philly, esperando al elegido que diera algún sentido a la reconstrucción delirante e interminable acometida por el tío Sam.

Y, al final del túnel, los Sixers empiezan a vislumbrar la luz: una cegadora y que sugiere tintes históricos.

Joel Embiid afrontaba el inicio de su campaña rookie con la pesada losa de unas expectativas monstruosas sobre sus hombros, tanto en la ciudad del Amor Fraterno como a lo largo y ancho de toda la NBA. Un enemigo terrible, capaz de llevarse por delante con inusitada facilidad a un chico de 22 años y que está siendo derrotado con naturalidad pasmosa en cuanto el pívot de Ayundé puso sus enormes pies sobre el parqué. 12 partidos oficiales ha disputado desde entonces, muestra suficiente para analizar al último elegido de entre la camada de big fellas modernos que llegan para cambiar las tornas en un juego que parecía decidido a arrinconar a los viejos gólems.

Los gigantes reclaman su trono, con Jo-Jo en primera línea de la carga.

18.2 puntos, 7.8 rebotes y 2.4 tapones por noche, todo ello en apenas 22.8 minutos de media en pista (restricción de tiempo inviolable por el momento, dados los terribles antecedentes en materia de lesiones): los sistemas de Brown focalizan la explotación de su center (37.6% de usage rate, segunda cifra más alta de toda la liga tras Russell Westbrook) mientras está en juego, y el monstruo hace gala de un repertorio que dispara la imaginación del buen aficionado.

Recursos al poste bajo, buen uso de las fintas de tiro, capaz de lanzar tras reverso, ganchos en proceso de sofisticación, combinación letal de potencia física y velocidad de desplazamiento… los Sixers no se cansan de alimentar a su novato, pese al alto grado de riesgo e ineficiencia asociada que supone el meter balones al poste en la NBA actual. Y Embiid (que aún no llega al punto anotado por cada jugada en ese lugar de la cancha, pero no tardará en hacerlo) aprende poco a poco cuando forzar y cuando sacar el balón a los exteriores. Pero, por si todo lo anterior no fuera ya suficiente para anticipar el terror que se propaga día a día a lo largo y ancho de la NBA, aquellos entrenamientos de tiro exterior obligados por las circunstancias han multiplicado la peligrosidad de un 7 pies con 115 kilos de músculo que ha hecho del triple frontal (ejerciendo de coche escoba de las transiciones) un arte: 15 triples ha convertido ya Joel (más de uno por partido), con un letal 50% de acierto. El objetivo final debiera ser el de evitar el enamoramiento progresivo de la larga distancia, y mantenerla como un recurso puntual dentro de una batería ofensiva de riqueza diferencial.

 

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Con Embiid, la distancia no es el olvido. Fuente fotografía: espn.com

 

Pero es que, a la de hora de defender la fortaleza propia, los prodigios siguen aflorando…

Embiid es hijo de su tiempo, un goliat capacitado tanto para proteger la pintura como para desplazarse y corregir con cierta solvencia a varios metros de su aro (muestra instintos fantásticos en la defensa del pick&roll), punto clave en una NBA moderna que mantiene los cambios automáticos como tendencia. En ambas fases del juego será clave tanto el control de la ansiedad (el incremento de tiempo de juego según se vayan atenuando las restricciones ayudará de forma decisiva a ello) como el aprendizaje lógico en alguien que apenas da sus primeros pasos en el profesionalismo.

 

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Fuente fotografía: nba.com

 

«Y si alguna vez no vemos el sol

al cruzar la ciudad,

prometo no temblar ni un sola vez.»

 

Un gigante africano porta en sus manazas la luz que alumbra y da sentido al sufrimiento deportivo de toda una comunidad: Philly se asomó al túnel, y Jo-Jo les esperaba al final del mismo.

@Juanlu_num7

 

NBA Preview 16/17: 30 equipos en 30 tuits

atlanta hawks

  • Cambios significativos en el proyecto Budenholzer: la versatilidad ofensiva-defensiva de Hortford por la contundencia física y reboteadora de Dwight Howard.
  • La salida de Teague deja en manos de Schröeder el timón que siempre demandó, y su potencial sociedad en el pick&roll con Howard podría introducir variaciones en el plan de juego.
  • Millsap es la estrella y líder más solvente, y es de esperar otro bajón en la precisión de un Korver en plena decadencia.

 

boston celtics

  • La evolución del proyecto Stevens nunca se detiene, y este año añade a Al Hortford, perfil estelar ideal para la filosofía colectiva del ex coach milagro de Butler.
  • Avery, Smart y Crowder conforman la mejor batería defensiva exterior de toda la competición.
  • Isaiah Thomas impulsó el nivel ejecutor del equipo, y ahora contará con Hortford como ayuda.
  • Posible alternativa real al dominio del Rey Lebron, monarca absoluto del Este.

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Fuente fotografía: nba.com

brooklyn nets

  • Jeremy Lin y Brook López se vislumbran como únicas fuentes de alegría para una franquicia en plena y oscura reconstrucción.
  • Atkinson, que debuta como head coach (antiguo ayudante de Budenholzer), tratará de instaurar orden en un escenario postapocalíptico ideal para soldados de fortuna como Booker, Bogdanovic o Kilpatrick.
  • El sophomore Hollis-Jefferson, llamado a acercarse al objetivo de convertirse en un notable jugador defensivo.

 

charlotte hornets

  • La llegada de Batum (generador de juego desde el puesto de 3) reinventó el ataque de la tropa de Clifford (terrible en la 14/15), liberando a un Kemba Walker nivel All Star y letal en las posesiones decisivas.
  • Kidd-Gilchrist vuelve para reclamar su rol de baluarte defensivo, aspecto en el que también debería ayudar Hibbert.
  • La evolución del baloncesto ha dado sentido a Marvin Williams.

Chicago Bulls

  • Problemón espacial en el backcourt titular: Rondo, Wade y Butler demandan balón y adolecen de rango de tiro estable y fiable.
  • Mirotic (en busca de la regularidad en su aportación) y McDermott, llamados a espaciar la cancha.
  • Hoiberg, a contracorriente de sus mantras baloncestísticos.

 

CLEVELAND CAVALIERS

  • La renovación tardía de J.R Smith mantiene el núcleo campeón.
  • Llega Dunleavy Jr, perfil veterano ideal para un equipo aspirante (con el físico como interrogante).
  • Lebron sigue cimentando su histórico legado, con la ayuda del esteta Irving.
  • La integración de Love sigue en el debe.
  • Tristan Thompson, la clave en la sombra.

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Fuente fotografía: nba.com

dallas mavericks

  • Nowizki y Carlisle aseguran competitividad.
  • El contratazo firmado obliga mucho (¿demasiado?) a un Harrison Barnes sin grandes responsabilidades hasta ahora en la NBA.
  • Un Bogut sano opositaría a X-Factor, cerrando la zona y ayudando en ataque con bloqueos y visión de juego.

 

denver nuggets

  • El dúo Mudiay-Jokic fascina a medio/largo plazo.
  • Faried, de nuevo en la rampa de salida.
  • Gallinari en busca de continuidad, si las lesiones le respetan.
  • Acumulación de proyectos en desarrollo: Harris, Nurkic, Juancho…

 

detroit pistons

  • Ish Smith, como salvavidas hasta que regrese Jackson.
  • Drummond debe trabajar en su defensa, más efectista que efectiva.
  • Van Gundy necesita más acierto exterior de Harris, Morris, Johnson y Caldwell-Pope (defensores a seguir los dos últimos).
  • El pick & roll elevado a arte durante el curso pasado.

 

golden state warriors

  • El mejor agente libre llega al equipo de las 73 victorias.
  • Curry, Thompson, Durant y la versatilidad de Green conforman un juggernaut ofensivo virtualmente indefendible.
  • Pachulia, excelente fichaje low-cost para el puesto de center.
  • Su única laguna visible: la protección de su pintura.

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Fuente fotografía: usatoday.com

houston rockets

  • D´Antoni llega con sus bártulos ofensivos al reino de Morey.
  • Harden con control absoluto de las operaciones, rodeado de tiradores (incluyendo a los recién llegados Gordon y Anderson).
  • Ariza y Beverly, más solos que nunca en un engranaje defensivo que ya no interesa ni al coach.
  • Diversión y puntos en las dos canastas asegurados.

 

Indiana Pacers

  • Una de las alternativas de poder en una Conferencia Este muy abierta (más allá de Cleveland).
  • Retomado su lugar en la flor y nata de la NBA, a Paul George le toca ahora volver a su excelente desempeño defensivo pre-lesión.
  • Jeff Teague, el gran fichaje. Myles Turner, el perfil a desarrollar. Al Jefferson, maná en ataque para el banquillo.
  • Difícil de explicar la salida de Vogel, el libreto de McMillan no parece a priori el más indicado para las exigencias de Bird desde los despachos (elevar el ritmo de juego).

 

los angeles clippers

  • El trío estelar Paul-Griffin-Jordan, ante su posible último baile.
  • Speights, Bass y Felton añaden profundidad a un róster eterno.
  • Un equipazo con un único (e irresoluble, a su pesar) problema en el horizonte: los Golden State Warriors.

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Fuente fotografía: clipperholics.com

los angeles Lakers

  • El año I sin Kobe Bryant presenta los atractivos del talento a formar y la llegada del coach Walton.
  • En Russell, Clarkson, Bass y el novato Ingram (cuyo físico y rango de tiro remiten al primer Durant) descansa el futuro de la gloriosa franquicia.
  • Habrá récord horrible de nuevo, pero al fin se darán pasos hacia alguna parte.

 

memphis grizzlies

  • Conley y Marc regresan de su lesiones, y sanos volverán a conformar una columna vertebral de élite en los dos lados de la cancha.
  • De mantenerse en pista, Chandler Parsons podría ser el perfil que la franquicia llevaba eones buscando.
  • Tony Allen y Zach Randolph (llamado a devastar desde el poste a las segundas unidades rivales), a cumplir desde posibles nuevos roles.
  • Fizdale buscará sofisticar algo el diseño ofensivo, manteniendo los valores defensivos y el orgullo inherente al grupo.

 

miami heat

  • La marcha de Wade y los problemas de salud de Bosh cierran definitivamente una era.
  • Spoelstra, Dragic y el monstruoso Whiteside, asideros en la batalla por continuar siendo competitivos.
  • Winslow, Johnson y el tirador Richardson, valores de futuro a monitorizar.

 

milwaukee bucks

  • Tras un año perdido, Kidd debe resituar a los Bucks en la hoja de ruta prevista.
  • La baja de Middleton, herida mortal de necesidad para un róster sin anotadores exteriores.
  • Antetokounmpo, llamado a dar continuidad a su gran rendimiento durante el tramo final del curso pasado.
  • Dellavedova, Beasley y Teletovic podrían ayudar mucho al equipo, cada uno en sus funciones (defensa y organización el primero, anotación los otros dos).

 

minnesota timberwolves

  • Thibodeau y su seriedad y engranaje defensivo disparan los pronósticos positivos en torno a unos Wolves que llevan 12 años sin pisar los playoffs.
  • Towns es presente y futuro de una NBA que podría volver a las manos de los big fellas modernos a medio plazo.
  • Wiggins debe pelear por no quedarse en anotador unidimensional. Es de esperar que Thibs explore sus enormes condiciones para la defensa.
  • LaVine, Dunn, Dieng, Ricky… Multitud de piezas de nivel.

 

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Fuente fotografía: espn.go.com

new orleans pelicans

  • Anthony Davis quiere olvidar sus problemas físicos y discutir a Towns el trono de heredero de la NBA.
  • Segunda oportunidad para Alvin Gentry, cuyas ideas y talento táctico se vieron ensombrecidos por la plaga de lesiones el curso pasado.
  • Evans y Holiday, generadores de juego vitales para el devenir del equipo. Problema: de nuevo las visicitudes físicas, que les atormentan con regularidad.
  • Terrence Jones y el cañonero rookie Buddy Hield como añadidos de mayor interés.

 

new york knicks

  • Hornacek llega con la idea de maridar sus ideas baloncestísicas (ritmo, verticalidad y exteriores agresivos en ataque) con el apolillado Triángulo Ofensivo.
  • Quinteto inicial (Rose-Lee-Melo-Porzingis-Noah) luminoso, pero con las sombras físicas de los dos ex-Bulls y la falta de profundidad del róster (el hambriento Jennings oposita a sexto hombre) como dolores de cabeza.
  • Consumido un prometedor año de novato, el letón Porzingis está llamado a dar un paso más tanto en ataque como en inteligencia defensiva.
  • La generosidad de Anthony (deberá compartir más el balón, con un perfil como Rose a su lado) y el liderazgo multidisciplinar de Noah, claves para tratar de volver a los playoffs.

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Fuente fotografía: nba.com

 

oklahoma city thunder

  • Westbrook se queda solo a los mandos, y su exhuberancia y ambición parecen encaminarle hacia una temporada histórica en lo individual.
  • Oladipo llega para ocupar el rol de lugarteniente y seguir progresando como two-way player.
  • Steven Adams y Enes Kanter (monstruo en aro rival, rémora absoluta en el propio) serán factores clave en la pintura

 

orlando magic

  • Seguramente su gran novedad sea el excelente Frank Vogel, coach de primer nivel que encuentra un ecosistema ideal para desarrollar sus ideas defensivas.
  • Ibaka y Biyombo apuntan a poderosos baluartes dentro de una telaraña de perfil conservador.
  • Los problemas llegarán en fase ofensiva, con Vucevic y Fournier en el papel de desatascadores.

 

Philadelphia 76ers

  • La lesión de Simmons es un revés, pero Colangelo ha dado un volantazo definitivo al eterno proceso de Hinkie.
  • Talento NBA solvente (Henderson, Bayless, el Chacho…) para vestir el esperado debut de un Joel Embiid llamado a deslumbrar a medio plazo.
  • Overbooking en el juego interior, con Noel como previsible carne de traspaso.
  • Apuntan a equipo divertido de ver, con pasadores creativos en varias posiciones.

 

Phoenix suns

  • Earl Watson dará a Devin Booker las llaves de un equipo sin grandes pretensiones competitivas, y el sophomore novato deberá fascinarnos a todos con su brutal arsenal ofensivo.
  • El menisco acabó con la magnífica temporada en lo individual de un Bledsoe que no cierra su idilio perpetuo con las lesiones, paradoja cruel en un físico monstruoso como el suyo.
  • Knight, Dudley y Len, los otros factores de cierta solvencia para el coach, con el novato Chriss como elemento a seguir.

 

Portland trail blazers

  • Continuidad para el milagro de Terry Stotts, con el dúo Lillard-McCollum perpetrando diabluras varias y opositando a segundo mejor backcourt de la NBA.
  • Apuestan por Evan Turner para descargar de responsabilidad creativa a Damian y C.J, y por Ezeli para aumentar el nivel defensivo en la zona (cuando regrese a las pistas). Muchos dólares invertidos en retener a Crabbe.
  • Aminu como termómetro atrás.

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Fuente fotografía: nba.com

sacramento kings

  • Dave Joerger llega para cimentar una estructura mínimamente fiable y motivar a tiempo completo al díscolo Cousins.
  • Rudy Gay llamado a completar la transición a stretch four en formatos pequeños, tal vez fuera de Sacramento.
  • Afflalo como añadido para reforzar un perímetro amenazado por los problemas del impresentable Collison.

 

san antonio spurs

  • La retirada de Duncan afectará en términos de liderazgo, pero la hora de Kawhi Leonard llegó hace tiempo, y el líder silencioso seguirá siendo una pesadilla absoluta para los atacantes rivales mientras su arsenal ofensivo sigue creciendo (44.3% de acierto en triples, primera vez en la historia que el Jugador Defensivo del Año se sitúa en el top 3 de acierto en esa distancia).
  • Gasol ayudará mucho en ataque desde el puesto de center, pero su escasa lateralidad defensiva dañará la estructura destructiva de élite de Popovich.
  • Aldridge, llamado a optimizar su eficiencia y versatilidad.

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Fuente de fotografía: sanantonioexpress.com

 

toronto raptors

  • La (onerosa) continuidad de DeRozan renueva las ilusiones en Canadá, tras la mejor temporada de la historia de la franquicia.
  • El combo del californiano con Kyle Lowry es la gran baza de Casey un año más, con la integración ofensiva de Valanciunas siempre a la espera (complicada en la estructura de uso desmedido construida en torno a la pareja exterior).
  • Recuperado de sus problemas, se espera mucho más de DeMarre Carroll defendiendo y abriendo la pista.

utah jazz

  • La hora del asalto a la postemporada ha llegado para el monstruo defensivo grupal de Quin Snyder, siempre y cuando alcancen cierta regularidad durante todo el curso.
  • Al desempeño de Gobert y Favors en la zona se une la llegada de George Hill, reputado defensor perimetral.
  • Aterrizan veteranos como el propio Hill, Diaw y Johnson, para dotar de necesaria fluidez ofensiva al engranaje acaudillado por Hayward.

 

washington wizards

  • Brooks llega con su coexistencia con perfiles estelares y buena labor construyendo planes defensivos como avales.
  • John Wall es ya uno de los mejores playmakers de la NBA (mejoría evidente tanto en el tiro como dirigiendo en estático), pero necesita a Bradley Beal a su lado. Y la salud del escolta dificulta mucho ese escenario.
  • Gortat, Morris y Porter (recurso 3-D), para ayudar al backcourt estelar.

 

@Juanlu_num7

En el nombre de Rose

Los analistas americanos no confían en el nuevo proyecto de los Knicks (la práctica totalidad les sitúa fuera de puestos de playoffs, con menos de 40 victorias), pero los sufridos aficionados del equipo se han dejado arrastrar por la maquinaria propagandística y los movimientos varios de un Phil Jackson que ha dado la vuelta como un calcetín al róster. ¿Existen razones objetivas para semejante hype?: vayamos por partes…

La llegada de Jeff Hornacek (mítico ex jugador de Suns, Sixers y Jazz) al banquillo sugiere ya importantes cambios estructurales en un equipo que, en pleno proceso de asimilación del sempiterno triángulo ofensivo, fue el peor de toda la NBA el curso pasado en puntos por partido generados al contraataque (apenas 8). El Virginiano (genial mote, obra del inmortal Andrés Montes) apostó ya desde su debut como entrenador jefe por estructuras ofensivas muy verticales, con ritmos altos, bases y escoltas buscando caminos cortos hacia el aro y la circulación de balón justa y necesaria. Aquellos Suns de su primera experiencia como técnico jefe fueron la sensación del curso 2013/14, 8º mejor equipo de la NBA en ritmo y eficiencia ofensiva (109.5 puntos por cada 100 posesiones) y alcanzando las 48 victorias con una plantilla que todos situaban en el furgón de cola de la salvaje Conferencia Oeste.

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Master & Commander. Fuente fotografía: nydailynews.com

Así, Hornacek pretende aumentar esos guarismos en transición y alcanzar un maridaje lo más óptimo posible entre su pizarra agresiva y el mantra del venerable Tex Winter, y para ello el Zen Master ha puesto a su disposición los siguientes elementos:

  • Derrick Rose: la gran apuesta del curso, mucho menos arriesgada de lo que pudiera parecer en un primer vistazo (un único año restante de contrato). Olvidada aquella versión MVP que parece evidente nunca volverá a alcanzar, el ecosistema de Hornacek parece idóneo para un base de sus características técnicas y físicas. 66 partidos (+12 de playoffs) a buen nivel la temporada pasada, se espera que cargue sin miedo contra las defensas rivales y que suponga un foco adicional de atención para facilitar las cosas a Anthony.

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Winds of change para Rose. Fuente fotografía: nba.com

  • Brandon Jennings: el mesías de instituto se ha quedado en proyecto de interesante playmaker suplente. Puede anotar (con sus malos porcentajes de acierto de siempre) y tiene talento de sobra para generar para sus compañeros. Otra apuesta de riesgo controlado (un único año y 5 millones de dólares comprometidos). Atrás, poco y dependiendo de su errática motivación.
  • Courtney Lee: sólido jugador de rol, que compartirá junto a Rose el backcourt titular. Mucha actividad, consistencia en el tiro (38% de acierto en triples) y ayuda interesante en defensa.
  • Justin Holiday: mostró al fin cosas en la segunda mitad de la 15/16 con los Chicago Bulls. Puede aportar puntos desde el banquillo.
  • Lance Thomas: acierto pleno la renovación (4 años, 27 millones de dólares en total) de este alero de rol, buen defensor y adicto al trabajo (el curso pasado se presentó con un sólido lanzamiento desde la larga distancia, para complementar su ya conocida peligrosidad ofensiva en la media). Cuajo para la segunda unidad.
  • Carmelo Anthony: el anotador de los mil recursos progresa cada año en su visión colectiva del juego (4.2 asistencias por partido el curso pasado, máximo de carrera), y la llegada de Rose debería limitar la concentración defensiva de las estructuras rivales sobre él e incrementar su eficiencia ofensiva. El combo 3-4 que forma con Porzingis es una pesadilla en potencia para cualquier adversario, dada su maestría desde el poste bajo y la capacidad del letón para lanzar desde fuera. Sigue siendo el alma de los Knickerbockers.
  • Kristaps Porzingis: la gran esperanza de la franquicia, en su segundo año NBA se puede esperar del unicornio letón más consistencia en sus tiros y en el rebote, amén de una mayor inteligencia defensiva que le evite cargarse de faltas con rapidez. Con esa combinación físico-técnica, el cielo es el límite.
  • Kyle O´Quinn: se ha ganado un sitio en el róster desde su trabajo, positividad, y ciertos y sorprendentes recursos en ataque. Minutos de descanso para Porzingis.
  • Joakim Noah: los problemas físicos han dañado terriblemente el juego ofensivo del francés (con enormes dificultades incluso para finalizar desde debajo del aro), pero su entrega, liderazgo emocional y visión de juego son indiscutibles. En el peor escenario (el de hace un par de campañas), ayudará con rebotes y leyendo y alimentando los cortes de sus compañeros. El esfuerzo es innegociable.
  • Willy Hernangómez: el ex del Real Madrid tendrá como objetivo progresar desde el fondo de la rotación, mediante intimidación en la pintura y corriendo la pista para ofrecerse como opción en la ejecución de transiciones. Porzingis es el mentor ideal.

Completan la plantilla elementos con roles secundarios a priori como Vujacic, Kuzminskas (gran temporada la última en Málaga) o el recién renovado Amundson.

El tono físico de Rose y Noah se presenta como punto crítico que marcará el devenir de los Knicks, con el pronóstico optimista de pelear por uno de los 2-3 últimos billetes para los playoffs en la Conferencia Este.

@Juanlu_num7

Guateque en Sacramento

Las tendencias baloncestísticas actuales en la NBA deben mucho a los cambios normativos impulsados por los distintos comisionados (Stern y el recién llegado Silver), siempre con el afán de proteger al jugador que ataca para presentar un producto lo más atractivo posible al aficionado medio y lejos de unos años 90 con las defensas al límite y los marcadores bajos imponiendo su ley. David Stern se centró en ese cometido a finales de dicha década, y encontró su particular caballo de Troya en el equipo de la capital de California, dirigido por Rick Adelman y con dos gigantes liderando la carga y portando la bandera del juego atractivo y los marcadores por encima de la centena.

Porque la clave de aquellos Kings de Adelman fue siempre la singularidad de su pareja de interiores, mayor aún si retrocedemos hasta los albores del SXXI. Aquella temporada 2001-2002, con 61 victorias en regular season y una trayectoria en playoffs únicamente frenada por los campeones Lakers en una inolvidable final de la Conferencia Oeste (resuelta en 7 partidos), coronó a un grupo de reyes sin anillo, pero con un hueco inmortal en la memoria de los buenos aficionados.

2 hombres altos talentosos, con habilidades diferenciales tanto en la lectura del juego como en el pase, liberan un abanico enorme de posibilidades en pista. Y los sistemas del coach nacido en Lynwood aprovechaban al máximo esas ventajas, hasta el punto de convertir en habituales secuencias ofensivas con ambos gólems operando desde el poste alto. El dinamismo y virtuosismo de Webber y Divac, sumado a la tendencia habitual a hundirse en la zona de los interiores rivales de la época (ahí tenemos el caso del más dominante de todos ellos: Shaquille O´Neal), hacía que el situar a la pareja en dicha posición regalara al equipo 3 poderosas vías de ataque:

  • Un lanzamiento desde 5-6 metros, cómodo tanto para el serbio como para el de Michigan.
  • Lectura de movimientos desde el poste alto para alimentar los cortes de sus compañeros exteriores, en movimiento permanente.
  • Los famosos dobles bloqueos de la sociedad jugadores interiores-Mike Bibby, que tantas veces permitieron al playmaker levantarse con comodidad para lanzar.

 

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Doble bloqueo de los interiores. Objetivo: lanzamiento cómodo para Bibby.

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Situacion clásica de los Kings: los dos pívots en poste alto. Uno (Webber, con balón) otea el horizonte, esperando cortes hacia una pintura desocupada. El otro (Divac), ofrece bloqueos.

Además, el dúo de gigantes y sus habilidades posibilitaban el juego poste alto-poste bajo entre ambos, gracias a su talento para asistir y a su gama de movimientos y recursos técnicos para producir de espaldas a la canasta, potenciados exponencialmente en zonas descongestionadas merced al alejamiento de la pintura del otro big fella. Incluso era posible presenciar en ocasiones coreografías rara avis en aquellos tiempos (algo menos en los actuales, con el small ball poblando las pinturas de falsos cuatros y cincos), con uno de los interiores cortando desde el poste alto hacia el aro y el otro asistiéndole también desde el poste alto. Una locura de riqueza inagotable.

 

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Situación poste alto (Webber, con balón y buscando a Divac) – poste bajo (el serbio, que recibirá y atacará de espaldas a O´Neal).

Y, por si la riqueza baloncestística producida por sus hombres grandes no fuera suficiente, Adelman construyó un róster entregado a la fluidez ofensiva, con 5 pasadores dotados en cancha (además de Jackson y Turkoglu desde el banquillo) espoleados por un sistema que fomentaba la creatividad. El coach predicaba la libertad reactiva de sus pupilos ante lo que acontecía en el parqué, incluso por encima de los sistemas trabajados en algunas ocasiones, engranajes con el extra-pass como mantra para hallar a los tiradores, certeros y siempre ocupando posiciones lo más eficientes posibles (uso académico de las esquinas). Incluso el hombre destinado al rol de perro de presa defensivo del 5 inicial, Dough Christie, era un más que aceptable anotador (tirador de rachas, capaz de moverse entre el 35 y el 40% de acierto en triples) y un excelente pasador (siempre por encima de las 4 asistencias por noche en los mejores años del equipo).

Buen conjunto en el rebote (sobre todo en aro propio), con Webber (que fue también un excelso reboteador ofensivo durante la primera parte de su carrera, hasta que las rodillas arruinaron buena parte de su explosividad), Divac y los 2.08 metros de Peja Stojakovic desde el puesto de 3 (rondando los 6 rechaces con facilidad) monopolizando una faceta fundamental de cara a agilizar el ritmo del juego (las 95.6 posesiones por partido de aquellos Kings eran el mejor registro de la NBA), la llegada de Bibby para ocupar el puesto de base en lugar del lúdico pero irregular Jason Williams mejoró sobremanera la competitividad del conjunto.

Los maravillosos playoffs del hijo de Henry Bibby (20.3 puntos por partido anotados en las series por el título, con excelentes porcentajes de acierto en los tiros), en un rol más ejecutor que generador, otorgaron a la tropa de Adelman ese plus necesario para empujar a aquellos Lakers campeones hasta el límite, en una de las mejores eliminatorias de todos los tiempos.

Un guateque (parafraseando al mítico Andrés Montes) inolvidable.

@Juanlu_num7

 

 

 

 

De Mahón a la eternidad

Mayo de 2007. Joan Plaza reparte los minutos al timón de su Real Madrid entre dos bases de nivel y perfectamente compatibles: el talentoso Raúl López y el competitivo y carismático Kerem Tunçeri. Con todo, su preparador físico (Tarragó, experto conocedor de todo lo que ocurría en la órbita de Manresa) le pone tras la pista de un chico que daba sus primeros pasos en Leb Oro, y que transitó durante su debut en la segunda competición del baloncesto nacional muy lejos de las expectativas iniciales. El instinto de Plaza le habló claro: pese a que todo apuntara a lo contrario, merecía la pena acometer un fichaje que sería un proyecto formativo a medio/largo plazo, uno de esos retos que tanto apetecen al coach barcelonés.

En aquel Madrid campeón de Liga y ULEB (y finalista de la Copa del Rey), el último gran equipo del club hasta la llegada de Pablo Laso, aterrizó con 19 años Sergio Llull. Y la paciencia de Plaza y de su cuerpo técnico en la formación técnica del chico a fuego lento, nada común dentro de la agobiante rutina de un monstruo insaciable devorador de entrenadores como la organización merengue, explica mucho de lo que sucedería después.

Aprendiendo donde la paciencia es un milagro. Fuente fotografía: acb.com

 

El entonces escolta, siempre explosivo en lo físico pero con lagunas evidentes en pase, bote y tiro, ha evolucionado con los años en un espécimen único tanto en el baloncesto europeo como en la sempiterna historia del Real Madrid. Playmaker agresivo y vertical (amparado en esa exhuberancia que nunca se fue), pero también capaz organizador y buen tirador y defensor. Y sin ningún miedo a jugarse los lanzamientos definitivos, ni siquiera en el ecosistema de una plantilla trufada de excelentes jugadores. 9 años de carácter y progresión constante, de canastas sobre la bocina y de estar a las duras y a las maduras, de compromiso y de títulos (4 Ligas, 4 Copas del Rey, 1 Euroliga, 1 ULEB, 1 mundialito, 3 Supercopas…): tras desoír la llamada de los Houston Rockets, Llull enriqueció aún más su leyenda acaudillando al Real Madrid en la última final frente al Barcelona.

MVP de la gran cita liguera por segunda vez consecutiva, logro mayúsculo únicamente en poder de un extraterrestre como Arvydas Sabonis. Hoy, el gigante lituano ya tiene compañía en ese trono tan exclusivo, la de un trueno de 1.90 metros que asaltaría un aro custodiado por Sabas sin atisbo alguno de duda en su furibunda mirada.

4 Ligas para una leyenda viva de la ACB. Fuente fotografía: realmadrid.com

 

3 partidos anotando 20/+ puntos en la final contra el equipo de Pascual (resueltos todos con victorias para los suyos), y un gran doble-doble (14 puntos y 10 asistencias) en el inaugural en el Palau (derrota sobre la bocina). Todo los partidos de los playoffs por encima de la decena en producción ofensiva propia, amén de liderar puntualmente la defensa exterior de la perezosa escuadra de Pablo Laso. Sergio ha sido parte fundamental en esa refundación de la sección ideada y ejecutada por el entrenador vitoriano, asumiendo desde los inicios una coexistencia dulce con un prestidigitador canario en un perímetro de talento pocas veces visto en la historia del baloncesto europeo. Con el Chacho debutó en la Final Four de la Euroliga, en plena tormenta institucional con dimisión de Messina y sucesión extravagante de Emanuele Molin, y con el Chacho se plantó otras 3 veces consecutivas en la gran cita continental, desafiando a la derrota hasta reverdecer laureles que el club no se colocaba en la testa desde tiempos de Sabonis. De nuevo la grandiosidad del gigante cruzándose en la trayectoria profesional del menorquín.

La piernas de Llull y su confianza a prueba de terremotos le han catapultado desde Mahón hasta la eternidad…

@Juanlu_num7

La redención del profeta

«Let the rain wash away

all the pain from yesterday.»

 

El mayor erial del deporte estadounidense llevaba más de 5 décadas afincando en Cleveland. Desde que los Browns se hicieran con el título de la NFL en 1964, las decepciones se apilaron hasta sepultar bajo ellas a generaciones de aficionados, los mismos que han asistido en la última era al advenimiento, traición y promesa de redención de su Mesías. El chico de Akron que les devolvió a la primera plana mediática y les condujo hasta sus primeras finales de la NBA en 2007, el mismo que les abandonó jugando con sus emociones en la tan justamente recriminada The Decision, para regresar después con la promesa de dejarse la vida deportiva por ver a su hogar en la cima: Lebron James fue siempre el asidero de la ilusión en The Buckeye State.

Pero, por si una maldición con 52 años de vigencia no era suficiente, otro formidable enemigo se interponía entre joya y juggernaut. Un conjunto histórico, que destruyó las Tablas de la Ley del baloncesto a golpe de ritmo y triples desde todos los ángulos y distancias. Tras superar a un colosal (y quijotesco) Lebron en las pasadas finales, los Golden State Warriors de Steve Kerr repetían viaje dejando algunas pequeñas dudas por el camino de la postemporada, pero con el pantagruélico logro de las 73 victorias en regular season como muestra de un poderío nunca antes presenciado.

Los Cavaliers presentaban un arsenal mayor esta vez, con las vergüenzas defensivas de Love al desnudo (imposibles de esconder ante los quintetos bajos y versátiles de los californianos) pero con Kyrie Irving y su talento a la hora de generarse sus propias canastas al servicio del monarca. Y, pese a ello, se hallaban 3-1 abajo en la serie. Un muro insalvable en la historia de la final de la NBA.

Insalvable, hasta ahora…

Porque James y su orgullo no podían aceptar una nueva decepción, y desataron todo su poderío físico y técnico sobre los fastuosos Warriors. Cada gesto, cada acierto desde media y larga distancia, cada irrupción imparable en la pintura, cada tapón fulgurante sobre Curry… cada pequeña victoria era una piedra más, en pos de la remontada que ningún otro equipo había logrado.

«I came for a reason, and that´s to bring a championship to the city of Cleveland.»

Imagen relacionada

Lágrimas de campéon. Fuente fotografía: washingtonpost.com

109 puntos, 35 rebotes, 29 asistencias, 9 robos de balón y 9 tapones: la producción bruta generada directamente por Lebron en los últimos 3 partidos de la final se ha llevado por delante como un vendaval a Curry, Thompson, Kerr y a todos los Warriors. Los 41 puntos por cabeza de Irving y de The King posibilitaron el que la serie retornara a Cleveland tras el 5º partido, y el triple-doble antológico del #23 acabó ayer con el eterno maleficio en el séptimo. Ambos en el intimidante Oracle Arena. The Chosen One se echó todo un estado a sus espaldas, para dejarlo en el lugar que sus gentes ansiaban y cerrar el círculo iniciado en aquel draft de 2003 cumpliendo con su promesa de hace dos veranos.

Los mil recursos de Irving, la voracidad reboteadora y actividad defensiva de Thompson, el trabajo y rachas de acierto de J.R Smith, la humildad de Love en la aceptación silenciosa de su nuevo rol… la victoria tiene muchas caras, pero ninguna como la del injustamente catalogado como eterno perdedor hasta hace unos pocos días. James no es Jordan, ni Magic, ni Bird, ni Kobe… Ni falta que le hace. Tiene un poco de todos ellos y ha logrado algo que ninguno logró: ser profeta en su tierra, aprendiendo de sus errores por el camino.

Y, si existe la plenitud, debe ser algo muy parecido.

@Juanlu_num7

 

 

 

 

 

El juggernaut de Akron contra el ejército dorado, parte II

El Hellboy del planeta basket vuelve a cruzarse con la Golden Army. Fuente fotografía: hellboy.wikia.com

 

6 finales de la NBA consecutivas, logro mayúsculo compartido únicamente con 7 integrantes de los Boston Celtics que dominaron con mando de hierro la NBA en la década de los 60 (y con un James Jones que ha acompañado a The King en su senda triunfal): Lebron James es el monarca absoluto de la Conferencia Este, la fuerza de la naturaleza que condiciona el equilibrio de poder en ese lado del país con sus mudanzas y decisiones. Contar con el juggernaut de Akron en sus filas asegura a un equipo el luchar por el anillo en la cumbre competitiva de la NBA.

Cosa distinta es ganarlo.

El hercúleo desempeño de James al frente de unos disminuidos Cavaliers en las finales de 2015, en involuntario remake del segundo film de Guillermo del Toro que adaptaba las aventuras de Hellboy (36 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias de promedio, liderando la resistencia hasta caer exhausto), no resultó suficiente. Y un año después las cosas han cambiado… Para seguir igual.

Irving y Love llegaban sanos y frescos al último escalón del curso, tras un cómodo transitar por los playoffs del este (14.4 triples acertados por partido, con un fantástico 43% de acierto y picos como aquellos históricos 25 en el segundo partido del sweep endosado a los Atlanta Hawks), pero los Golden State Warriors de las 73 victorias en regular season se presentaban a la cita tras asomarse al precicipio (3-1 abajo en la final de la Conferencia Oeste frente a los Thunder de Durant y Westbrook), para rehacerse y convertirse en el décimo equipo capaz de sobrevivir a tal desventaja en la historia de las series por el título.

El ejército dorado regresaba más fuerte que nunca, superando una situación de máxima exigencia y dispuesto a desencadenar su magia grupal sobre el monstruo de Akron. Y ni siquiera el Hellboy de la NBA parece capaz de resistir a tal envite.

La masacre acaecida en los dos partidos celebrados en Oackland no dejaba lugar a dudas. La excelente defensa de los Warriors (liderada por un magnífico Iguodala y un intimidador Bogut), la brutal superioridad de su banquillo (85 puntos generados, por los 40 de la 2ª unidad de los Cavaliers), su dominio de la producción en la pintura (104 puntos contra 82)… El 2-0 suponía la peor racha sufrida nunca por Lebron ante una escuadra (7 derrotas consecutivas, desde el 4º partido de la final de 2015 y prácticamente sin opciones de victoria en ninguna de ellas).

Impotencia en la realeza. Fuente fotografía: nba.com

 

Irving desnortado (48% de acierto en tiros de campo en su camino hasta la gran final, 33.3% en los dos partidos del Oracle), Love perdido y contusionado, Lebron desquiciado (7 balones perdidos en el segundo, y desconexiones defensivas impropias de un jugador de su nivel), Smith desaparecido… Golden State ni siquiera precisaba de los Splash Brothers a su mejor nivel para tomar la delantera con solidez. Draymond Green (22 puntos, 9 rebotes, 6 asistencias y 2.5 robos de media en los dos partidos en California) y la brillantez de los secundarios era más que suficiente.

Dos pilares se adivinaban como necesarios al extremo si la tropa de Lue pretendía ofrecer resistencia real en el traslado de la serie a Ohio: defender con intensidad y concentración (evitando por ejemplo la altísima productividad ofensiva lograda por los Warriors desde un simple bloqueo ciego a Thompson o Curry + corte hacia el aro) y atacar la pintura con contundencia. Y el papel de James sería esencial en ambos puntos.

Hambrienta puesta en escena (16-33, el parcial del 1er cuarto), sin bajar nunca el pistón (47-69 el de la 2ª parte) y atacando la pintura (54 puntos) y el rebote ofensivo (17 capturas en aro contrario, 7 de ellas de un furibundo Tristan Thompson) con fanatismo visceral. Los 82 puntos firmados por el trío James-Irving-Smith desarbolaron a unos indolentes Warriors, que aún esperan a los Splash Brothers y que tampoco contaron esta vez con el estelar Green de los partidos en su guarida (6 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias para el líder espiritual de la tropa de Steve Kerr). 90-120 el marcador final, la primera piedra para tratar de igualar la serie en el Quicken Loans Arena y sin echar en falta a un Kevin Love maniatado por el protocolo de conmociones de la liga.

Estocada casi definitiva o confirmación del intento de insurrección acaudillada por el monarca: unas de esas dos lecturas nos dejará la cita del próximo viernes.

Y aquí estaremos nosotros, para paladearla como se merece.

Su majestad del aire, reloaded. Fuente fotografía: nba.com

@Juanlu_num7