Pau Gasol: cuando la vulnerabilidad te hace más grande

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Pedro Fernaud Quintana. España sumó el pasado domingo 20 de septiembre su tercer oro europeo (2009, 2011 y 2015) con una victoria nítida ante Lituania (81-63). El partido puso el broche de diamante a un trabajo in crescendo a lo largo de todo el campeonato, con una mención muy especial para el trabajo de Pau Gasol, MVP del torneo, en su mayor demostración de talento individual de los 15 años en los que lleva gobernando el baloncesto europeo.

Lo primero que me llamó la atención cuando conocí a Pau Gasol, CANAL + mediante, fue su porte desgarbado y esa actitud de “os voy a enterar”, con apenas 21 años. Lo de sus 2,15 claro que era llamativo, aunque en realidad lo era más su facilidad para jugar como un alero.

El resto de la historia ya la sabéis. El tío contribuyó activamente a que el Barça se hiciera ese año con Liga y Copa, para después emprender la aventura americana, donde se hizo una reputación en Memphis y se ha enfundado 2 anillos de la NBA con los Lakers,  a los que hay que sumar su presencia en 5 All-Star y el espléndido curso ha firmado este año con los Bulls, récord de anotación de 46 puntos (ante los Bucks) incluido. Por el camino, ha sumado 9 medallas con la selección. Entre ellas, 1 campeonato del mundo, 3 campeonatos de Europa y 2 valiosos subcampeonatos olímpicos frente a la colección de superestrellas estadounidenses.

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Podría seguir con su hoja de servicios, pero el artículo requiere de síntesis y cierta apertura de la panorámica. Hace no tanto, a Gasol le hacían de menos en Estados Unidos con el apelativo de soft, blando. A las críticas, se sumó su “hermano” Kobe Bryant. La idea que recorría esos reproches era que Gasol era demasiado bueno, demasiado educado en la cancha, que tenía que subir 2 o 3 grados su temperatura competitiva.

Un plus de agresividad (velocidad de ejecución más determinación ganadora) que sí hemos apreciado, por ejemplo, durante el reciente europeo o en la reciente temporada con los Bulls (evidentemente, con los Lakers también, pero a ver quién es el guapo que se quita un sambenito cuando todos los ojos están centrados en encontrar tus momentos de debilidad o…Amabilidad. Un caballero que no puede serlo, Cary Grant habría pedido la retirada anticipada…).

Amabilidad en justa sintonía con las hazañas que ha protagonizado (los 40 puntos y 11 rebotes contra Francia han sido una reconciliación con la infancia para muchos de los que amamos este deporte, por la intensidad y alegría con la que hemos celebrado sus canastas). El caso es que sus mates, ganchos y triples, que han guiado al éxito colectivo, le han convertido en el hombre del momento en nuestro país.

Antes de ayer, sin ir más lejos, me crucé en Hortaleza, camino de entrenar a los chavales, con una madre que le explicaba a su hijo qué significa ser MVP (lo decía en inglés). Eso por no hablar de la novia de un amigo que ha amenazado con divorciarse de él si sigue empapelando las conversaciones con las cualidades de Gasol.

De todo lo que se ha dicho de Pablo Pacífico (dos maneras de traducir su nombre del catalán que ponen de relieve su capacidad para focalizar su creatividad y agresividad en la cancha, de una manera constructiva) me quedo sobre todo con su capacidad para aglutinar al equipo con sus gestos y declaraciones, explicando aquello a lo que se refería Wooden cuando decía que “la estrella es el equipo”.

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Desde este lugar del pabellón, a uno le queda la impresión de que la grandeza de Gasol reside en una infrecuente mezcla de suavidad (cariño hacia el compañero, limpieza en los movimientos y visión panorámica para repartir el juego), y autoexigencia (basta con comparar su actual cuerpo de Hulk con el que lucía de Shaggy al principio de su carrera), que se traduce en una mayor consistencia mental y competitiva, además de la ampliación de sus recursos en el poste bajo, proyecto que no para de crecer, en el que este Europeo lo más destacado ha sido la utilización sistemática de ese ganchito de media distancia con el que seguro que el señor Jabbar ha soltado alguna lágrima de nostalgia.

Dicho de manera más directa, el éxito de Gasol descansa en que no se refugia en una armadura de superestrella ególatra. Por momentos, su actitud es la de un recién llegado que se esfuerza en conectar con todos (desde los fisios a la entrevistadora de televisión) con un gesto cómplice y amable. Esa actitud, la del tipo que pega un abrazo a sus adversarios en el quinteto ideal del campeonato, revela por qué Gasol despierta tanta simpatía: su liderazgo es el de “yo soy uno de los vuestros”.

Vale que la naturaleza le ha bendecido con la altura de un rascacielos y la cabeza de un médico (su opción preferente de no haberse dedicado a la canasta). Pero no es menos cierto que él ha honrado ese don con montañas de esfuerzo (en la sala de pesas, con los especialistas NBA con los que ha afinado sus movimientos en el poste bajo y…con su mejor actitud para encajar los dardos, a veces malintencionados, a veces motivantes, de la prensa, Kobe o el propio Phil Jackson.

Al final, lo que queda de sus demostraciones frente a equipos como Grecia, Francia y Lituania es su sentido de la libertad (responsabilidad para querer guiar a un grupo y coherencia para hacerlo con tus acciones), el compromiso (Pau se divierte y compromete más si cabe cuando juega con sus amigos en los veranos) y la valentía para dar un paso adelante cuando mayor es la adversidad.

En esos momentos, se agradece contar con un amigo que sepa mirar a los ojos al problema y los gestione con determinación y cabeza. Después de todo, la grandeza de Gasol es que ha construido ese liderazgo conectando con su supuesta vulnerabilidad (amabilidad, juego en equipo, caballerosidad en la cancha) y poniendo esta al servicio del equipo…Y es que la verdadera naturaleza de los héroes se demuestra cuando deciden jugar sin armadura.

El valor de lo sinfónico frente a la fuerza de Superman

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Artículo de Pedro Fernaud Quintana. Golden State Worriors ha ganado su cuarto anillo (los anteriores los consiguió en 1.947, 1.956 y 1.975). Cuarenta años pues hacía que los Guerreros del Estado Dorado no conseguían el título. El equipo de Steve Kerr lo ha conseguido gracias a una trabajada final, compuesta por varias fases. Una primera en la que parecía que los Worriors iban a sucumbir al dominio versátil de Lebron, y una segunda en la que han abrillantado su juego coral, lleno de transiciones ofensivas y triples de ejecución armoniosa, hasta lograr ganar la serie (4-2). En este artículo repasamos 5 motivos por los que celebrar esta gesta.

 

1-Por la capacidad de inventar botes imposibles de Stephen Curry. Es una delicia verle quebrar a rivales a través de su facilidad para bailar con la pelota y procurarse así acciones cómodas de tiro, donde exhibe una infrecuente puntería. El caso es que Don Stephen crea jugadas inéditas, que no habíamos visto a ninguno de los grandes de este deporte y esa facilidad es un deleite en sí mismo.

2-Por la elegancia y el acierto fluyente de Klay Thomson. Un tipo que parece jugar con smoking y que en estas finales nos volvió a dejar algunas jugadas plenas de sincronía, plasticidad y acierto, haciendo bueno el apodo de splash brother que comparte con Curry.

3-Por los ajustes en la estrategia de juego (variando roles de los jugadores conforme a las necesidad del equipo) y la inteligencia para leer los partidos de Steve Kerr, el entrenador novato más exitoso de la historia del baloncesto profesional estadounidense.

4-Por la versatilidad, empuje y consistencia de Andre Iguodala, merecido MVP de estas finales (las primeras que jugaba), que ha ido creciendo durante las mismas para protagonizar un cuarto y sexto partido para enmarcar. Es verdad que hay otros jugadores que estadísticamente han hecho más merecimientos para llevarse este galardón (Don Stephen, el Rey Lebron) pero el mérito de este tipo descansa en que ha aportado en infinidad de intangibles y ha mejorado exponencialmente su rendimiento en función de lo aportado durante la temporada. En esa lista de méritos, hay que consignar que incomodó a James en pequeño detalles a partir del cuarto partido, cuando se le encomendó su defensa.

5-Por el triunfo del juego sinfónico de Golden State. Un juego que es una buena noticia para los que amamos este deporte: con transiciones rápidas, notable circulación de balón en estático y arte para alternar triplazos y filigranas de entrada a canasta.

 

 

Fuego blanco o cómo funcionan los puentes hacia la gloria

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Un artículo de Pedro Fernaud Quintana. El Real Madrid ha conquistado su novena Copa de Europa tras vencer al Olympiacos en una final repleta de intensidad, emoción y acierto de Carroll y los intangibles de Nocioni. Ya han pasado tres días de la hazaña. Espacio suficiente para reflexionar sobre la misma desde diferentes perspectivas.

Actualmente, hay una exposición en el Reina Sofía que condensa lo más destacado de los últimos años de El Kunstmuseum Basel, considerado el primer museo público municipal del mundo. La exposición se llama Fuego Blanco, que coge el título de la obra de un artista de origen judío. Resumiendo mucho, podemos decir que ese fuego blanco hace referencia a un poder divino donde todo tiene sentido, equilibrio y armonía.

Tengo la sensación de que el pasado fin de semana el Madrid fue capaz de curarse de sus heridas más importantes de los últimos tiempos gracias a una receta llamada continuidad en el cambio, que personificó como nadie Pablo Laso, que ha ganado en temple para gestionar el rendimiento de los jugadores durante el partido y administrar con más tino los tiempos muertos. El caso es que el equipo ha agregado dos factores decisivos al talento de los últimos años: profundidad de banquillo y mala leche competitiva, que también podemos definir como determinación ganadora.

Más allá de la consistencia de Nocioni, de su vuelo para cambiar las situaciones de miedo (ahora volvemos con él), me quedo con la consistencia coral del equipo. A saber:

-Los Sergios han aportado reparto de juego y puntos en la dirección-

-Carroll, su lluvia de puntos en la final (como dice mi amigo Collan, todo depende que entre la primera para que Yeisi nos enseñe el camino del amor…).

-Maciulis es hormigón en movimiento en defensa, no exento de acierto en ataque si es preciso, como vimos en la final.

-Rivers anota cuanto más lo necesita el equipo y es de los que encadena sin interrupción, como vimos el sábado en semifinales.

-Rudy ha puesto sus destellos, aunque creo que al tipo que más cobra de la plantilla se le tiene que pedir más regularidad y acierto en las grandes citas.

-En cuanto a los interiores, Felipe ha estado negado en esta F4. Se lo perdonamos porque su liderazgo ha sido fundamental para llegar a la orilla del éxito europeo.

-Ayón se puso el traje de superhéroe en semifinales y ha ido de menos a más conforme discurría la temporada; lo mismo que Slaughter, un cheque al portador en defensa.

-Bou ha estado ahí, pero no ha logrado sobreponerse a la nube de dudas de los últimos tiempos.

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Así las cosas, el factor diferencial de estos dos partidos ha estado en la actuación de Andrés Nocioni, Don Andrés a partir de ahora, que ha sumado números muy similares (concretados en la misma valoración, 18) en los dos partidos.

El Chapu se ha convertido en el embajador merengue del fuego blanco del que hablábamos al principio de esta reflexión. Él solo ha inyectado fe, fluidez y confianza al equipo para precintar el aro en defensa (con sus tapones de dvdteca o su defensa de antología a Bjelica) y anotar en algunos de los momentos más comprometidos.

Su trabajado instinto (afinado en 8 años de NBA e incontables días de cacería y pesca) ha suministrado al equipo la alegría y determinación ganadora (jugar sintiendo que todo el posible, a través de la concentración en lo concreto) necesaria para actualizar su leyenda como escuadra más laureada del viejo continente (9 Copas de Europa, 4 Recopas y 1 Copa Korac).

Fuentes de foto: lavanguardia.com y 2.bp.blogspot.com

 

El día que dos isleños hicieron más valiosa la península de talento merengue: 25 Copa del Rey para el Madrid

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Artículo de Pedro Fernaud Quintana. Han pasado ya tres días desde que el Real Madrid conquistara su vigésimo quinta Copa del Rey. Lo hizo tras un partido trepidante, que se dirimió por pequeños detalles de clase e intensidad. Un partido que explicó con síntesis y acierto mi compañero Juan Luis en la primera crónica Fiebre sobre el evento.

77 a 71 fue el marcador final con el que los blancos derrotaron a un Barcelona en el que Ante Tomic hizo un partido de antología, con 40 puntos de valoración (25 puntos y 11 rebotes). En el Madrid, los más destacados fueron Rudy (26 de valoración), Nocioni (16 y el corazón más infamado que su tobillo en modo patata) y Sergio Rodríguez, decisivo en el tramo final del encuentro con sus canastas y dirección de juego.

En este artículo vamos a reconstruir la historia de un partido muy seguido (la tercera final de Copa más vista por televisión en lo que llevamos de siglo, según los datos que maneja la ACB) y vamos a probar a hacerlo con un toque relajado y tropical. O como se diga.

Mallorca es la reina de las Baleares, un lugar donde lo mismo te pierdes entre los licores brumosos del jazz que aprendes a escuchar las entrañas del Mediterráneo entre cuevas costeras. Tenerife es un continente en miniatura; un subebaja de ecosistemas grabados a fuego por la jerarquía del Padre Teide.

Mallorca es el hogar de Rudy. Tenerife, el del Chacho. Fernández y Rodríguez comparten hitos valiosos en su biografía, como una estancia conjunta en los Portland Trail Blazers, el oro del Mundial de Japón en 2006 o la tragedia griega de perder la Euroliga el año pasado en la final de Milán, en la prórroga, frente a un equipo hebreo rebosante de orgullo competitivo, comandado por el que este año es el entrenador de Lebron James en la NBA.

Con estos antecedentes, se comprende mejor el partido que se marcaron este domingo frente al potente Barça. Rudy dio continuidad a su segundo tercio de temporada y, sobre todo, a su regular rendimiento en la Copa (para un tío con el talento del hermano de Marta Fernández -baloncestista-, regular significa espléndido). En definitiva, se puso el traje de hombre orquesta: robó (5 veces), asistió (5) y anotó (16 puntos). Y, más relevante, lo hizo en los tramos de un partido que descosen un partido a favor de la victoria.

Enfrente, el Bareclona nos recordó el valor de la resiliencia. A día de hoy tiene menos talento consolidado que el Madrid en algunas piezas cruciales de su tablero, bien por bisoñez (Abrines, Hezonja), bien por proceso de adaptación cultural (Thomas), bien por desgaste (Navarro). Aun así, posee algunos jugadores en plenitud y un formidable engranaje táctico.

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Dentro de esa plenitud, Tomic rompió la pana para los blaugrana durante el partido. Rebañaba rebotes con la misma insistencia que mi colega Guardiola (Don Alfredo) pedía su magia a los licores cuando éramos universitarios. Y sumaba puntos a puñados (25 puntos en total), con esa consistencia que le ha hecho uno de los pivots más valiosos del continente y una creciente mala leche, que sin duda se acentúa cuando juega con el Madrid (dadme una exnovia e incendiaré el mundo…).

A su lado, Satoransky, Doellman y Thomas contribuían a poner al Madrid contra las cuerdas en un partido vibrante y elástico. Los blancos se mantenían vivos gracias al talento concentrado de Rudy, la productividad de Ayón y Noccioni y los intangibles de Maciulis, Feiple y Slaughter (convendremos en que una película con un reparto coral tienen menos impacto inicial en la taquilla, pero, si está bien hecha, acaba teniendo más recorrido en el recuerdo de la gente y en esa segunda taquilla que son la vente de los DVDs y la televisión de pago….).

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Con el tobillo de este porte, Nocioni puso 2 tapones vitales

en el curso de la temperatura emocional del partido 

El caso es que nos fuimos al descanso con una ligera ventaja blaugrana (42-41), minimizada tras un curso rápido de última hora en el uno para uno a cargo de Rudy. En la segunda mitad, el tiempo pareció reblandecerse y tuvimos tiempo para experimentar un pequeño ataque de nostalgia, anticipando lo que estaba a punto de diluirse. Tuvimos un recuerdo para el talento coral del Valencia, la arquitectura táctica del Granca, el orgullo competitivo del CAI o el honor de supervivientes del Bilbao. También nos pareció ver, efectos secundarios del semisueño, al ajedrecista Plaza aportando una dosis proporcionada de autoestima a sus lobos andaluces, más talentosos que los gamberros verdinegros de Maldonado, aunque no más irreverentes.

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Sentimos algo así porque el partido empezó a ajustarse. El marcador se parecía a una carrera de Fórmula 1. Cada pequeño adelantamiento en el marcador por parte de uno de los dos contendientes, quedaba neutralizado o matizado a los pocos segundos. Y gente como Llull (el tercer isleño, esperando una mejor oportunidad) se sorprendía botando el balón, con tres tipos empeñados en quitarle la ropa. Complejo de Ursula Andress, decían en los tiempos de mi padre.

Así las cosas, el rumbo de la batalla sólo podía definirse con la fiereza de dar lo que no tienes (como el tobillo de Nocioni poniendo tapones imposibles) y la suavidad y determinación de los jugones; esa raza de animales competitivos que ven las cosas más claras cuando mayor es la presión atmosférica. A esa categoría pertenece Sergio Rodríguez. El Chacho tiró de repertorio y exprimió su habilidad en el pase para abrir ángulos indefinibles en la conexión con el compañero. Así fue como fue orquestando jugadas que hicieron pensar en la belleza suave de su Tenerife natal.

Como emblema de esa facilidad, quedó esa jugada en la que deshizo de sus adversarios con el bote y dejó la bandeja con la izquierda (la izquierda para un diestro en el basket, en situaciones de alta tensión, es como pedirle a Dusko Ivanovic que se presente con un jersey rojo casual en una rueda de prensa. No vamos a decir que sea imposible para el entrenador del Panathinaikos. Pero es difícil. Muy difícil.)

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Supongo que para eso están los Rodríguez y Fernández de este mundo. Para recordarnos que si al talento le sumas casta (así lo expresó Rudy al final del encuentro) y un plan de equipo bien estructurado (sobresaliente en estrategia para Laso, que este año parece estar condensando los aprendizajes de años anteriores, también en el tono en el que se dirige a los jugadores en los tiempos muertos), el éxito se hace más sencillo. Más amigable.

Algo así como lo que hizo Marcus Slaughter (Masacre, con tono admirativo, para los amigos). Emblema de la evolución ganadora de los blancos esta temporada, el gigante elástico californiano se puso a bailar en el Ayuntamiento de Madrid mientras soñaba (sonaba) el viejo himno del equipo madrileño (sí, el de las mocitas madrileñas…). Tradición rompedora. Algo así es el Rey de Copas del Baloncesto Español (25 títulos). Honor también al adversario que casi le iguala (23 copas para el Barça) y para el resto de los contendientes. Y gracias a todos por el espectáculo.

Fuentes de foto: Libertad Digital, Antena 3 y Diario Marca

 

El éxito de los Gasol o la fuerza del vínculo entre unos hermanos

Hermanos_Gasol_1 Artículo de Pedro Fernaud Quintana. Hay una parte del oficio del periodista que tiene mucho que ver con los datos. Los números dicen que el Equipo del Oeste ganó 163-158 al Equipo del Este en el Partido de las Estrellas disputado en el Madison el pasado domingo.

Los mismos gélidos números, importados tal vez de un lugar como Islandia, dicen que Westbrook, el base de los Oklahoma City Thunder, sumó 41 puntos en 26 minutos. Una exhibición de puntería (5 de 9 en triples) que sin embargo no pudo igualar la plusmarca de 42 puntos que encestó Chamberlain en el All Star de 1962. Para algunas cosas, la NBA sigue siendo clasista (por qué si no iban a ser Nicholson y Spike Lee partes indisolubles de su emblema como marca global).

Pensando así, no está mal que el tipo que se jactaba de haber compartido lecho con 20.000 mujeres conserve su corona anotadora en el All Star. Justicia poética, lo llamaría mi amigo Davide. En este artículo no vamos a hablar del partido en sí. Como suele ser habitual, fue una espléndida colección de acrobacias, protagonizadas por los jugones del momento. A ese respecto, aquí tenéis un resumen de la primera parte del evento, con algunas de sus mejores jugadas:

Lo que nos interesa de verdad de este partido, seamos honestos, es el enfrentamiento entre los hermanos Gasol. Echando un ojo rápido a los titulares de prensa queda claro el significado que tuvo el partido para ellos (y, en cierta medida, para todos los que amamos el baloncesto en nuestro país). “El salto inicial es una foto para tener en casa”. “Ha sido un partido especial…Es el primero en el que ha venido mi hija”.

“Ha sido una experiencia muy buena para toda la familia y ahora hay que centrarse en casa. Ojalá nos podamos ver en la final”. “Lo hemos pasado muy bien, esto ha superado el mejor de nuestros sueños”. Los números, importados tal vez de Islandia, ese país donde se mezclan los desiertos, las montañas y los glaciares, dicen que Pablo (Pau) firmó el partido con 10 puntos y 12 rebotes. Mientras que Marco (Marc) lo hizo con 6 puntos y 10 rebotes.

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En lo que ambos empataron es en las 2 asistencias. Una señal secreta de camaradería, un vínculo secreto de generosidad que los hermana. Y esa cualidad me hizo pensar en las atmósferas de posibilidad y alegría que mi hermano Javi y yo hemos mamado desde pequeños en casa.

Algo que, de alguna manera, se nos ha quedado grabado en el inconsciente personal (padres son padres, que diría mi amigo Charlie Sánchez Blas). Al menos así lo veo en mi hermano Javi, que lo mismo un día me viene a recoger en coche de un largo viaje por Argentina que otro me acompaña a un recital poético o que no tiene reparos en echarme varios cables en la búsqueda de trabajo.

Supongo que por eso nos gusta tanto el basket. Porque, parafraseando a Javier Marías, “es la recuperación semanal de la infancia”. Y uno se alegra del éxito de los Gasol porque, por encima de otras consideraciones, es la meta volante feliz de aquellos hermanos que “guerreaban” en la canasta de su abuela.

El domingo, los capos de nuestra selección de basket fueron protagonistas de la gran cita del basket mundial. Y lo fueron gracias al trabajo previo a esta gran cita; un trabajo hecho de esfuerzo, dedicación, compañerismo, atrevimiento y una exigencia que se edifica en los logros de sus compañeros.

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Gracias, Brothers.

 

Fuentes de foto: nbadestiny.com, www.gannett-cdn.com y a.espncdn.com.

10 maneras en las que Michael Jordan puede ayudarte en tu vida cotidiana. Toma 2

Artículo de Pedro Fernaud. La confianza, el poder catalizador del fracaso como puente hacia futuros éxitos y la importancia de saber leer los partidos y las situaciones de juego. También el desafío vital de encontrar nuestra pasión y nuestra manera personal e intransferible de desarrollarla. Estos son los ejes que conforman el segundo capítulo (el primero lo puedes consultar aquí) del decálogo que el Rey del Baloncesto de todas las épocas nos propone para ayudarte a crecer en diferentes ámbitos de la vida cotidiana
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 La confianza, ese motor invisible con el que Jordan hacía fácil lo difícil

6-La fe, ese intangible.

Llámalo confianza en las propias posibilidades. La religión de las personas debería ser la de creer en sí mismas. La frase pertenece a Jiddu Krishnamurti; escritor y orador hindú. Jordan ponía en práctica ese aserto día a día. Jugaba con esa sensación interna de que todo era posible (y la alimentaba con trabajo, atención y decisión). Su lenguaje corporal emitía una curiosa mezcla de confianza, chulería y actitud obrera. Y, claro, al final las cosas salían.

 

7-Microgalaxias de fracasos.

Jordan opinaba esto sobre el fracaso. “He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera y he perdido casi 300 partidos. 26 veces han confiado en mí para tirar la canasta decisiva y la he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y ese es el motivo de que haya acabado teniendo éxito”.

Detrás de tanta fluidez en el acierto hubo bastantes fracasos (en este vídeo podéis conocer unos cuantos de ellos). Muchas decepciones, canastas erradas. Defensas equivocadas o lecturas de juego incorrectas. Pero por encima de todo ello emergía la voluntad de seguir creciendo como equipo y como jugador.

Es lo que el autor de Cómo orquestar una comedia, John Vorhaus, define como la regla del 10/1. De cada 10 chistes, dice él, que compongas sólo uno de ellos será realmente bueno. Para encontrarlo, claro, hay que construir esos 10 chistes; no todo el mundo se toma en serio ese trabajo. Saber que habrá fases de tu vida en la que sólo encontrarás un acierto por cada 10 intentos en aquello que pretendes será duro; pero sabes que si lo peleas lo acabarás encontrando. Y también lo sabes (porque lo hemos visto en la vida de Jordan, porque lo hemos comprobado de primera mano en la mayoría de las vidas de la gente que nos importa y en la nuestra propia) que habrá fases en las que se elevará ese rango de aciertos.

Jordan encontró el éxito personal y, sobre todo, de equipo a fuerza de trabajo y de probar con diferentes entrenadores que le ayudaron a afinar su puntería y, más importante, a desarrollar y afinar su liderazgo como potenciador de las habilidades de sus compañeros. Sirva como ejemplo de ello los tiros ganadores de Paxon y Kerr, que se tradujeron en la definición de dos de los seis anillos que los Bulls conquistaron bajo su reinado.

 

 Jordan elevaba exponencialmente su rendimiento en las situaciones más exigentes de los campeonatos y los partidos. La cumbre de esa habilidad fue la última canasta que anotó con los Bulls en aquella final del 98 frente a los Jazz, que a la postre significó su sexto anillo y el de los Bulls.

A ver si Pau, Rose y compañía retoman la cuenta esta primavera :-).

8-Leer los partidos, las emociones de la gente, las situaciones de juego, los picos de trabajo y las necesidades de los clientes, los momentos importantes de una relación personal y las situaciones claves de una temporada.

Cada momento del partido, cada situación que vives, requiere de una dosis diferente de atención, energía y decisión. Jordan lo sabía perfectamente. Conocía los ‘itinerarios del éxito’ y multiplicaba exponencialmente sus prestaciones (en tangibles e intangibles) cuando llegaban los play-off y, más importante aún, los partidos de las finales. Como emblema de esa cualidad quedará para siempre su canasta ganadora ante los Jazz en el sexto anillo que conquistó con los Bulls:

 

 

Jordan le ponía pasión a cada reto que acometía, como los concursos de mates, que ganó en 1987 y 1988
 
Encuentra tu pasión: aquello que te gusta de verdad. Mucho mejor si te da bien o especialmente bien
(a veces las personas somos perezosas hasta para ser felices).
Encuentra esa pasión pues. Y céntrate en ella. Desarrolla todo tu potencial a través de ella. Encontrarás muchas satisfacciones. También en el terreno personal. Con habilidades que te ayudarán a llevar con más entereza y posibilidades tu vida cotidiana. Encuéntralo, amig@; aquello que te hace vibrar por dentro (como profesión, como afición o como proyecto vital) y céntrate en desarrollar tus habilidades. Centra tus energías y cualidades a través de ello. El resultado puede ser muy gratificante.

Si te entregas a ello, tu vida entrará en una fase de leve urgencia (un triángulo entre tus cualidades, el motivo de tu desafío y la manera en la que lo alcanzas) y acabarás fluyendo mejor con ella; disfrutándola mejor y compartiéndola con más sabor con la gente que te importa.

Cuando uno se siente realizado, tiene más recursos para ser feliz y hacer feliz a la gente que le rodea. Jordan lo consiguió (6 anillos, 2 oros olímpicos, 6 MVPs de las finales y cinco de la liga regular así lo atestiguan). Y, lo más importante de todo, elevó el interés por el baloncesto a cotas desconocidas entre todos. Haciéndolo más entretenido, divertido y sorprendente (amazing era la coletilla favorita de los narradores que relataban sus hazañas). Convirtiéndose así en motivo de inspiración en ámbitos de otros deportes o incluso la faceta empresarial.

Tanto es así que todavía sigue siendo la inspiración principal de los jugones que dominan el basket a los dos lados del Atlántico: como Lebron, o Sergio Rodríguez). Claro que el que se lleva la palma en elegancia para agradecer ese mimetismo es Kobe Bryant, que como sabéis superó hace unas semanas a Jordan como tercer máximo anotador de la historia de la NBA.

Encuentra tu manera de jugar al baloncesto, de vivirlo…
Y haz lo propio con tu vida, será la mejor manera de sacarle el jugo.

10-Encuentra tu manera: vívela, desarróllala y disfrútala. ¿Influencias? Todos las tenemos. Y es sabio que conozcas lo mejor de los que te precedieron y te inspires en ellos. Jordan conocía y respetaba los clásicos (en su despedida mencionó por ejemplo a Jabbar y el Doctor J).

Pero, al final, habrá un punto en el que debas vivir, trabajar y disfrutar con aquello (el qué) y la manera (el cómo) que te resulte más propia. Ahí, en tu singularidad, descansa el camino para tener una vida con más libertad y sabor. El camino para tener una vida más plena. Jordan lo consiguió en el deporte. ¿Seremos capaces nosotros?

Nos despedimos con otra recopilación de jugadas de Jordan; nuevos poemas para preservar la magia del mito :-):

10 maneras en las que Michael Jordan puede ayudarte en tu vida cotidiana (toma 1)

Artículo de Pedro Fernaud. Michael Jordan fue una máquina expendedora de excelencia y títulos durante su inolvidable carrera como rey del baloncesto, que se desarrolló a lo largo de tres décadas (la última, la primera de este siglo). Entre sus logros, figuran 6 anillos (títulos) de la NBA, 6 MVPs de las finales y cinco de la liga regular, además de dos oros olímpicos y 14 presencias en los All Star.
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