Thrilla in Fuenla

Combate de poder a poder entre Montakit Fuenlabrada y Río Natura Monbus Obradoiro, que acabó resolviéndose a los puntos prácticamente sobre la campana [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

Thrilla in Fuenla
Theobald Philips

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Buenas noches, señoras y señores, y bienvenidos al Polideportivo Fernando Martín para presenciar este sensacional combate de media tabla en el que puede estar en juego un billete para A Coruña este próximo mes de febrero…

¡A la derecha, con camiseta y calzón naranja, un balance de 4 victorias y 6 derrotas, el campeón local, Montakiiiiit Fuenlabradaaaa! ¡Y a la izquierda, camiseta y calzón blanco y balance de 5/5, el León del SAR, Río Natura Mooonbus!

Suena el gong y el púgil gallego sale en tromba, con un fulgurante ataque que descompone al madrileño; uno, dos, tres, hasta siete golpes seguidos recibe éste sin poder responder, mientras su entrenador se desgañita en el rincón para que levante los brazos y no deje los costados al descubierto. Las instrucciones parecen surtir efecto, ya que a pesar de que el ataque no cesa, el fuenlabreño logra recomponer su guardia y que los puñetazos de Obradoiro, ya sean directos desde la larga distancia o ganchos desde la corta, no hagan tanto daño. Así, cuando parecía estar noqueado y que Río Natura conseguiría un fácil K.O., Fuenlabrada ha recuperado el resuello y conseguido conectar algunas series, aquí dos directos y gancho adicional, allí tres directos seguidos, que equilibran la contienda y hacen que volvamos a tener combate. Suena la campana y los boxeadores van a su rincón mientras que los jueces, indecisos, dan una leve ventaja a los puntos al León del SAR (23 – 24).

Los púgiles vuelven al centro del ring con fuerzas renovadas, convirtiendo la pelea en un toma y daca constante en la que ninguno de los dos logra una ventaja decisiva. Río Natura usa un repertorio más variado de golpes, aquí entrando en el cuerpo a cuerpo para aprovechar su mayor envergadura, allí lanzando golpes largos a la cara de su rival. Por su parte, Fuenlabrada prefiere rehuir la distancia corta, lanzar directos lejanos sin encerrarse en las cuerdas, donde el gallego tiene mayor ventaja. La igualdad es máxima, pero en el último tramo del round Fuenlabrada aprieta los dientes y mejora su guardia, hasta ahora algo descuidada, conectando varias veces, además, su famoso directo letón, que desconcierta al rival. Los golpes ahora solo van en una dirección, hasta 16 de Fuenlabrada por solo 7 de Obradoiro, que parece a punto de caer a la lona cuando la campana interrumpe la lucha con una clara ventaja para el del calzón naranja (54 – 45).

(Foto: alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: alba Pacheco / EnCancha.com)

Se reanuda el combate y, tras el intercambio de golpes inicial, podemos comprobar que el descanso no ha sentado bien al púgil gallego, que pronto acusa el castigo recibido en el segundo round mostrándose incapaz de alcanzar el cuerpo de su rival más que con golpes aislados. Fuenlabrada, en cambio, no deja resquicios en su guardia y aprovecha los flancos desguarnecidos del gallego cuando intenta golpear para castigarle el hígado: crochet serbio, directo croata, uppercutt americano, hasta un swing letón final. Obradoiro ha aguantado el castigo sin tambalearse, pero como esto siga así el combate lo tiene perdido. Los jueces tienen claro que, hasta el momento, la victoria a los puntos es para el campeón local, que ha conseguido una sustancial ventaja de 14 (76 – 62).

Nada parece cambiar en el último round, Fuenlabrada sale otra vez a por su rival sin darle respiro. Obradoiro parece sonado y su entrenador, desesperado ante un golpe del rival que le ha alcanzado el mentón tras esquivar la guardia con toda facilidad, aprieta a su pupilo para que no se descuide. No será un combate de K.O., definitivamente, pues el León del SAR sabe que con el castigo recibido solo le queda apretar los dientes, trabar el combate y conseguir frenar el vendaval fuenlabreño. Parece que lo consigue, pues Montakit pierde fuelle y sus puñetazos, cada vez con más frecuencia, solo alcanzan el aire, mientras el púgil gallego, poco a poco, va conectando el costado de su rival con golpes cortos, uno, uno, uno, uno, hasta cortarle la respiración. Quedan pocos segundos para que termine el combate y Río Natura ha conseguido equilibrar la puntuación, pero Fuenlabrada no se rinde y, aprovechando un error en la guardia de su contrincante (que el entrenador local sugirió que fue un golpe bajo que el árbitro debió penalizar), conectó un par de ganchos finales desde el 4,60 que sentenciaron la victoria a los puntos (90 – 85). Un combate electrizante, el que hemos vivido. Auténtico «thrilla in Fuenla»…

No es lo mismo

A pesar de todos los esfuerzos del Montakit Fuenlabrada, Valencia Basket impuso la ley del más fuerte (100 – 84) [Foto Portada: EFE / As.com]

No es lo mismo
Theobald Philips

(Foto Miguel Ángel Polo / ACB Photo)

(Foto Miguel Ángel Polo / ACB Photo)

No es lo mismo plantillón que equipazo, aunque viendo jugar al Valencia Basket sea imposible discernir la diferencia. No es lo mismo, no, ya que plantillón sería mirar los nombres de los jugadores taronja, incluyendo a los Sato y Trías que no llegaron a disputar ni un minuto, y equipazo es lo que esos hombres hacen en la cancha, donde el maestro relojero Pedro Martínez engarza piezas de oro de muchos kilates, muchas piezas y muchos kilates, en un mecanismo que, con la precisión de un metrónomo, lo mismo te machaca atacando que defendiendo, en la pintura que desde el perímetro, corriendo que en estático. Tampoco es lo mismo una derrota que un partido perdido, y bien puede atestiguarlo Montakit Fuenlabrada que, en los últimos años, se había abonado a jugar contra los grandes liberado de la presión que atenazaba sus miembros, pero sin que esas exhibiciones le sirvieran para salir de la crisis. No, no es lo mismo, y ahora el equipo del sur de Madrid puede caer derrotado, sí, pero sin que se trate de partidos perdidos, ya que los mismos sirven para afianzar la idea de equipo de su cuerpo técnico; pregunten, si no, al Bilbao Basket, pregúntenle si fue un partido perdido para Fuenlabrada el del Barcelona…

Y ambos equipos decidieron revindicar su «no es lo mismo» en el partido inaugural (en pruebas) de la cobertura televisiva 100% de nuestra Liga Endesa, los valencianos con una salida fulgurante haciendo llover puntos con el premiado Justin Hamilton de estilete, y los madrileños dejándose la piel a base de una defensa coral y agresiva que les permitió correr y, a la postre, conseguir algunos puntos fáciles que alejaron la amenaza de ruptura de partido al sonar la primera bocina (27 – 22). En la reanudación, vimos que tampoco es lo mismo un extra pass que circular bien el balón y, así, por mucho que los jugadores del Montakit intentaron no dejar huecos libres como si les fuese la vida en ello, Valencia podía permitirse abrir el campo encontrando liberado allí donde a los defensores les era más difícil recuperar, normalmente los 45 grados del arco de 6,75, a ese Pepe Viyuela de los triples que atiende al nombre de John Shurna o, en su defecto, hacer caja con el peaje del bloqueo y continuación central. Ante el vendaval taronja, solo la apoteosis de Marko Popovic desde el triple, 5/6 en el primer tiempo, hizo que para Fuenlabrada no fuera lo mismo que se jugaran o no los segundos veinte minutos (58 – 50).

(Foto: Miguel Ángel Polo / ACB Photo)

(Foto: Miguel Ángel Polo / ACB Photo)

En el descanso, Pedro Martínez convenció a los suyos de que no es lo mismo para tu tranquilidad dejar al contrario que te meta 25 puntos por cuarto que no hacerlo, por lo Valencia Basket pasó a emplearse a fondo hasta ahogar el ataque visitante que, como otras veces ha ocurrido, ante la dificultad se tiende a olvidarse de la existencia de la pintura intentando arreglar el desaguisado con un suicidio desde la larga distancia. Tampoco fue el tercero un cuarto afortunado en materia de rotaciones para los visitantes, manteniendo Jota demasiado tiempo en pista a Ernest Scott, a pesar de su mal día a ambos lados de la cancha, o no sabiendo compensar adecuadamente los minutos de lucidez que habían mostrado Urtasun y Popovic, tan necesarios en la anotación de su equipo. Dejando a su rival en 13 míseros puntos en 10 minutos, y sumando a Shurna la silenciosa eficacia desde todas las posiciones de Fernando San Emeterio, la diferencia que había en el minuto 30 (77 – 63) se estiró aún más hasta alcanzar muy pronto la mayoría de edad (84-66).

Pero cuando peor lo tenía, Fuenlabrada recuperó la cordura olvidando circular por la línea de tres como un equipo de balonmano y dedicándose a surtir de balones sus pívots, con especial mención al efectivo Stevic, lo que tuvo como efecto colateral que aumentase la efectividad de sus exteriores, más liberados con las ayudas a que los defensores valencianos eran forzados. Con tres minutos por jugarse y el equipo de la Cultura del Esfuerzo ganando solo por 9 (87-78), parecía que aún había partido. Pero no es lo mismo serlo que parecerlo, que dice el refrán, solventando Valencia Basket la contienda con un último arreón que hizo inútil el encomiable esfuerzo del Montakit, dejando las diferencias en el marcador como espejo de la diferencia entre las dos plantillas (100 – 84).

No es lo mismo la liga regular que los playoff o cuando se bate el cobre por los títulos, es cierto, pero con su juego Valencia Basket va añadiendo argumentos a su candidatura como alternativa sólida, siendo el cero de su casillero de derrotas una mera anécdota (significativa, pero anécdota). Por su parte, Fuenlabrada volvió a caer pero creciendo, como ante el Barça, afianzando el proyecto que inició Tabak y sacando de la derrota una gasolina que necesitará ante otro tipo de enemigos; esos ante los que no es lo mismo perder que ganar…
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Valencia Basket 100 – 84 Montakit Fuenlabrada (27 – 22 / 31 – 28 / 19 – 13 / 23 – 21)

Valencia Basket: Antoine Diot (8), Rafa Martínez (6), Vladimir Lucic (13), Luke Sikma (11) y Justin Hamilton (20) -quinteto inicial-. También jugaron Jon Stefansson (3), Fernando San Emeterio (16), Bojan Dubljevic (8), Guillem Vives (3) y John Shurna (12).

Montakit Fuenlabrada: Jonathan Tabu (4), Marko Popovic (17), Ivan Paunic (10), David Wear (9) y Chema González (6) –quinteto inicial-. También jugaron Rolands Smits (7), Álex Urtasun (10), Josip Sobin (2) Ricardo Úriz (3), Álex Llorca (4), Ernest Scott (3) y Oliver Stevic (9).

Estadística Oficial

Trigonometría

Baloncesto Sevilla estrenó su casillero de victorias esta temporada en un partido agónico contra un Montakit Fuenlabrada que nunca bajó los brazos (79 – 81) [Foto Portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

Trigonometría
Theobald Philips

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Dicen que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta pero, en baloncesto, eso no es verdad. En nuestro deporte, un juego entregado a la matemática, la distancia más corta entre la mano y la canasta es la parábola, una curva que va integrando senos, cosenos y tangentes, la fuerza de la gravedad, la aceleración, la resistencia del aire y el movimiento rotatorio que le imprime el último golpe de las yemas de los dedos al cuero. Sí, no es la estadística, por muy avanzada que sea, la que va a decidir el resultado de un partido, porque esa ciencia solo nos puede contar lo que ha pasado, sino la trigonometría, el juego de los ángulos y, sobre todo, la balística, la trayectoria que describirá el balón para elevarnos a la gloria o hundirnos en el fracaso.

Sí, la estadística avanzada puede contarnos medias verdades como que el triple es el tiro más eficiente pero si, como le ocurrió al Montakit Fuenlabrada en el primer cuarto, te entregas a él con demasiada profusión, sin calcular antes cual es la altura o la fuerza necesaria para que la parábola no sea perfecta, sino que el proyectil decelere en el momento justo para que la fuerza de la gravedad haga caer el balón a través del aro, te encontrarás con que poco tu enemigo va aumentando las distancias a costa de tu empecinamiento (7 tiros de 2p por 10 3p). Porque además no es la estadística, sino la trigonometría, la que puede calcular que, si el ángulo de tus rodillas al defender se aleja de los 90 grados y se acerca peligrosamente a los 180, el talento de Bochi Nachbar o la envergadura de Ondrej Balvin te van a superar una y otra vez, haciendo que te encuentres al final del primer cuarto con un preocupante 17 – 29.

En esa tesitura, solo quedaba una opción: disminuir la distancia desde la que el proyectil se dispara, acercarse al aro para que la curva a describir sea más pronunciada, darle el balón a Josip Sobin para que, con un pie clavado en el parquet como el punzón de un compás, trazara un semicírculo perfecto desde el que lanzar su gancho en suspensión, cuanto más alta y cerca la mano del círculo de hierro menos tendrá el cuero que vencer la ley que Newton le dió por descubrir. Abierto el peligro en la pintura, quedó más liberado Ernest Scott que, con su peculiar muñeca, pudo por fin escribir las funciones que dan precisión al tiro lejano. Sí, cuanto más de cerca, mejor de lejos, los ángulos cerrados permiten abrir el arco de las posibilidades. Por otra parte, la juventud de Rolands Smits y Chema González acortaron el seno del ángulo que separa los glúteos del suelo, y los balones de Sevilla ya no podían llegar tan cómodos a las manos que incomodan el marcador. Solo Alfonso Sánchez, una y otra vez, fue capaz de encontrar el agujero que los naranjas, impecables en la agresividad y la recuperación defendiendo en lo alto de la zona, dejaban en los laterales de su retaguardia, dedicándose a dibujar un gran partido a base de trazar un arco oblicuo desde la línea de fondo hasta el centro de la zona, para dar respiro a los suyos con bandejas lanzadas por encima de su cabeza con el brazo contrario (43 – 44).

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Repasemos las lecciones: la parábola desde el tiro de tres depende del cálculo preciso de una trayectoria, para lo que necesitamos tiempo, el tiempo que nos da la amenaza interior. La efectividad defensiva depende del empuje agresivo hacia delante y del ángulo en que se flexionen nuestras rodillas. Como el mal estudiante, Montakit Fuenlabrada suspendió el control del inicio del tercer cuarto, permitiendo que los de Luis Casimiro, con sobriedad y defensa, volvieran a estirar el marcador hasta los 10 puntos (43 – 53). Tocaba recuperar, dejar que el tiro corto y el rebote de Sobin abrieran espacios para la trayectoria zigzagueante de Tabu, para la parábola desde el 6’75 de Scott o Urtasun, cada día más empeñado en hacer difícil a la dirección deportiva de su equipo la decisión a adoptar cuando Llorca se recupere. Restablecida la armonía de los ángulos, el marcador volvió a estrecharse (62 – 58).

Scott, jugador de los que se pone nervioso cuando lleva mucho sin tirar y que, correlativamente, se enciende cuando tiene presencia en los esquemas, continuó con su clase maestra de balística externa, ayudado por el motor diésel de Smits que, una vez ha calentado, es capaz de dominar todos los ángulos. El marcador se volteó y, a mitad de camino hacia el final, sonreía a los locales (73 – 68). Pero sevilla demostró el por qué, mirando su plantilla antes del partido, nos sorprendíamos de su balance de 0 -4. Separado el alocado Miljenovic del juego por el contundente Anderson, con bronca de su entrenador incluida por sus malas decisiones, el balón volvió a encontrar la vertical de las manos de Balvin y la trazada de Sánchez desde el lateral, una vez más, para ganar mansamente el centro de la zona. Los nervios cundieron entre los de Tabak, sin que la mano pudiera ya dibujar con precisión las líneas de pase y tiro: dos libres fallados por Tabu, un robo a Sobin tras controlar el rebote defensivo y una pérdida de Urtasun, dieron a Sevilla ventaja en el marcador ganando Ondrej Balvin por partida doble, quizá por primera vez en todo el partido, el pick&roll a sus defensores, para machar un 79 – 81. Sin embargo, aun con el balón en poder de los visitantes y quedando solo 8 segundos por jugar, el irreductible Fuenlabrada, el equipo en el que todos y nadie destaca, no se rindió.

Las rodillas llegaron a los 90 grados, las manos hicieron tangente a todas las líneas de pase, los cuerpos interceptaron las trayectorias de los rivales que buscaban ganar el espacio libre. Berni, impotente en la banda, no pudo poner el balón en juego en los preceptivos 5 segundos y la locura estalló en las gradas. Aun había partido. El balón llegó a Marko Popovic, el hombre que controla el partido incluso sin balón, el cerebro electrónico de este Montakit Fuenlabrada; la situación ideal, el mejor hombre con la bola. Popovic atacó sin piedad a Balvin, víctima propiciatoria del juego de bloqueos y cambios, superándole para ganar la perpendicular hacia el tablero, disparando la mano al hacer secante con el semicírculo de los tiros libres en un homenaje lejano al finger-roll de Iceman Gervin. La bola, con movimiento rotatorio inverso al de su trayectoria, se elevó, describiendo un movimiento parabólico casi perfecto, pero que solo sirvió para que, paradojas de la trigonometría, el croata pudiera descubrir, para desolación propia pero entre gritos de ánimo de toda la grada, la diferencia entre círculo y circunferencia.

Basketball Crackers (Real Madrid 2014/2015)

Película de una temporada perfecta, marcada por tres amagos de marcha que no llegaron a consumarse [Foto portada: Sergio Llull / @23Llull]

Basketball Crackers (Real Madrid 2014/2015)
Theobald Philips

La conversión del equipo de los fuegos artificiales en un Real Madrid de hormigón armado capaz de conseguir todos los títulos en juego ha venido enmarcada por el inicial cese (en falso) de Pablo Laso y la postrera salida (que no fue tal) de Sergio Llull hacia la NBA; y, en medio, el traspaso no consumado de Marcus Slaughter, que fue clave para la consolidación de los búnkeres de la Fortaleza Europa. Pero dejemos que sean los protagonistas, Llull, Juan Carlos Sánchez y Pablo Laso los que nos cuenten la historia…

Foto: EFE Póker

Foto: EFE
Póker

De los productores de «Pablo Laso y los siete enanitos» y «Supercalifragilisticoespialilaso» este verano llega «Basketball Crackers»

Dies ad quem, dies irae

¿Podía realmente Ourense realizar el pago el día 15? El último día del plazo se ha convertido en un día de ira para el Montakit Fuenlabrada [Foto portada: www.clubourensebaloncesto.com]

Dies ad quem, dies irae (actualizado a 28 de junio de 2015)
Theobald Philips

Foto: EFE Ourense, en la foto-finish

Foto: EFE
Ourense, en la foto-finish

El objetivo de este artículo es intentar analizar una de las manzanas de la(s) discordia(s) que se ha(n) despertado entre José Quintana y Francisco Roca (*), la que versa acerca de si la presentación el 15 de junio de documentación (y de euros) por parte del Club Ourense Baloncesto ha sido o no extemporánea, tratando de discernir si, desde el punto de vista de la normativa aplicable (y no de la opinión que podamos tener sobre lo que sería mejor para nuestra liga en materia de ascensos y descensos), la misma ha sido correcta.

La manzana cayó del árbol prácticamente sin solución de continuidad con la publicación de la admisión a trámite del procedimiento de inscripción de los gallegos, cuando el Baloncesto Fuenlabrada declaró que, puesto que el plazo fijado en los estatutos de la ACB para formalizar los requisitos de admisión finalizaba a las 24:00 horas del día 14 (“antes del 15 de junio”, art. 8.2), a los mismos les había sido concedida indebidamente una prórroga, algo para lo que el señor Roca no estaba facultado. Los argumentos del club, reiterados en boca de su presidente en la rueda de prensa del día 17, fueron contestados el 18 por Francisco Roca en una carta abierta en la que expresaba que, al ser el 14 de junio inhábil, “siguiendo el procedimiento habitual que existe en el ámbito administrativo (artículo 48.3 de la Ley 30/1992), en el ámbito civil (jurisprudencia y sentencias judiciales en firme) y en el propio texto estatutario, juzgué lógico y legal que el plazo debía entenderse válido hasta el día hábil inmediatamente siguiente, es decir, el lunes 15 de junio”.

Foto: Alba Pacheco / EnCancha Quintana desencadenado

Foto: Alba Pacheco / EnCancha
Quintana desencadenado

La posición del Fuenlabrada, desde un punto de vista jurídico, no es descabellada, si tenemos en cuenta que la Ley del Deporte (art. 41) y el Reglamento sobre Federaciones Deportivas Españolas y Registro de Asociaciones Deportivas (art. 23) dicen expresamente que las ligas profesionales son asociaciones que tienen “personalidad jurídica propia y gozan de autonomía para su organización interna y funcionamiento”, previendo este último cuerpo legal, en su Disposición Adicional Segunda, que figurarán en los Estatutos o Reglamentos correspondientes el cumplimiento por los equipos de los requisitos de carácter económico, social y de infraestructura que la susodicha liga establezca para pertenecer a ella. Siguiendo este razonamiento, para el club naranja en el supuesto que nos ocupa nos encontraríamos ante una manifestación de esa autonomía de la ACB para organizarse, ante un plazo de naturaleza civil del que, como dice el Código del mismo nombre en su artículo 5.3, “no se excluyen los días inhábiles”. Despejando los artículos de la ecuación, podríamos decir que Fuenlabrada entiende que estamos ante una infracción de los estatutos, una norma que una asociación de naturaleza privada se da a sí misma, por lo que el plazo tiene naturaleza civil y terminaba el domingo, sin que el señor Roca estuviera facultado para extenderlo más allá, ya que esa decisión corresponde exclusivamente a la Asamblea.

¿Qué opone la ACB a estos argumentos? La verdad es que es complicado saberlo pues la carta del señor Roca, más que abierta, parece cifrada, incluyendo una amalgama de llamadas a la costumbre, a leyes y jurisprudencia de muy diferente naturaleza y a juicios lógicos y de valor, en muchos casos incompatibles entre sí, que hace que tengamos clara la decisión del presidente de la Asociación de Clubes pero no la forma en la que ha llegado a ella. La primera conclusión a la que podemos llegar leyendo ese texto, pero que no nos ayuda en nada a saber si el Club Ourense Baloncesto ha cumplido o no con los plazos, es que el Presidente de la ACB debería ser más riguroso en el ejercicio de su cargo, cuidar los comunicados (especialmente cuando hay tantos intereses en juego) y no llevar la política institucional de opacidad y nebulosa a la que nos hemos referido en el asterisco de nuestra primera frase hasta sus últimas consecuencias; el prestigio de la ACB y, en general, del deporte del baloncesto, se lo agradecerían…

Foto: ACB Photo Roca arenisca

Foto: ACB Photo
Roca arenisca

Pero dice el viejo aforismo jurídico que las cosas son lo que son, y no lo que las partes dicen que son, por lo que considerando que la arcana carta abierta es solo eso, una comunicación institucional para salir al paso de las acusaciones vertidas por José Quintana en su rueda de prensa, y no una decisión motivada, y puesto que el Baloncesto Fuenlabrada ha anunciado la adopción de medidas legales, será preciso investigar si existe o no algún fundamento legal para la extensión del plazo conferida al C.O.B.

En primer lugar tenemos que considerar que la ACB no es una asociación estrictamente privada como pudiera ser la NBA. Su naturaleza, en tanto en cuanto organizadora de una competición oficial de carácter profesional, es “dual”, no bastando alegar razones estatutarias y de organización interna para escapar de la aplicación de otro tipo de normas, como muy bien pudo comprobar la propia Liga Endesa en sus propias carnes en el caso del Bilbao Basket ante el TAD (pronunciamiento que no puede usarse como antecedente pues, a pesar de la idea imperante en la opinión pública, ¡nunca versó sobre si los Hombres de Negro incumplieron los plazos!; pero, eso, como dijo Kipling, es otra historia…). Paradójicamente, está en el ADN de la ACB esa invocación de la organización interna, su salvavidas para poder ventilar internamente los conflictos y escapar del yugo que supone tener que rendir cuentas a otras instancias, lo que como revelan las cartas a Tizona y Ourense que Encestando.es ha revelado, también ocurrió en este caso. Pero algo a última hora algo le hizo cambiar de opinión, quizá el miedo a que un rechazo de la presentación de documentos el día 15 fuera declarado nulo en caso de ser impugnado por Ourense. Como diría aquél ¿por qué?

La clave del párrafo anterior es la palabra “oficial”. Según los citados Ley del Deporte y Reglamento de Federaciones, la organización de ese tipo de competiciones, las oficiales, es una facultad de carácter administrativo que, bajo la coordinación y tutela del Consejo Superior de Deportes, ejercen las Federaciones. Si la competición además de oficial tiene carácter profesional, se deberá organizar a través de la liga correspondiente, quien actuará en todo caso a dichos efectos en coordinación con la respectiva Federación y de acuerdo con los criterios que, en garantía exclusiva de los compromisos nacionales o internacionales, pueda establecer el C.S.D. Esa necesaria coordinación Federación-Liga se ha de instrumentar en un convenio donde, entre otros extremos, se regularán los ascensos y descensos. Gracias a la conjunción de la opacidad ACBística con los inescrutables designios de Su Sáezidad no tenemos acceso al texto del convenio actualmente vigente, pero sí sabemos que, como no podía ser de otra forma, las Bases de Competición LIGA LEB ORO publicadas por la Federación Española de Baloncesto prevén que los ascensos a la Liga Endesa quedan expresamente subordinados a que se cumplan las condiciones especificadas en el Convenio de Colaboración con la misma. En el Convenio, no en los estatutos.

Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada Cartas sobre la mesa

Foto: Emilio Cobos / Baloncesto Fuenlabrada
Cartas sobre la mesa

De todo lo anterior podemos deducir que el tema de los ascensos y descensos, como parte de un convenio suscrito por la F.E.B. en el ejercicio y desarrollo de una facultad de carácter administrativo, la de organización de competiciones oficiales, tiene a su vez dicha naturaleza y que, por tanto, el cumplimiento de los requisitos de carácter económico, social y de infraestructura previstos en los Estatutos de la Liga Endesa, a dichos efectos, se inscriben en un procedimiento…administrativo. ¿Y qué ocurre con los plazos en esta clase de procedimientos? Pues que, según el artículo 48.3 de la Ley 30/1992, citado de soslayo entre la batería de argumentos de la carta abierta del presidente de la ACB, “cuando el último día del plazo sea inhábil, se entenderá prorrogado al primer día hábil siguiente”. Para hacer un símil que todos conocemos, la NBA sería un colegio privado, y la ACB uno concertado. Y como muchas cooperativas de padres que son propietarias de colegios concertados, puede establecer requisitos internos en sus estatutos, pero a la hora de regular los plazos de matrícula y los criterios de admisión de alumnos, debe sujetarse a lo que haya establecido el concierto con la Administración Pública educativa, que es un procedimiento administrativo.

En consecuencia, creemos que el hecho de que el artículo 8.2 de los estatutos de la ACB prevea que la documentación y pago de cantidades para poder afiliarse a la misma debe hacerse antes del 15 de junio no convierte ese plazo en civil, sino que en la medida en que estemos dentro del procedimiento de ascensos y descensos, que viene regulado por un convenio de carácter público suscrito por la Federación en el ejercicio de una potestad administrativa, se trata de un plazo administrativo y, consiguientemente, debía entenderse prorrogado al lunes por imperio de la ley (no por juicios lógicos de nadie), al ser el último día del mismo inhábil.

Y esa fue la razón por la que la ACB, una vez más, tuvo que ponerse colorada, que el amarillo ya lo tiene gastado de tanto usarlo, y a pesar de su manifestada querencia al día 14 admitir a Ourense por lo hecho el día 15. Para ira del club y aficionados fuenlabreños(**).

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(*) Antes de empezar, una disculpa: este artículo es necesariamente tardío e incompleto ya que, a pesar de todos los esfuerzos empeñados a fin de conseguir la documentación que sería preciso revisar para que el análisis de la situación fuera exhaustivo (estatutos ACB, convenio ACB – Federación…), nos ha resultado absolutamente imposible hacernos con ella. Tendremos, pues, que prescindir de hablar de muchas de las importantes cuestiones que podrían derivarse de este caso (o del caso del Burgos, que es de otra naturaleza) y afectar a su resultado final (ascenso o descenso) y limitarnos únicamente a la del plazo (lunes 15 sí, lunes 15 no). E, incluso respecto de esta, solo podremos aventurar una hipótesis necesariamente incompleta, al basarse en la información fragmentada de la que disponemos. Por ello, más que nunca, siendo conscientes de ese déficit, como dicen los clásicos, recalcamos que lo que aquí se expone será solo nuestra opinión, que quedará sometida a cualquier otra mejor fundada, ya sea en Derecho o en un acceso directo y completo a la documentación oportuna.

Foto: "El ejército de las tinieblas" (Sam Raimi) / Meme: Theobald Philips Klaatu barada nicto

Foto: «El ejército de las tinieblas» (Sam Raimi) / Meme: Theobald Philips
Klaatu barada nicto

(**) Y desgracia de la carrera literaria del que suscribe. Se ofrece cronista verborreico para hacer crónicas inusuales de partidos de baloncesto; trabajamos el cuento ,el ensayo, la épica, la poesía y el audiovisual a partes iguales, sin perder información ni dar puntada sin hilo. Consultar irreverente currículum en Fiebrebaloncesto

Silencio y crujir de zapatillas

64 – 87, Valencia Basket se llevó del Fernando Martín un partido que, desde el minuto uno, no tuvo historia.

Silencio y crujir de zapatillas
Theobald Philips

(Foto: ACB Photo/Fran Martinez) Signo del partido: Panko 14 pts y 3 val, Lucic 3 pts 7 val

(Foto: ACB Photo/Fran Martinez)
Signo del partido: Panko 14 pts y 3 val, Lucic 3 pts 7 val

Allí será el llanto y el crujir de dientes cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros echados fuera (Lucas 13:28)

Un triste partido sin historia el vivido en el Fernando Martín, triste desde que en el minuto uno Sam Van Rossom encestara un triple que abrió un parcial de 0-11 para los taronja, hasta el minuto cuarenta en el que, faltando más de una posesión para el bocinazo final, los de Carles Durán decidieron renunciar a su último ataque y conformarse con los 23 puntos de diferencia conseguidos. Un extraño partido de silencio donde, por primera vez desde finales de 2011 cuando Fiebrebaloncesto decidió destacarme para contar las historias del club del sur de Madrid, el ruido que ha preponderado en el Fernando Martín ha sido el del chirrido de las zapatillas contra el barnizado parquet y donde los asientos de la grada que hay justo enfrente de la tribuna de prensa han estado ocupados, pues los Fuenlablues han visto por primera vez desde que los conozco el partido sentados, sin calentar el ambiente con sus gargantas. Un partido malo y extraño donde un entrenador, Jesús Sala, ha reconocido que algunos de sus jugadores ni siquiera lo han intentado, mientras que a Valencia le han bastado un par de acelerones para conseguir una victoria cómoda en la que su entrenador, significativamente, se ha mostrado contento…»porque nadie se ha hecho daño».

Un partido sin historia donde una crónica al uso debería limitarse simplemente a ir contando cómo los parciales iban siendo consecutivamente ganados por los valencianos, que no necesitaban ni siquiera hacer un gran partido para mantenerse, hasta el último cuarto, por encima del 60% en tiros de dos y casi en el 50% en el total. Donde, los esfuerzos y mejores minutos locales venían de la mano de su incansable capitán, Javier Vega, que sin tener el día desde el 6,75 ha conseguido unos meritorios 13 puntos y 9 rebotes para convertirse en honorífico MVP del partido con 18 de valoración. Con su esfuerzo, cuando era escoltado por Rolands Smits y Jorge Sanz, mantuvo la apariencia de partido que el despertar de Panko había propiciado en el primer cuarto (13-19) hasta que, mediado el segundo, con 24-24, el cisne del Fuenlabrada cantó por última vez ahogado por Harangody con 5 puntos consecutivos que acababan con el espejismo y bañaban de triste realidad el partido: el Valencia Basket iba a ganar cuando quisiera, sin dejar que prendiera la llama de una última alegría fuenlabreña en el ambiente; seguirían oyéndose las zapatillas. En el bocinazo del medio tiempo, la diferencia era de 29-42 culminando los visitantes un fácil parcial de 9-18 en el que todos los que habían pisado la cancha, menos Lucic, habían anotado al menos una canasta.

(Foto: Fiebrebaloncesto / Theobald Philips) ¿Cómo cansar a los incansables? Inusual vista de la grada Blue

(Foto: Fiebrebaloncesto / Theobald Philips)
¿Cómo cansar a los incansables? Inusual vista de la grada Blue

El segundo tiempo siguió por los mismos derroteros, «a ratos en un querer y no poder y a ratos bajando un poco los brazos», como dijo Jesús Sala en rueda de prensa, contestando Valencia Basket a cada amago de reacción de Montakit Fuenlabrada -normalmente proveniente de la encorajinada lucha de Javi Vega- con un golpe aún más fuerte en la boca del estómago que desinflaba completamente al equipo local. Entre chirriar de zapatillas y tímidos pitos a algún jugador, la diferencia llegó a los 21 (41-62) al cambio de cuarto, y a los 27 (53-80) cuando nuevamente Luke Harangody, completamente solo, embocó su cuarto y desmadejado triple. Desde ahí hasta el final, un último esfuerzo de Fuenlabrada por lavar la cara con Branko Cvetkovic como hombre más destacado, hizo que la diferencia quedara en los descorazonadores 23 de diferencia que campearon al final.

Pero, antes de que se consagrara ese 64-87, un último gesto: cuando los jugadores del Valencia, entre felicitaciones mutuas, entregaron el balón a los árbitros para que Fuenlabrada jugara los dos segundos que restaban, Jesús Sala cambió a Andy Panko logrando por primera vez, en toda la tarde, que el ruido que se escuchara en el Fernando Martín no fuera el del silencio y rechinar de zapatillas. El llanto y crujir de dientes de ser expulsados del paraíso…

La batalla de las Ardenas

Un esfuerzo desesperado por romper el cerco del desastre, se estrelló finalmente contra la consistencia de un marine. 73 – 77, así fue la particular batalla de las Ardenas de Montakit Fuenlabrada contra FIATC Joventut.

La batalla de las Ardenas
Theobald Philips

Foto: Alba Pacheco / enCancha.com El marine Savané frenó al Fuenlabrada

Foto: Alba Pacheco / enCancha.com
El marine Savané frenó al Fuenlabrada

A finales de diciembre de 1944, cuando el frente oriental se había roto tras la desastrosa derrota de Von Paulus en Stalingrado, completando los aliados occidentales la triple pinza mortal con sus desembarcos en Normandía y Sicilia, cuando se batallaba en las mismas fronteras de Alemania, la Wehrmacht desencadenó en la zona de las Ardenas su última ofensiva, el canto del cisne, en un desesperado intento por retomar la iniciativa de la guerra y cambiar su curso. Acumulando todos los efectivos de los que podía disponer, soldados, blindados, aviones, en aquel punto del frente, intentó parar el avance de americanos y británicos, romper sus líneas y, con ello, retomar un hálito de esperanza para el Reich. De forma parecida, Manresa fue el Stalingrado del Montakit Fuenlabrada, la batalla en la que el frente del este contra los equipos de la parte baja de la tabla se desmoronó y dejó en las manos de sus contrincantes, especialmente el Ejército Rojo de Pedro Martínez, el camino expedito hacia los puestos de salvación o penúltima y relativa confianza, mientras que las tropas naranjas quedaban atrapadas entre una necesidad de resultados ajenos favorables y un descorazonador frente occidental en el que tres equipos de los que luchan por playoff no iban a regalar nada.

Como aquella mañana de invierno en las Ardenas, Fuenlabrada lanzó su ataque sin previo aviso, desde el mismo amanecer del partido, apoyándose en el fuego de cobertura de la artillería, en este caso un redivivo Daniel Clark que machacó inmisericorde desde la larga distancia el aro verdinegro. Protegidos por la fuerza de Sitapha Savané, único de los badaloneses que veía aro entre el fuego defensivo madrileño, las líneas del FIATC Joventut aguantaron apenas cuatro minutos; cubiertos por el bombardeo lejano de Clark y el despertar del blindado Panko, los fuenlabreños presionaban y atacaban con fiereza el rebote ofensivo impidiendo que la Penya cogiera el ritmo que les interesaba y desmintiendo su nombre: todos los puntos del Joventut habían venido de la mano del citado Savané, Miralles y Vidal. Cuando el primer cuarto se cerró con un 23 – 13, tras triple de Miso, la valoración del Fuenlabrada doblaba la rival, y la aparente igualdad en el rebote era engañosa, pues mientras los 4 ofensivos locales se habían traducido en 4 canastas, de los 5 catalanes en realidad 4 habían sido en la última jugada.

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com "No se vive solo del acierto" (Jesús Sala sobre Clark"

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
«No se vive solo del acierto» (Jesús Sala sobre Clark)

Aunque la salida en tromba había dado resultado sorprendiendo a los verdinegros y obligándoles una y otra vez, al chocar en sus penetraciones contra la blindada defensa local, a devolver el balón al perímetro donde la mejor de las armas de los de Maldonado no pudo funcionar, en el segundo cuarto Montakit Fuenlabrada no pudo mantener el mismo ritmo. También pasó en las Ardenas, donde cuando el tiempo mejoró y permitió a la aviación aliada, muy superior en número, controlar los cielos, se ralentizó el avance alemán al ser castigadas sus divisiones panzer desde el aire. Así, Clevin Hannah, con 2/2, y Álex Suárez (que además consiguió frenar convenientemente a Panko), convirtieron el 1/8 de los diez primeros minutos en un mucho más presentable 3/6 desde la línea de 3 puntos. A Fuenlabrada, como al ejército alemán, se le acababan la gasolina y las municiones, perdiendo en esta segunda fase de la batalla la mitad de los preciosos puntos que había conseguido en la primera (38- 33).

Pero el avance alemán, tras infligir a las tropas fundamentalmente americanas una severa derrota inicial, permitiéndoles casi conseguir sus objetivos de llegar a Amberes, terminó no solo estancándose, sino muy pronto tornándose en repliegue. Por un lado, sus reservas de combustible y munición eran muy limitadas, en realidad absolutamente insuficientes para una operación de tal envergadura, teniendo que mantenerse a base de lo que podían capturar al enemigo y, por otro, a los americanos les llegaron refuerzos al mando del general Patton. En el caso del Joventut su primer refuerzo les vino de las manos de Tariq Kirksay y Damon Mallet que, con sendos triples de inicio, colocaron por primera vez a los suyos por delante en el marcador (39 – 38), aunque fuera fugazmente. Fuenlabrada seguía defendiendo con fiereza y aguantó el envite, retomando la iniciativa incluso, pero no conseguía volver a romper el partido pues únicamente Panko, abusando de la defensa de Abalde, y Cvetkovic, conseguían ver aro con cierta facilidad. Cada canasta se contestaba con canasta, y cada fallo (y hubo muchos e incomprensibles por ambos bandos), con fallo, de manera que la distancia se mantenía. Miralles y Suton relevaban el gran trabajo de Savané en la primera parte y, como los tanques Sherman contra los agotados Panther, ganaban punto a punto hasta colocarse a apenas uno (55 – 54). Un triple postrero de Mayo, en lo que quizá sería su única acción positiva del partido, dejó la engañosa sensación de que en ese tercer cuarto solo se había perdido un punto.

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com "No nos da la misma consistencia defensiva que Moussa " (Sala sobre Akindele)

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
«No nos da la misma consistencia defensiva que Moussa » (Sala sobre Akindele)

La ofensiva de las Ardenas, tras su brillante inicio, terminó como tenía que terminar: agotada en su propia e ilusoria fantasía heroica, ahogada por la realidad de las carencias del ejército alemán en materia de suministros. Los soldados americanos, en pocos días, retomaron la iniciativa y terminaron con ella, devolviendo a sus enemigos hasta el punto de partida y más allá, abriendo el camino que finalizaría con la rendición incondicional de Alemania y la caída del Reich. De igual manera, la sobriedad y efectividad del camarada del Almirante Robinson golpeó una y otra vez el flanco interior del Fuenlabrada, perdido entre la cuarta falta de Diagné y la abulia de Deji Akindele, manteniendo a los suyos en el partido, muy cerca del Fuenlabrada. Hannah y Suton, tras esa nueva exhibición inicial de Sitapha, tomaron el relevo desde el 6’75 e igualaron el marcador, pareciendo susurrar al oído de los naranjas «no lo váis a conseguir». Sin combustible en sus cuerpos ni munición en sus manos, con empate a 73, llegó el fatal desenlace para Montakit Fuenlabrada.

La gasolina de Daniel Clark (21p, 20val) se agotó en un intento de triple salvador desde el frontal, a más de 7 metros de distancia y, en la jugada siguiente, aunque Goran Suton no pudo ni tocar el aro con su tiro, a Diagné se le fue el balón por la línea de fondo. Tras tiempo muerto, con apenas un segundo de posesión, el croata rectificó su error y clavó dos puntos de acero en la tapa del ataúd fuenlabreño. Después de todo, la ofensiva daba a su fin y las tropas habían vuelto al punto de partida. Panko, en un último esfuerzo bien defendido, falló también una de sus habitualmente certeras suspensiones desde el tiro libre y, aunque Moussa fue capaz de cortar el balón en el ataque verdinegro, la falta de fuelle y los nervios jugaron una mala pasada a Alberto Díaz que, en una entrada no demasiado acertada, fue taponado por el incombustible marine Savané. Dos tiros libres de Kirksay sentenciaron el resultado final.

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com Más que chispas entre los veteranos

Foto: Lydia Calvo / Fuenlafreak.com
Más que chispas entre los veteranos, que los árbitros no supieron cortar

Como la Wehrmacht, Fuenlabrada perdía la batalla de las Ardenas, pero no perdía la guerra en esos campos de Bélgica. Las Ardenas, como la heroica frente a Joventut, Iberostar Tenerife y Valencia Basket, no eran más que su canto del cisne, un ilusorio y postrero intento de enmendar todos los errores del pasado que le han conducido…hasta la derrota final. Ahora, a expensas de lo que pueda quedar de moral de la tropa, encerrados en el búnker de la Cancillería solo queda esperar un milagro en forma de resultados o cuestiones burocráticas que, de forma sorpresiva y a pesar de todo, salven a este ejército del desastre.

Noche de Walpurgis

Retrasó unas horas La Bruixa D’Or la celebración de la Noche de Walpurgis, sumiendo al Montakit Fuenlabrada en el aquelarre de la última plaza (68-53)

Noche de Walpurgis
Theobald Philips

«Traiga la escoba, traiga el bastón;
traiga la horquilla, traiga el cabrón;
quien no se pueda hoy remontar,
hombre perdido se ha de juzgar
«

(Coro de brujas, «Fausto», J.W.Goethe)

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com) Devin White hizo brujerías (21 pts, 26 val)

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com)
Devin White hizo brujerías (21 pts, 26 val)

Cuentan los viejos del lugar que, la noche del 30 de abril al 1 de mayo, es la Noche de Walpurgis. En ella las brujas, saliendo por las ventanas, por los huecos de las chimeneas, por los ojos de las cerraduras, montadas en escobas vuelan a reunirse en lugares secretos donde celebran ritos ancestrales que ningún buen cristiano debería ver. En esa noche es mejor quedarse en casa y no aventurarse en la tiniebla pues, el incauto que así lo hiciere, podría encontrarse con una de las brujas que, al reconocer en la furtiva figura a un no-iniciado en el culto secreto, primero jugará con él, haciéndole blanco de sus hechizos y tornando la realidad en apariencia para que cuando, loco, ya no pueda soportarlo más, conseguir condenar su alma de forma definitiva. Algo que le ocurrió con unas horas de retraso al humilde montador de cocinas que, confiado en sus propias fuerzas, paseaba tranquilo por el Vallès y se encontró con La Bruixa D’Or.

Fue su primer hechizo hacer que el Montakit Fuenlabrada viviera en sus propias carnes, pero desde el lado contrario, el mismo partido que hace menos de una semana jugaba en su cancha contra el Laboral Kutxa. Sí, sin comerlo ni beberlo, la parroquia naranja se vió atrapada en las carnes baskonistas, viendo como su rival empezaba como un huracán, cerrando el aro propio con una tapa (incluso en los tiros libres) y encontrando el contrario con facilidad, para fabricarse una ventaja (8-0) que, a la larga, y a pesar de los esfuerzos por romper el hechizo, no llegaría nunca a perderse del todo. Los de Pedro Martínez eran todo corazón, pero conscientes de lo que se jugaban también fueron presa de los nervios cuando los madrileños, una vez que Alberto Díaz sustituyó al inoperante Mayo y Diagné al apático Akindele, parecieron conseguir salvarse de la quema cerrando el cuarto con un sorprendente, vista las dinámicas de juego de ambos equipos, 13-8.

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com) Abracadabra, Sánchez hace desaparecer a Panko

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com)
Abracadabra, Sánchez hace desaparecer a Panko

El segundo de los hechizos, la transmutación de Alfonso Sánchez en un Bruce Bowen o un Isma Santos en la defensa sobre Panko, se rompió merced a la mezcla de faltas y cansancio del malacitano. Roger Grimau, a pesar de los esfuerzos, no pudo continuar la labor de su compañero y el terminator de Harrisburg tuvo por fin un respiro en el que anotar 7 puntos que, unidos al temor manresano a la oscura noche de los brazos de Diagné y al despertar de Branko Cvetkovic, hizo que el marcador se apretase aún más, pareciendo que Fuenlabrada había conseguido zafarse definitivamente de las asechanzas de la bruja y recuperar la línea de buen juego que había tenido en los últimos partidos. Pero las hechiceras son engañosas y, cuando los visitantes desearon jugar como los grandes, le concedió ese deseo para que se ahogara en él. Los de Jesús Sala comenzaron a jugar como el Real Madrid de los malos momentos, sin cerrar el rebote (con Sakic y Rizvic corrigiendo los fallos de sus compañeros) y no teniendo más recursos que tiros precipitados o sin posición desde el 6’75 (0/9) lo que, gracias a la voluntad de Manresa por pelear todos los balones, se tradujo en que la ventaja al descanso, en vez de disminuir, se había doblado (33-23).

Al reiniciar el juego, Moussa Diagné intentó acabar con el mal de ojo con uno de sus tapones, pero un triple de Seeley dejó claro que La Bruixa D’Or no iba a dejarse asustar tan fácilmente. De hecho Devin White, ante la impotente mirada de Josh Mayo, se montó en su escoba y, sin importarle la distancia a la que estuviera del aro, los segundos de reloj que restasen para agotar la posesión o, una vez sentado el pequeño 1 americano, la mano que le pusieran delante, disparó a los suyos hasta un 43-25 que amenazaba con destruir, además de las esperanzas de victoria del Montakit Fuenlabrada, la bolsa de canastas que Papá Noel les había traído al Fernando Martín. Daniel Clark, sin embargo, rompió el maleficio de la larga distancia embocando el primer triple madrileño cuando se llevaban ya veintisiete minutos de juego y, además, Deji Akindele recordó el jugador que una vez fue y, a base de forzar faltas a sus defensores, acercó de nuevo a los suyos hasta el punto de que, cuando agotado tuvo que ir a descansar al banco ya bien entrado el tercer minuto del último cuarto, Fuenlabrada había culminado un parcial de 2-12 para dejar el partido a tiro de piedra (47-42). Con el africano se sentó también Jorge Sanz, que había aportado desde el puesto de base tanto esfuerzo defensivo como cabeza ofensiva.

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com) Akindele apareció y desapareció a lo largo del partido

(Foto: Alba Pacheco / enCancha.com)
Akindele apareció y desapareció a lo largo del partido

Sin el exmadridista, White volvió a encontrar primero a Fotu y luego al aro, rematando una espectacular faena y devolviendo la condena de los 9 puntos de desventaja a los visitantes que, con balón hechizado que se les escapaba continuamente de las manos (23 pérdidas propias y 11 recuperaciones de Manresa), sin recordar una vez que volvió a pista que los balones a Akindele les había hecho remontar anteriormente, y con Panko excesivamente descentrado por su duelo particular con Sánchez, fueron incapaces de superar el esfuerzo defensivo y coraje de los manresanos que, sin mayores esfuerzos, cerraron una importante victoria aumentando la diferencia de puntos hasta el 68-53 final.

Como si formara parte del coro de brujas de la Noche de Walpurgis en el «Fausto» de Goethe, La Bruixa D’Or cantó triunfante «…y jamás volarás si hoy no vuelas», siendo Montakit Fuenlabrada el que terminó condenado en la hoguera.

Stars on 45

En el río revuelto de los nervios, Montakit Fuenlabrada pescó ante Gipuzkoa Basket, prórroga incluida, un pez de salvación (74 – 86) [Foto portada: www.diariovasco.com]

Foto: www.rtve.es Andy Panko, el que nos da de comer

Foto: www.rtve.es
Andy Panko, el que nos da de comer

Cuarenta y cinco minutos de nervios, de altibajos y vaivenes, solo pueden mantenerse a flote si los jugadores no pierden el norte, si no dejan que los vasos comunicantes entre ambas zonas se activen de manera que, cuando la muñeca se arruga y el aro se hace un guá, se olviden las ayudas o el cerrar los huecos bajo el tablero propio. Cuando se es consciente de que, si no se puede componer una sinfonía, hay que agarrarse con fuerza a una base rítmica machacona pero pegadiza en defensa, que permita ir enlazando las canciones hasta el final de la fiesta. Eso hizo Fuenlabrada, consiguiendo tras dura lucha contra un Gipuzkoa Basket que no se rendía llevarse la victoria a casa, con el sobreañadido de recuperar el basketaverage que se dejó ir en el Fernando Martín al cabo del año.

No fue el arranque del partido precisamente muy prometedor para los visitantes pues los de Ponsarnau, sabedores de que la dureza mental no ha sido una de los fuertes naranjas durante esta temporada, empezaron en plan vendaval poniendo un 7-0 de distancia que, muy rápidamente y tras un triple del cada vez más crecido Dani Díez, se transformó en un 14-6. No consiguieron sin embargo el efecto descorazonador deseado y, el despertar del de siempre con 4 puntos consecutivos, acercaron a Fuenlabrada, ayudando junto con el plus defensivo que supuso la entrada del repescado Jorge Sanz a que el descontrol se controlara. A partir de ahí, pudimos asistir a una sonrojante riada de fallos concatenados de ambos equipos, que cerraron el cuarto con el mismo 14-10 que Panko había puesto casi cuatro minutos y medio antes en el marcador.

No se desesperó por el doloroso porcentaje (0/9 3p) Fuenlabrada, agarrándose con fe a la línea del bajo de su defensa, esa que había cerrado las vías de anotación del contrario, para continuar el partido. Gipuzkoa, sin embargo, no consiguió mantener la melodía en su juego y muy pronto se vio igualado, con el primer triple del pelirrojo Díaz (17-18) en uno de sus grandes días, e incluso superado a mitad de cuarto tras dos puntos de Clark (17-20). Jaume Ponsarnau pidió tiempo muerto para recuperar el compás, pero sin resultado; Fuenlabrada, basado en la perenne férrea defensa, conseguía atemperar los nervios en ataque y, con varios fusilamientos de tres de Mayo, irse al descanso con un tranquilizador 26-33.

Foto: www.diariovasco.com Defensa, la base rítmica del Fuenlabrada

Foto: www.diariovasco.com
Defensa, la base rítmica del Fuenlabrada

Al regresar al juego, Gipuzkoa se desesperaba ante el machacón ritmo defensivo con que le obsequiaba su rival, que logró aun merced a la nueva #Pankoperformance estirar la ventaja hasta 33-44. En ese momento, Dani Díez desde el 6’75 consiguió encauzar a los suyos, que se armonizaron a la melodía del vallecano para acercarse en el marcador. Los chicos de Jesús Sala, sin embargo, aguantaron el envite nuevamente, sin bajar los brazos, consiguiendo en el minuto 30 estar aun por delante (49-51). Seguir el ritmo, un-dos-tres, un-dos-tres, no perder el paso en defensa a pesar de que el contrario juegue mejor o que los balones no quieran entrar, fue de nuevo la fórmula que aplicó Fuenlabrada para, con un juego coral en el que Andy Panko actuaba como virtuoso del violín, volver a escaparse hasta 50-60. Gipuzkoa, por el contrario, echaba el resto a base de diversos solos, ora de Iarochevitch ora de Jordi Grimau que, en un recital fundamentalmente desde la línea de 3 puntos, consiguieron igualar el marcador a 70 en el momento en que el partido debería haber terminado.

En el bonus track, se impuso el medley Panko-Cvetkovik-Mayo para, a partir de la perenne defensa en la que el equipo no dejó de creer, con especial mención a un Akindele que en ese tramo decisivo paró a un Doblas con el que los guipuzcoanos se obsesionaron, olvidando otros instrumentos que antes les habían dado mejores tonos, endosar a los locales un parcial de 4-16 que no solo daba al dúo Sala-Gómez, compositores de letra y música, su primer Top 1 en las listas ACB, sino que además relegaba al Gipuzkoa Basket a estar por detrás del Montakit en caso de un hipotético empate en la clasificación. Victoria de fe, victoria de equipo: Stars on 45.

Los vi morir

En la batalla de hambres, la de playoff del Herbalife Gran Canaria se impuso 65 – 76 a la de permanencia del Montakit Fuenlabrada [Foto portada: EFE]

Los ví morir
Theobald Philips

(Foto: ACB Photo) Diagné, uno de los mejores de su equipo

(Foto: ACB Photo)
Diagné, uno de los mejores de su equipo

Poco duran las esperanzas en casa del pobre y, en la de Fuenlabrada, las de que Herbalife Gran Canaria viniera arrastrando la resaca de su gran victoria europea se desvanecieron en apenas dos minutos y medio, los que Brad Newley con un triple y Tomás bellas con 4 puntos tardaron en disparar el marcador a un 0-7, en una ventaja que prácticamente ya no cedieron durante el resto del partido. Daba igual que el nuevo cuerpo técnico local hubiera cambiado las rotaciones sacando a Diagné y Miso de inicio, o metiendo por fin a Dani Pérez como primer recambio en el puesto de base. Fuenlabrada remaba, agresivos atrás pero sin encontrar su sitio en ataque, maniatado Andy Panko por el alero australiano de los amarillos. Aún así, el corazón naranja pudo reponerse al inicio y acercarse todo lo que pudo a sus rivales, sobre todo encontrando en los cielos las manos de Moussa Diagné, que destrozaron el aro para acercarse a apenas un punto, con 40 segundos por jugarse. Acercarse, estar con al agua al cuello y ver a un paso (11 – 12) la línea salvadora de la tierra, que de forma cruel el Gran Canaria alejó con un pequeño parcial que volvió a recuperar prácticamente la distancia inicial (13 – 18). Esa fue la tónica del partido.

Siguió remando el Fuenlabrada en el segundo cuarto, pero el espejismo de Deji Akindele bailando a un Tavares que, en el primer cuarto, había sido gastado por Diagné, se quedó en eso, en un espejismo como lo han sido los últimos partidos del 17 fuenlabreño, que apenas pudo sacar en claro un tiro libre. Sin embargo, Gran Canaria sí encontraba a sus tiradores, Kuric, Urtasun, Oliver y, desde el perímetro, castigaba los fallos locales para llegar a unos cómodos 11 puntos de ventaja (19 – 30). No bastaba el corazón, pues al poco acierto en ataque, con paupérrimos porcentajes, se le añadía la harina espesante que suponía tener a Josh Mayo en el timón. Fue la salida del pequeño americano y del desangelado Akindele de la pista (3 tiros en todo el partido), y la vuelta de los más implicados Andrés Miso y Moussa Diagné, lo que devolvió cierta fluidez al juego de los de Jesús Sala. A su rebufo, Andy Panko, hasta entonces atrapado entre los barrotes de Brad newley, Ian O’leary y Eulis Báez, decidió que no era el día de ser Supermán, sino de trabajarse cada punto desde el tiro libre y ayudar en el rebote. Con esa fórmula, Montakit rascó hasta un 30 – 32 a minuto y medio del final, tras la ¡primera canasta en juego! de Panko y dos tiros libres de Alberto Díaz. Nuevamente cerca, y nuevamente Gran Canaria demostró su hechura de equipo grande, terminando el cuarto con un triple de Bellas y un tiro libre de Báez que dejaban un ambiguo 32 – 36 en el luminoso. En esa primera parte, Fuenlabrada había vivido de su agresividad defensiva, intentando restañar la sangría de porcentajes de tiro y pérdidas de balón con rebotes ofensivos y un 18/21 en tiros libres, fruto en muchos casos de esas segundas posesiones. No parecía suficiente bagaje contra el finalista de Eurocup.

(Foto: ACB Photo) Andrés Miso, vuelta a la rotación

(Foto: ACB Photo)
Andrés Miso, vuelta a la rotación

En el principio del tercer cuarto, ambos equipos se vieron presa de los nervios. Fuenlabrada seguía perdiendo balones, o fallando más tiros de los que situación le debería permitir, con Panko excesivamente empeñado en tirar dese el 6,75. Pero, al contrario de lo que había pasado en los primeros veinte minutos, Herbalife no era capaz de castigar esos fallos, manteniéndose durante mucho tiempo esos cuatro puntos de diferencia con los que nos habíamos ido al descanso. Un triple de Dani Pérez en el minuto 27 fue el canto del cisne naranja (46 – 47), que a partir de ahí encajó un parcial de 2 – 8, iniciado por dos faltas consecutivas de Rolands Smits sobre Urtasun y Paulí que estos no perdonaron desde el tiro libre, y que remató Bellas poniendo en evidencia la defensa de Josh Mayo. Aún así, en el minuto treinta, el Fuenlabrada seguía en pie, tambaleándose pero en pie, teniendo todo un cuarto por delante para remontar el 48 – 55 que mostraba el marcador.

Al inicio de ese tramo decisivo, los equipos intercambiaron golpes, al mentón y -muchas veces- al aire, hasta que Albert Oliver, una vez más, tomó la manija del partido. De la mano del catalán, y sin que el juego fuera excesivamente brillante, Gran Canaria fue rascando algún puntito más a sus rivales que, enfrascados en echarle corazón, empezaban a jugar sin demasiada cabeza. Ya no se conseguían faltas y tiros libres, y ya no se dominaba el rebote. En un partido espeso, los esfuerzos cada vez eran más baldíos, dejando por ejemplo que una magnífica defensa de veintitrés segundos y medio finalizase con un rebote ofensivo de Eulis Báez y que, en el subsiguiente tiro del equipo canario, el rebote defensivo se escapara de entre los dedos de los pívots locales para que después de tanto ir y venir los salesianos consiguieran anotar algo, aunque fuera desde el tiro libre. Nada salía a Fuenlabrada y Oliver, que abrió su tumba con un triple que rompía el status quo (53 61), echó también la última paletada sobre el cadáver naranja con otro triple a falta de poco más de minuto y medio (59 – 68), que dejó las cosas sentenciadas.Cuando tras ese tiempo Fuenlabrada terminó su agonía con el 65 – 76 final, los pitos y gritos contra el palco fueron su himno fúnebre. Tras tanta lucha, los vi morir.