Cuestión de carácter

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Se estrenaba Luis Casimiro en el Fernando Martín, y lo hizo con una contundente victoria por 16 puntos (84-68) frente a un Iberostar Tenerife al que las lesiones y los presupuestos turcos han privado de la fuerza le llevó a la Copa, haciéndole entrar en una espiral de juego descendente en la que habrá que ver si las victorias conseguidas en los días buenos le van a dar de comer hasta final de temporada.

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Cuestión de carácter

Theobald Philips

16.marzo.2014

Foto: Fran Martínez / ACB Photo

 Si hablamos de carácter, hablamos de Marcus Arnold (15p, 7 reb, 3 tap, 17 val)

Desde principio de esta temporada el leit motiv de Ferrán López, director deportivo del Baloncesto Fuenlabrada, ha sido el de que había que recuperar el “carácter Fuenla”. Tanto es así que, leyendo entre líneas, parece haber sido precisamente un defecto de carácter, la imposibilidad del equipo de mantener una línea regular de actuación -las famosas pájaras- la tinta con la que se firmó tanto la carta de despido de Chus Mateo, como el contrato de Luis Casimiro. Pero, ¿qué es el carácter?


Dicen los psicólogos que el carácter se compone de tres propiedades básicas, emotividad, actividad y resonancia, que son las que definen la forma en que afrontamos las impresiones que nos produce la vida diaria. Según como se den dichas propiedades en una persona, esta puede ser emotiva o no emotiva, activa o no activa y primaria o secundaria, dando las diferentes combinaciones de estas características los ocho tipos básicos de carácter (nervioso, sentimental, colérico, etc.). Parece ser que esas propiedades son innatas y, además, son inmutables. Es decir, por mucho que hagamos, nunca dejaremos de ser el tipo de carácter básico con el que hemos nacido. Sin embargo, para poder convivir con los demás, aprendemos a desarrollar hasta un cierto punto la característica opuesta a la que tenemos de manera que, si por ejemplo somos emotivos, lo controlamos con una no emotividad autoimpuesta de forma que no nos derrumbemos en lloros ante cualquier nimiedad, si somos no activos desarrollamos una actividad para no abandonarnos en la cama hasta generar escaras en el cuerpo, y si somos secundarios desarrollamos una cierta primariedad, una capacidad de improvisación y disfrute, para que la reflexión no nos paralice. Nunca dejamos de ser lo que somos, pero aprendemos a ser lo que no somos y a sentirlo como propio, para poder vivir. Pero, antes de que el follaje nos haga perder la perspectiva, ya va siendo hora de que podemos las ramas por las que se ha perdido el abuelo Theobald para ver hasta donde quiere llegar.


Luis Casimiro lleva apenas dos semanas al frente del barco naranja-azul del sur de Madrid, pero su mano ya se ha hecho notar. Desde un quinteto inicial de donde han desaparecido Diagné, Vega, Dani Pérez y Paunic en favor de Arnold, Vargas, Cabezas y Feldeine, queriendo entrar junto a Panko con toda la artillería desde el principio, el estilo ha cambiado. Algo inaudito en un equipo que, durante el último año y pico, ha vivido de mirar de lejos, en los primeros diez minutos el Fuenlabrada se dedicó a alimentar a sus pívots, que se llevaron 9 de los 16 tiros de campo, siendo de estos últimos solo 3 triples. La estrategia, sin embargo, no parecía dar sus frutos pues Tenerife, con un Levi Ros desatado y unos interiores tan poco vistosos (Fajardo, Chagoyen, “Pipa” Gutiérrez) como efectivos, tomaba pequeñas ventajas de 4 a 6 puntos fruto de un juego fácil que, además, en el rebote ofensivo (7/15 posibles en el primer cuarto) corregía los malos porcentajes de tiro (1/8 3p). La aparición de la “pantera fajadora”, Marcus Arnold, devolvió la igualdad al marcador (18-19 al fin del 1Q), y la tranquilidad a este arrumbapalabras que, tras el partido de Manresa, temía por la continuidad del de Chicago en los esquemas del nuevo entrenador.


Ya bien entrado el segundo cuarto se abrió la caja de los triples para ambos equipos, ya que en los trece primeros minutos de juego solo había habido uno, además de un interior (Gutiérrez). Y, ahí, en ese juego, Fuenlabrada se olvidó de la “interiorización” autoimpuesta y se entregó a su carácter innato, el del bombardeo a distancia, haciendo que el 0/3 del primer cuarto fuera un 4/8 en el segundo. Y, siguiendo también su tendencia natural, cambió las preferencias de a quien tenía que servir los balones, olvidándose momentáneamente de sus pívots y volviendo a cebar a sus estrellas, facilitando que los cero puntos iniciales de la dupla Panko-Feldeine explotaran en 9 puntos para el de Harrisbourgh, y otros tantos para el newyorko-dominicano. El carácter, la personalidad innata del equipo salía a flote y, con ella, una defensa aguerrida que solo cedió un rebote más en su propio aro y que, en el último minuto antes del descanso, propició un 9-0 de parcial que paró el luminoso en 46-37.


Pero el carácter es lo que tiene, su lado positivo y su lado negativo. Recordando la no actividad innata que lleva en su personalidad, ante el primer obstáculo que se encontró, otra buena racha de Levi Rost y una buena defensa sobre Panko mientras Feldeine descansaba, el Fuenlabrada se vino abajo dejándose remontar hasta que Iberostar rozó el empate (50-48). Ahí, Paunic encestó “su” triple, ese que suele meter en los momentos calientes, y que tranquilizó a sus compañeros. Sí, solo había que recordar lo que se era, lo que el entrenador les había enseñado: hay aprovechar el carácter innato, pero moderarlo con las propiedades contrarias que le dan equilibrio. Panko y Dani Pérez, magistral en la dirección y en la anotación, se añadieron a la fiesta triplista y Feldeine a la reboteadora (11), demostrando que es -o puede ser- un jugador mucho más completo que una simple máquina de anotar. Los locales, al final del cuarto, volvían a tomar 8 puntos de ventaja (62-54). La defensa iba drenando la anotación de los de Alejandro Martínez (19, 18, 17 y 14 en el 4Q), que ya no encontraban en el rebote segundas oportunidades.


En el último cuarto, con la entrada de Arnold y Vega (muy buen partido del capitán, otro que recuperó protagonismo respecto a Manresa) se apagaron las luces tinerfeñas, que se veían incapaces de encontrar forma de armar el brazo entre un bosque de manos naranjas que robaba los balones o hacía que quedaran sueltos, teniendo que improvisar un tiro forzado (una sola canasta en 5’). Desde la defensa, contragolpe a contragolpe, triple a triple, con Feldeine de estilete pero bien apoyado por sus compañeros, la victoria (más dulce, tras las derrotas de Estudiantes, Manresa y Murcia) se vio claro que, contundentemente, por fin iba a quedarse en casa.

 

En Tenerife, horas bajas para un equipo que nos ha ilusionado a todos los aficionados, y al que a la legua se le nota que, a su juego fácil, le faltan piezas; tendrá que sufrir y tirar de las reservas acumuladas, para mantenerse lejos del abismo y que la magnífica apuesta hecha por este proyecto con la renovación de Alejandro siga teniendo futuro. En el caso de Fuenlabrada, parece que Luis Casimiro ha encontrado la difícil receta del equilibrio, la de tener más bazas en la mano que las previsibles y conjugar las cualidades innatas de sus jugadores con una concentración y control que les permita no irse de los partidos. Es la eterna lucha entre lo que somos y lo necesitamos ser. Cuestión de carácter….