Cultura del esfuerzo, cultura del talento

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La pretemporada no cuenta, la competición es otra cosa, escuchamos una y otra vez con incredulidad los aficionados, todavía afectados del síndrome de abstinencia baloncestística del verano. Tozuda verdad, que a veces no alcanzamos a entender, pero que es la misma con la que se topó Valencia Basket en la Supercopa, y que se ha encontrado Fuenlabrada en su primer partido ACB.

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Cultura del esfuerzo, cultura del talento

Theobald Philips

30.septiembre.2012

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Charles García superado por las circunstancias. Fuente foto: acb.com




La pretemporada no cuenta, la competición es otra cosa, escuchamos una y otra vez con incredulidad los aficionados, todavía afectados del síndrome de abstinencia baloncestística del verano. Tozuda verdad, que a veces no alcanzamos a entender, pero que es la misma con la que se topó Valencia Basket en la Supercopa, y que se ha encontrado Fuenlabrada en su primer partido ACB.

Se enfrentaban dos equipos con muchos paralelismos, a pesar de la obvia diferencia de objetivos que los separa: camisetas naranjas, ausencia de patrocinador (uno absoluta, y el otro porque un cocodrilo en el bolsillo se ha comido al de la camiseta), cambios notables en la plantilla respecto a la temporada pasada y preparación inmaculada, plena de victorias y buen juego, que parecían augurar que se había acertado con dichos cambios. Pero la pretemporada no cuenta, recuerdo, y ahora era el momento de despejar la incógnita.

Los valencianos mostraron desde el salto inicial una defensa asfixiante, desde muy arriba, y una rapidísima circulación de balón en ataque. No, no se trata de la muletilla del “pase extra”, tan de moda, sino de que el balón corra por el perímetro y de dentro hacia afuera con rapidez endiablada, de forma que la defensa contraria no pueda seguir el ritmo y, tarde o temprano (se puede jugar rápido a 24 segundos), haya un tipo que tira casi solo. Y es que el alto porcentaje del Valencia no fue casualidad, se lo trabajaron durante toda la contienda.

Fuenlabrada, por el contrario, debió dejar el buen juego de las últimas semanas en el inundado túnel del AVE a Valencia, allá por Albacete. En ataque, se atoró completamente en la tela de araña taronja, perdiendo balones que no llegaban a ningún sitio (hasta 7 en el primer cuarto); en defensa, el empeño no era suficiente, y encajaba puntos desde todas las posiciones. Chuck García cometía dos faltas en 3 minutos, Feldeine y Gladyr no olían bola, los jóvenes no terminaban de aportar, y de los veteranos sólo Sergio Sánchez se mostraba al nivel esperado. Con este panorama, no es raro que la primera canasta fuenlabreña llegara más que pasados los cuatro minutos, y a manos del hombre que no debía estar allí (Diagné, en la plantilla del equipo vinculado).

Como con 12-2 no le funcionaba nada ni nadie, Porfirio intentó una zona 2-3. A primera vista parecía que tampoco servía de mucho, ya que Lukauskis, Markovic y Dubljevic se dedicaron a engordar la estadística de triples, pero lo cierto es que frenó la sangría y devolvió a Fuenlabrada al partido, dándole una pátina de igualdad: hasta el final de ese primer cuarto, los madrileños por lo menos mantuvieron la desventaja inicial (26-14).

El segundo cuarto siguió el mismo derrotero, y los de Fisac consiguieron empatar el parcial (50-38). Lo cierto es que, si bien se mantenía una aparente competitividad, Fuenlabrada nunca consiguió bajar de los 10 puntos, y el Valencia jugaba con la tranquilidad de la ventaja bien ganada. Les bastaba apretar un poco poder para poder correr, y mover rápido el balón para que Lukauskis abonara la leyenda de las muñecas lituanas desde el 6’75. Los valencianos mantenían los porcentajes y el número de asistencias a nivel estratosférico, y la impresión del espectador era que, en cuanto apretaran el acelerador, se acabaría el partido.

Y así fue. En la reanudación, hubo un momento donde Peras les puso las ídem al cuarto a los suyos porque ya se sabe, eres superior, vas a 8 o 10 puntos, te relajas, encajas un par de triples y te entra una jaqueca… “Jugamos con Bojan”, dijo con ese acento tan característico, y Bojan demostró lo que venía anunciando desde su etapa junior. Debe ser cosa de la tierra de Montenegro eso de la muñequita de seda, porque Dubljevic borró el espejismo de igualdad a golpe de 6’75. Y cuanto más acertado estaba Valencia, más se precipitaba Fuenlabrada. Se precipitaba en el juego y se precipitaba en el abismo (74-55). Como curiosidad, Chuck García intentó su primer tiro de campo a falta de 3’42’’ para el final de este cuarto. Los últimos 10 minutos fueron un paseo valenciano que, conseguida la victoria desde fuera, decidieron asegurarla desde dentro metiendo balones a su torre brasileña. Fuenlabrada, desarbolado, se dejó ir hasta el 93-65 final.

En Valencia Basket, Perasovic ha solventado la marcha de sus tres estrellas (y de un infravalorado pero esencial fontanero de garantías como Newley, del que nadie habla) con una batería de talentosos fichajes que se han integrado a las mil maravillas en la filosofía del croata del que sospecho que convenció a su presidente de que no buscara patrocinador, a fin de que el lema “Cultura del esfuerzo” siguiera luciendo en la camiseta taronja. Esfuerzo y talento, fórmula magistral que promete, a poco que los valencianos se lo crean, devolver a los de la Fonteta al escalón de verdadera alternativa.

En Fuenlabrada, muchas cosas que mejorar. Pero, conociendo la psicología del equipo, puede que este baño de realidad haya sido bueno, pues el espejismo de pretemporada podría estar creando un clima de euforia similar al que, el año pasado, casi arroja al equipo desde la Copa y los triunfos de Euro Challenge al fuego eterno de la LEB. A poco que Sené (presencia testimonial en la Fonteta) recupere ritmo, descargando de responsabilidad a García, muy atenazado, que algunos veteranos como Colom y Mainoldi den un paso al frente y que el equipo sepa encontrar a sus estrellas del perímetro (Gladyr se jugó sólo 5 tiros), el proyecto “la juventud baila” que nos ha preparado Ferrán López este año promete divertir.

 



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