De oficio, ganar

Un clavo saca otro clavo, lo semejante llama a lo semejante, y la victoria trae victorias. Remontando un mal partido, Montakit Fuenlabrada consiguió en la segunda prórroga asaltar el Fontes do Sar 95 – 100 [Foto portada: ACB Photo / J.Marqués]

De oficio, ganar
Theobald Philips

(Foto: ACB Photo / J.Marqués) Gran partido de Benzius... durante 37'30"

(Foto: ACB Photo / J.Marqués)
Gran partido de Benzius… durante 37’30»

Cuando año tras año sale la marmota Phil y vemos como los equipos llamados a ser alternativa en nuestro baloncesto no llegan a cristalizar la expectativa, más allá de la consabida (y fundamental, sin duda) diferencia de presupuestos, a mi mente acude la idea del oficio. Que, para los grandes, su profesión es ganar, y no solo tienen las herramientas mentales para hacerlo cuando la olla tiene más presión sino que, durante el largo camino de la temporada regular, a pesar de dejarse algunos pelos en la gatera van a la oficina a ello y, al final, están siempre en lo más alto de la clasificación porque consiguen victorias aunque jueguen mal. Y ese es el oficio que -a nivel F.P., digamos, en su liga- parece que está aprendiendo Montakit Fuenlabrada en sus partidos fuera de casa en la segunda vuelta: permitirse el «lujo» de jugar mal y volver a casa cantando «Mi gran noche».

La puesta en escena en Santiago no pudo ser más penosa para los pupilos de Cuspinera, permitiendo a Río Natura Monbus más bandejas que en una película de Emma Thompson y/o Keira Knightley adaptando una novela victoriana. 7/8 de 2 puntos, y muchos tiros libres provocados por las tardías ayudas defensivas, fue el bagaje de los gallegos en el arranque de partido, con Caloiaro y Bendzius como verdaderos estiletes. En el ataque del equipo madrileño, sin los robos en la primera línea de defensa no pudieron verse estampidas de Ivan Paunic y, como la presión de saque de fondo y las defensas alternativas ordenadas por Moncho Fernández cortocircuitaban la circulación de balón, se sufrían muchas pérdidas. Fuenlabrada lo pasaba mal, y solo los flashes de la acertada muñeca desde más allá del 6,75 de sus dos jugadores de color le permitían estar en el partido (26 – 21). Sin Popovic, y con Urtasun extrañamente nervioso, no era una demasiado mala noticia.

La defensa era el único modo de remontar el partido, y los naranjas lo consiguieron a rachas: cuando el culo bajaba y los gallegos ya no podían servir el té en bandejas de plata y tacitas de porcelana el ataque, fundamentalmente encomendado a la estrambótica muñeca de Ernest Scott, conseguía apretar el tanteo (33 – 30, minuto 15). Pero entonces se volvía a las andadas y el juego de Obradoiro, bien dirigido por Pozas y culminado por Bendzius y Yusta, mantenía sus porcentajes en unos estratosféricos 13/15 2p y 5/10 3p. La línea de tres puntos ya no era un recurso para Fuenlabrada, sino una barrera infranqueable de manos gallegas que provocaban una circulación naranja en constante C, con tiros precipitados y sin posición, sin dibujar ni una sola M por la extraña ausencia, durante los segundos diez minutos, de las balcánicas amenazas de Sobin y Stevic en la pintura. El esfuerzo reboteador de Chema González en el tablero obradoirista, encomiable, era un fastidio pero no una amenaza.

(Foto: ACB Photo / J.Marqués) ¿Tapón de Stevic o manotazo a tablero? Moncho expulsado

(Foto: ACB Photo / J.Marqués)
¿Tapón de Stevic o manotazo a tablero? Moncho expulsado

El 47 – 39 del descanso se convirtió, en el minuto 30, en un 66 – 59 con un guión muy similar. Obradoiro no dejando correr a Fuenlabrada y ganando fácil la espalda de la pasiva defensa, y arreones de acierto de los naranjas basados en el acierto exterior de Scott y Tabu, esta vez favorecidos en su labor francotiradora por la brega de Josip Sobin en la pintura, que impedía las ayudas exteriores que los hombres altos de Río Natura Monbus habían podido prestar en los dos primeros cuartos. Pero no era suficiente, pues por los agujeros defensivos Bendzius hacía olvidar la lumbalgia de Waczynski, Haws y Brown despertaban, Pozas amargaba la vida a los bases visitantes y dominaba el ritmo, y a falta de unos dos minutos y medio para que terminara el partido el Obradoiro ganaba por un contundente 74 – 62. Sin embargo, cuando todo parecía perdido para Fuenlabrada, que ni siquiera en los tiros libres conseguía un alivio, a la salida del tiempo muerto que se vio obligado a pedir Cuspinera Ernest Scott endosó a Río Natura un 0 – 5, y las rodillas locales empezaron a temblar ligeramente. Tabu siguió una vez más la estela de su compañero y, cuando menos lo esperaban los aficionados gallegos, el luminoso por primera vez en mucho tiempo fue un espejo, mostrando un 76 a cada lado.

Se abrió el primer periodo extra, que Paunic se echó a la espalda tranquilamente con todo un repertorio de canastas que Obradoiro solo podía contestar a base de los tiros libres que la agresividad de Santi Yusta sacaba penetrando. La estrella de Bendzius se había apagado, la ubicuidad de Caloiaro ya no encontraba su lugar, Waczynski no podía, físicamente, acudir al rescate. Una corbata, más de clown que de Hermès, en el triple final de Ricardo Úriz (magnífico en estos minutos finales, con Tabu habiendo cometido la quinta), concedió a los gallegos un respiro de cinco minutos más pero, en ellos, los tiros libres del canterano madridista no fueron suficientes para contrarrestar la letal muñeca de Ivan el Terrible. Montakit Fuenlabrada, definitivamente, se apuntaba al oficio de ganar.