Desde la grada…

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Si alguno todavía se está preguntado qué demonios es eso de ‘fiebre baloncesto’, que deje de cavilar. Aquí tenemos un buen ejemplo de alguien afectada por el virus: Rosa Vara de Rey, periodista que se gana las habichelas hablando de baloncesto, le roba horas de sueño a su mañana de domingo para vivir ‘in situ’ el que, a la postre, fue el último partido de la temporada para el Estudiantes. La crónica indaga en algunos de los motivos que hacen de esta hinchada una de las más especiales de la ACB.

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La hinchada del Estudiantes, un latido genuino en la liga.

Foto: Rosa Vara de Rey.

 

Habitualmente estos post podrían titularse «Desde el parqué…», hoy no. El otro día tenía la mañana del domingo libre y no se me ocurrió mejor manera de pasarla que marcharme hasta el Madrid Arena para ver el segundo partido de la serie de cuartos entre el Estudiantes y el Baskonia. Tengo que admitir que, aunque era un partido muy atractivo, me costó levantarme de la cama. Hacer el remolón entre las sábanas los domingos es un vicio. No me juzguéis, cada uno tiene los suyos. Me levanté, ¿eh? Si no este post se llamaría «Desde la cama…».

En el metro ya noté que al partido le iba a envolver una atmósfera especial. Siempre es divertido ver un choque con la gente del Estu, pero muchas paradas antes de Lago el metro se empezó a teñir de azul. Niños, padres, jóvenes, chicas, chicos, todos sintiendo un mismo «latido», todos en procesión poblando las gradas del Madrid Arena, todos enfundados con sus bufandas, camisetas y la ilusión por bandera.

«No estábamos muertos, estábamos de parranda». Y es que el Estu lo ha pasado mal los últimos años, qué digo mal, muy mal porque el lugar que se merece es el que ha ocupado este año; el de luchar por el título con los mejores. Y esa pancarta reflejaba muy bien el sentimiento de una grada que ni en los peores momentos ha abandonado al equipo. Antes del encuentro se ofreció la copa de la Europa League en el centro de la cancha. Un mismo sentimiento. Porque es muy fácil hacerse del Estu o del Atleti en los buenos momentos, pero curiosamente de estos clubes uno no se hace, se nace.

Comienza el partido. Primer cuarto. El Estu comienza bien plantado en la cancha y la gente bien plantada en la grada. Desatasca a su equipo Germán Gabriel con triple y adicional para que explote la Demencia y con ellos todo el Madrid Arena. «Estu-diantes, eeeeestudiantes». Se le empieza a escapar el partido al Baskonia, nueve abajo en este primer periodo, y como ya hemos contado aquí, Dusko juega su propio partido. Por eso, le pitan una merecida técnica.

En el segundo cuarto cambian las tornas. El Baskonia domina el marcador, el juego, pero no el ambiente. La grada es incontenible, no para de gritar en ningún momento. Puede que haya nervios, todos en el Madrid Arena los tenemos y los sentimos, pero los jugadores que hay en el parqué no deben notarlo. El partido sigue su curso. A Estudiantes le está costando, aunque no se llega ir del partido en ningún momento.

Siempre han sido ingeniosos los gritos de la Demencia y ante la huelga que sufrimos en la ACB en la última jornada cuando tuvieron que pitar árbitros extranjeros, la proclama estaba clara. Ante el primer error arbitral atronó el «Iros a la huelga y no volváis». Y después, de buen rollito, «Qué bote el pabellón» y todos a botar y a bailar y a brincar, pero sobre todo a pasárselo bien.

Tras tres triples consecutivos en el último cuarto las opciones del Estudiantes están intactas, aunque hay que sufrir… Pero el espíritu de la victoria sigue vivo. Los corazones colegiales laten más fuerte que nunca porque después de cuatro años vuelven a latir por ser los mejores. La gente patalea, el suelo vibra y parece que, de un momento a otro, un superhéroe va a salir del centro de la pista. El extraterrestre es San Emeterio, que a falta de veintiséis segundos, mata la esperanza de seguir adelante en los play off de toda la Calle Serrano. Lo que no mata es la alegría, la ilusión de la grada por la gran temporada que ha hecho su equipo.

Llega el final. El final de la temporada. La gente estalla en una ovación cerrada para los de Luís Casimiro. Pancho Jasen (mi debilidad en este equipo) coge el micrófono y dirige unas palabras a la gente, palabras que son lo de menos. No les dejan marcharse. Las camisetas vuelan hacia el fondo de la Demencia. Popovic se queda en calzoncillos. Da lo mismo, todas esas personas se merecen eso y más. Consiguen ganar el túnel de vestuarios pero duran poco dentro. «Que salgan los toreros», es el grito que ya se ha convertido en lema para los colegiales. Y los toreros salen, y se vuelven a encontrar con sus aficionados, y todos son felices, a pesar de que han quedado eliminados.

Desde la grada se viven muchas cosas, desde la grada se ven cosas que no se ven desde el parqué, desde la grada del Madrid Arena se entiende por qué la afición del Estudiantes es la más especial de toda la liga ACB.

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