El mal de la altura o la ansiedad de no saber dar continuidad a las buenas faenas

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La impresión es generalizada. A esta selección no le va bien el término medio. O avasalla o se bloquea en el filo de la navaja. El partido de este martes expresó sus mayores virtudes y más acerados defectos en su versión actual. El equipo despegó muy bien, encontrando equilibrio entre el juego exterior e interior. Navarro y Marc (ambos con 18 puntos en el cómputo final) volvieron a ser la opción más fiable del grupo. La tendencia se mantuvo durante los primeros 26 minutos, pero a partir de ahí la segunda unidad se dejó comer la tostada. Cuando volvieron los titulares fue demasiado tarde. El lenguaje corporal de los jugadores indica que están agarrotados y en algún caso, como el de Ricky Rubio, que no creen o no están a gusto con las indicaciones de su técnico.

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El mal de la altura o la ansiedad de no saber dar continuidad a las buenas faenas

Pedro Fernaud

1.septiembre.2010

 

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España sufrió la dureza de la defensa lituana, factor clave en una derrota en la que Mumbrú

fue de los pocos que se salvaron de la quema. Fuente de foto: acb.com.


Resumen del partido


Hubo un tiempo, a principios de los 90, en el que la selección de baloncesto se convirtió en una máquina de modelar decepciones. En aquella época, selecciones como Angola o China nos parecían el Himalaya. Algo parecido ocurrió ayer. España es objetivamente mejor que los lituanos. La selección les ha ganado con nitidez en los partidos de preparación. Y, la verdad, el choque de ayer discurría como una apacible continuación, por trama y protagonistas, de las dos primeras entregas.


Pero algo pasó. Dice un antiguo proverbio común que edificar confianza es cuestión de mucho tiempo, dedicación y trabajo. Y cuando la tienes, un par de contratiempos y es fácil que ésta salga corriendo por donde vino. Algo así le está pasando a esta selección. Ricky es muy joven todavía para interpretar correctamente algunas situaciones del juego en estático. Y Rudy está irreconocible en los momentos importantes de los partidos, atraviesa una crisis de identidad inédita en su carrera. Es como si en Pórtland le hubieran esquilmado la confianza de jugar, la chulería de competir cuando te sientes el mejor en los momentos decisivos.


Volvamos al hilo del partido; envites como éste se prestan a la tentación del artículo de opinión. En los primeros minutos de la velada, Jorge Garbajosa se volvió a reivindicar como un puntal de esta selección. Anotaba triples como quien compra el pan y defendía con su destreza de antaño a la megaestrella rival, Linas Kleiza. En esa dinámica, Raúl López imprimió la alegría necesaria al juego español para estirar la ventaja (22-11).


Todo funcionaba. La defensa era un acordeón bien afinado.Y en ataque los hombres de Scariolo echaban mano de su talento individual para quebrar la defensa lituana. Por ejemplo, Alex Mumbrú, que anotó dos canastas de manual, cortando con agilidad a canasta para poner en franquía el encentro (26-11).


Pero el baloncesto no es un juego para burgueses. Bien lo sabe Delininkaitis, el ex jugador del Baloncesto Murcia, que anotó una penetración a canasta que dio paso a dos triples de sus compañeros. La cosa pintaba en dudas. Kleiza aprovechó ese arreón para parecerse a sí mismo y anotar siete puntos de manera casi consecutiva. Por suerte, una gran penetración a canasta de Ricky (2+1) dejaba en 8 puntos la ventaja española al descanso.


El inicio del tercer cuarto, con la mejor versión de Navarro, Rudy Fernández, Garbajosa y Marc puso mucha tierra de por medio a favor de los nuestros (61-43) en el minuto 33. Pero a partir de ahí sobrevino el hundimiento. Scariolo pecó de idealismo. Y no es la primera vez que le ocurre en este campeonato. Cambió por completo la primera unidad de jugadores. No buscó el equilibrio y los jugadores lituanos se lanzaron como hienas a por los dispersos suplentes españoles, inoperantes en ataque.


Liderando la insurrección. Pocius, bien secundado por su almirante Kleiza. España fue descosida a triples y penetraciones. Cuando Scariolo quiso reaccionar, los titulares se habían salido del partido. Navarro volvió a equilibrar la contienda. Pero Marc marró un par de tiros libres clave. Y Lituania supo administrar su ventaja anímica, la del equipo que se ha puesto el mundo por montera para voltear lo irremontable.


Kleiza mostró su jerarquía como jugador total. Y España se estragó en las últimas posesiones, donde el balón parecía tener alfileres. El equipo se fue en estado de shock. Lo dijo Scariolo y lo confirmó Garbo. No hay mucho tiempo para lamerse las heridas. Esta tarde toca principio de redención contra Líbano (17.30, La Sexta).

 

Los mejores nuestros:

PTS 7_Navarro 13_Marc 5_Rudy
18 18 13
REB 5_Rudy 13_Marc 7_Navarro
9 8 3*
AST 15_Garbajosa 6_Ricky 5_Rudy
3 2* 2*

* Más jugadores empatados con ese valor.

 

 


Análisis del juego

 


El entrenador, mitad estratega, mitad psicólogo. A estas alturas, nadie discute la jerarquía y conocimientos del actual seleccionador como maestro de la táctica. Pero en un gran campeonato no basta con eso. Scariolo no está sabiendo gestionar bien la motivación de sus jugadores. No hay más que observar el lenguaje corporal de Ricky Rubio en los tiempos muertos. Ayer se reconcentraba más en la toalla que en las indicaciones del técnico italiano. Tampoco le miraba a la cara cuando le daba instrucciones en los instantes clave del envite.


Tampoco queremos asignarle toda la responsabilidad al técnico, los jugadores ya son maduros como para poner una mejor sintonía con el tipo que les dirige. Pero la impresión es que a estos jugadores les puede la responsabilidad. Que no es cuestión de actitud. En esa dinámica, no ayuda el talante de Scariolo, que siempre parece al borde de un ataque de nervios en los tiempos muertos. Tampoco su tono de profesor sabe lo todo, que corrige a los suyos con el tono hastiado de “por favor, si es tan fácil…”.


En una situación así uno echa de menos la actitud del entrenador que nos hizo campeones del mundo, Pepu Hernández: “No tienes que ganar el partido, no tienes que ganar el campeonato del mundo; quieres ganar el partido, quieres ganar el mundobasket”. Su sencillez, magisterio y cercanía. En una competición de máxima exigencia los pequeños detalles mentales marcan la diferencia y, por lo que sea, este seleccionador no conecta a nivel anímico con los jugadores.


Capítulo reboteador: suspenso claro. El mejor indicador de que esta selección carece de alma es la faceta reboteadora. Nos han ganado la tortilla en los tres partidos. Y la tendencia es decreciente. Frente a Lituania, claudicamos con estrépito (39 capturas bálticas por 28 de los nuestros).


No hay ni colocación, ni concentración, ni, lo que es peor, deseo. Ninguno de los tres factores claves que te llevan al éxito en esta faceta. Volvemos a lo de antes. Más que echarles los perros a sus pívots en público, el entrenador tendría que trabajar esta faceta específicamente con sus hombres altos. Tanto en el aspecto táctico-técnico (nunca está de más repasar lo elemental), como en el emotivo: apelar a su amor propio. Y motivarles con algún vídeo épico, a la manera en la que por ejemplo Guardiola preparó la final de la Champions con unas imágenes de ‘Gladiator’.


Electricidad para los titulares, metraje para los más inspirados. A malos momentos, soluciones sencillas, de sentido común. Ahora que la selección coquetea con el fracaso, es un buen momento para que, por un lado, el seleccionador matice su propuesta y mantenga siempre en cancha por lo menos a dos titulares. Por otro, para que apueste decididamente por los que están mejor, dándoles todo el carrete que haga falta hasta sentenciar el encuentro. Fíjense, por ejemplo, en la manera en que el seleccionador estadounidense, Mike Krzyzewski, gestiona hasta el extremo las cualidades y minutos de Durant, Lodom o Rose cuando las cosas se ponen feas en un partido (sirvan como muestra los partidos que ganaron por la mínima ante nuestra selección y Brasil).


Horizonte optimista: JC Navarro, ‘Garbo’ y Marc. Después de soltar tanta estopa, es justo y necesario enarbolar la bandera de la ilusión. A día de hoy, conforme a como están compitiendo en este campeonato, ésta se personifica en JC Navarro, el mejor jugador español de largo en el campeonato. El capi sigue jugando con la irreverencia y acierto que le han hecho grande.


Ojalá su ejemplo genere contagio. Garbajosa se está pareciendo al jugador que deslumbró en la primera temporada con Toronto, su rendimiento es una de las notas positivas de la labor del seleccionador; por la confianza que ha depositado en él, que el torrejonero está devolviendo con creces, tanto en anotación como en defensa, incluso en rebotes. El caso de Marc es el que merece más matices. No le está faltando ni corazón ni actitud. Además, es el jugador español más sobrevigilado, con constantes defensas dobles y triples en cuanto recibe la pelota.


Hace cosas increíbles con la pelota en el poste abajo. Y eso transmite la sensación de que todavía puede hacer más, de que tiene recursos para ser más líder. Es un salto de madurez que todavía puede dar en este campeonato. Este lunes marró dos tiros libres clave en el corazón del partido. Pero mejoró sensiblemente en la faceta reboteadora: 8 capturas, síntoma de que todavía está tiempo de comandar la nave.


 


Los Cuatro premios Fiebre de este partido

 


Premio “Hoy no me quiero levantar”, al jugador español más desacertado del encuentro. Fran Vázquz y Sergio Llull también opositaban a esta distinción horribilis. Pero por volumen de minutos y presencia en el devenir del juego, esta mención es para Ricky Rubio. El base del Masnou estuvo melancólico todo el choque. Entró a canasta sin confianza, no encontró la tecla de sus compañeros en el juego estático y tampoco supo plasmar en cancha lo que, suponemos, le pedía Scariolo. Un -4 de valoración (con dos balones perdidos y 1 de 6 en tiros de 2) confirman esta impresión.

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Premio Melendi, al actor del juego con un ataque de nervios en el momento más inoportuno. A estas alturas, no les sorprenderá que esta mención vaya para Sergio Scariolo. El técnico de Brescia no supo leer bien lo que demandaba el juego para sus hombres. Está comprobado que la entrada en pleno de la segunda unidad no es una solución acertada. Visto lo visto en partidos precedentes, debería mantener en cancha quintetos más mestizos, con un equilibrio entre acierto, inspiración, hambre e intensidad defensiva.

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Tampoco supo transmitir tranquilidad e ideas claras a los jugadores cuando el partido se puso cuesta arriba (es lo que ocurre cuando en todos los tiempos muertos te expresas siempre con mismo ritmo acelerado de revoluciones). Entonamos el mea culpa por el exceso de estopa con Sergio, pero ya se sabe, cuanto más sabes o puedes dar, más se te exige. No es descabellado pensar que a sus 49 años el tío Scariolo haya arrumbado un poco su vieja soberbia e imite a su homólogo en el fútbol, Vicente del Bosque, que confesaba que todos los días en Sudáfrica se leía la prensa para identificar detalles, percepciones que a él se le hubieran podido pasar por alto…


Premio «Esencia de jugón», al mejor jugador del encuentro. Exaequo para JC Navarro (18 puntos, 3 rebotes y 1 asistencia) y Linas Kleiza (17 puntos y 8 rebotes). Ambos hicieron honor a su prestigio, pero el alero lituano estuvo mejor acompañado por el espíritu y el trabajo de sus compañeros.

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Premio «Mejor no lo pienses». Al jugador más duro. Para Robertas Javtokas. No es sólo que el tatuaje de tiburón inspire cierto pavor (vale, también un poco de humor). Es que el nuevo pívot del Power Electronics es un hueso en la defensa, como bien sufrió Marc Gasol. ‘Javto’ también estuvo solvente en la faceta reboteadora, con 8 capturas.