Epi: el talento secuenciado de un hacedor de canastas decisivas

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Epi fue Rafa Nadal (por su trascendencia internacional y tirón publicitario) y Pau Gasol (por su talento en evolución y liderazgo en la selección) cuando nuestro deporte estaba hambriento de astros en la década de los ochenta. La huella de su juego trabado pero tremendamente eficaz es uno de los emblemas de lo mejor de la memoria colectiva del baloncesto en nuestro país. En este artículo te acercamos-refrescamos las principales cualidades de su personalidad competitiva.

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Epi: el talento secuenciado de un hacedor de canastas decisivas

Pedro Fernaud

31.julio.2011
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Daba igual que un bosque de manos amenazara su campo de visión, ‘Epi’ acostumbraba a resolver en los momentos decisivos de los partidos; lo llaman clase. Fuente de foto: blaugranas.com


¿Quién era? El líder del Barcelona y la selección (galón compartido con Fernando Martín en primera instancia) durante la década de los ochenta. Epi era un adelantado a su tiempo; trabajaba de un modo estajanovista su condición física y técnica. Al tiempo, poseía una enorme confianza en sí mismo que le convertía en un competidor muy estimable. Con el paso de los años, se convirtió en un anotador terriblemente regular, que sabía tirar del carro en los momentos más comprometidos. Para tener una idea de la dimensión de su juego, conviene consignar que fue escogido por el prestigioso diario L’Equipe como el mejor jugador de baloncesto de la década de los ochenta.


¿Cómo jugaba? Algún día, cuando ese lugar que ahora conocemos como futuro se haya convertido en tierra firme, la gente alucinará con la manera en la Epi se movía dentro de una pista. Muchos señalarán lo aparatoso de sus desplazamientos, en las ?que encontrarán semejanzas con los primeros androides que empiecen a jugar este deporte.


Pero detrás de esa humorada, sabrán apreciar la secuenciada eficacia del gran referente de nuestro baloncesto en los años 80, cuando la marca nocilla lo convirtió en su logo. Epi era un buen tirador que evolucionó notablemente en su tiro a lo largo de su carrera, hasta convertirse en un bombardero más que fiable. Asimismo, adoraba esquinarse para anotar de dos, con su característico tiro a media distancia, casi sin ángulo. Otro de los rasgos que lo definían era su facilidad para robar en la primera línea de pase. No era ni ágil ni veloz, pero lo compensaba con su intuición y determinación ganadora.

 


¿Cómo explicarlo? Hay una anécdota que define especialmente bien el carácter de Juan Antonio San Epifanio y su afinidad con el éxito. Cuando militaba en las categorías inferiores del C.N. Helios, su entrenador decidió dejarle fuera del equipo porque no veía en él cualidades para ser un buen jugador. Lejos de desanimarse o tirar la toalla, esa negativa acrecentó más si cabe su pasión por el baloncesto. De manera que empezó a entrenar con una dedicación fuera de toda normalidad.


Esa pasión por el trabajo fue la clave de su transformación en superestrella de este deporte, como reconoce Juanma Iturriaga en el libro “Antes de que se me olvide”. Cuando eran adolescentes, explica Itu (que nunca se caracterizó por la falsa humildad), “Epi tenía bastante menos talento que yo, pero él se acabó convirtiendo en una estrella de esto. ¿Qué pasó? Su trabajo y su dedicación son la respuesta”.


El premio a su trabajo duro empezó a cuajar cuando el Barça contrató a su hermano, Herminio San Epifanio, conocido en su momento como Epi I. Y para aceptar el contrato, éste impuso la condición de que el club blaugrana también contratara a su hermano. Bendita imposición…


¿Qué ganó? Su palmarés es único en la historia de nuestro baloncesto y habla por sí solo: 7 ligas ACB, 10 Copas del Rey, 2 Recopas de Europa, 1 Copa Korac, 1 Mundial de Clubes, 1 Supercopa de Europa. Eso en el plano colectivo con el Barça. Con la selección, conquistó la medalla de plata de Los Angeles y la de plata en el Europeo de Nantes 83 y la de bronce en el de Roma 91.


Si hablamos de sus distinciones individuales, la nómina también es de aúpa. Ha sido distinguido con la orden del mérito deportivo del COI y posee el récord de presencias en JJOO con la selección (cinco), también el de puntos anotados (y triples) en los play off de la ACB. La trascendencia de su juego queda de relieve con el hecho de que fuera el último relevista que portó la antorcha olímpica en los JJOO de Barcelona 92.

 

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