Esto, esto, esto es baloncesto

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El baloncesto es un canal para la emoción y la competitividad. También para el espectáculo. Pero además deja hueco para la deporividad y una cordialidad entre aficiones que suena a quimera en deportes como el fútbol, rey de atenciones en nuestro país. Theobald Philips nos ofrece un nuevo ejemplo de la vena constructiva del baloncesto, en medio de un partido entre dos equipos, Fuenlabrada y Bilbao, distinguidos con unas cuantas virtudes. Theobald las resume con elegancia y humor, ingredientes que convierten sus relatos en viajes sorprendentes. 

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Esto, esto, esto es baloncesto

Theobald Philips

5.diciembre.2011

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Javi Vega, valor emergente de la caneta fuenlabreña, hizo muchas cosas, y la mayoría bien, en los siete minutos de acción que dispuso ante el BBB; su buen estado de forma es un bonito espejo del momento dulce del Fuenla. Autor/Fuente de la foto: Fran Martínez/baloncestofuenlabrada.com


Permítanme ustedes que le de una patada al refranero español y empiece la casa por el tejado o, en este caso, la crónica por el final. Por el final-final, con los jugadores ya idos por el túnel de vestuarios después de un muy entretenido partido. Permítanme también que saque pecho, porque lo que pasó allí sólo podía pasar en una cancha de baloncesto. Como decía el mítico slogan NBA, tantas veces parafraseado por el maestro Montes, I love this game.


Había terminado el partido, repito, con 82-73 a favor de los locales, que tras danzar en corro el «I will survive» ya habían abandonado la cancha; también los Hombres de Negro, tras aplaudir cariacontecidos a sus 100 incondicionales, rumiaban en la ducha la derrota. Y, entonces, los Fuenlabrada Blues empezaron a cantar «¡¡Biiiiiilbao Basket!!», a lo que la afición vasca contestó con idéntico soniquete «¡¡Fueeeeenlabrada!!». ¿Sorprendente? No tanto, teniendo en cuenta que ya en un tiempo muerto a tres minutos para el final, cuando los vizcaínos pugnaban por culminar su remontada y los fuenlabreños por cerrar el partido, ambas aficiones habían festejado juntas contestándose mutuamente al son del «Yankee Doodle», rematando la faena cantando al unísono «¡¡esto, esto, esto es baloncesto!!» ¿Se imaginan algo parecido en algún gran estadio?


Empezaron de ajedrez Fotis y Porfi, a lo Karpov y Kasparov. El segoviano hizo su apertura ya clásica, colocando a su escolta (Laviña) sobre el base contrario (Jackson); el pireota utilizó la defensa Blums, con el que había hecho un aparte en el calentamiento para decirle que se pegara a Penney. Fisac, sorprendentemente, a los 2 minutos concedió la «reina neozelandesa» para conseguir una ventaja con el alfil abulense. Blums, sin su objetivo principal, pareció relajarse, lo que aprovechó Álvaro Muñoz con dos triples que, unidos a la gran actuación de Colom, permitieron una corta ventaja madrileña al descanso entre cuartos.

 

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3 de diciembre, recuerdo a Fernando Martín en el Fernando Martín. El aura de Fernando Martín cobró materia como la camiseta de este aficionado fuenlabreño. Autor de la foto: Theobald Philips (para fiebrebaloncesto.com).

 

Fotis dijo en rueda de prensa que habían tirado a la basura 20 minutos, lo que a mi modo de ver no es totalmente cierto. Cierto que su primer cuarto no había sido brillante, pero entre el rebote y algunos triples agónicos de Blums, estaban en el partido. Así que, en realidad, creo que sólo tiraron a la basura 10 minutos, los de un segundo cuarto en el que el Fuenlabrada salió al galope. Duros atrás, los de Porfirio usaban la defensa como trampolín para el ataque; blandos atrás, los de Katsikaris veían como las diferencias se estiraban y su aro era golpeado de forma inmisericorde: hasta 4 mates y dos espectaculares canastas de Laviña, para un 53-37. Por cierto, que en contra de lo que dijo su entrenador en rueda de prensa, la aportación de Ferrán sí tiene reflejo en la estadística: Aaron Jackson, con medias ACB de 11 puntos y 12 de valoración, se quedó en 5 y 1, respectivamente.


La filípica de Katsikaris en el descanso debió ser como las de su compatriota Demóstenes, porque los bilbaínos volvieron al campo subiendo las líneas defensivas, parando la galopada fuenlabreña y agarrando todos los rebotes que pudieron, 10 en ataque durante el segundo tiempo. Como hormigas, los de negro fueron recortando punto a punto, hasta hacer soñar con que con el mini-partido de 20 minutos podrían ganar el de 40.


El Fuenlabrada, que en el segundo cuarto había sido pintor renacentista, en el último tiró de su patrocinador Montakit, salvando el partido como pintor de brocha gorda. Con las dos torres, Sené y Ayón, tapó las filtraciones que tenía en el tablero y, con la velocidad de Sergio Sánchez, dio una mano de gotelé a la faceta anotadora para salir del atasco.

 



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