Fábulas y leyendas en la Capital del Mundo

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Más allá del mítico Madison Square Garden, de sus brillantes focos y su inmortal órgano; más allá del nuevo y faraónico Barclays Center, que intenta atraer a las gentes de Brooklyn a la causa de los nómadas Nets… en pleno barrio de Harlem, justo en el cruce entre la 155 y la octava, se halla la cuna del baloncesto más auténtico de NYC. Pegado a la orilla del Río Harlem, tras una humilde placa identificativa, aparece el mítico Rucker Park, la cancha de Street Basket más famosa del planeta.

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Fábulas y leyendas en la Capital del Mundo

Juan Luis Barbero

14.octubre.2013

Fuente de foto: Juan Luis Barbero (para fiebrebaloncesto.com)

Más allá del mítico Madison Square Garden, de sus brillantes focos y su inmortal órgano; más allá del nuevo y faraónico Barclays Center, que intenta atraer a las gentes de Brooklyn a la causa de los nómadas Nets… en pleno barrio de Harlem, justo en el cruce entre la 155 y la octava, se halla la cuna del baloncesto más auténtico de NYC. Pegado a la orilla del Río Harlem, tras una humilde placa identificativa, aparece el mítico Rucker Park, la cancha de Street Basket más famosa del planeta.

Mucho se ha escrito acerca de este espacio sagrado para los fans de nuestro juego. Desde que los primeros torneos comenzaran a organizarse en la década de 1940, pasando por la mudanza a su ubicación actual en 1965 y llegando hasta nuestro días, multitud de jugadores sobrados de talento en la pista (y condenados en su mayor parte, por una pésima toma de decisiones fuera de ella) han asombrado con sus trucos a unos asistentes a los que poco importó agolparse tras las vallas o encaramarse a los edificios colindantes para presenciar los prodigios de esos monstruos, muchos de los cuales jamás llegaron ni llegarán hasta el edén del profesionalismo.
Virgueros habituales de las calles humillando a estrellas de la NBA, relatos que mezclan realidad con ficción, aquel mítico partido en el que el Doctor J, antes de desembarcar en la NBA tras su fusión con la ABA, desafió a la mismísima gravedad… llegar al Rucker y observar su pista es deleitarse con el aroma del baloncesto puro. Muy adecentada y con un marcador deslumbrante, perfectamente preparada para las batallas de cada verano, la pista acoge a 3 chavales que se baten en duelo durante mi visita. Otro crío (de no más de 5 años) observa el espectáculo desde la grada, soñando con el momento futuro en el que también él podrá tomar parte de batallas similares, atacando a su rival con movimientos al poste, crossovers imposibles y lanzamientos de media distancia. Por el momento le toca esperar…

Tras el pertinente permiso para grabar y fotografiar el santuario, el partidillo acaba. Uno de los competidores se acerca con amabilidad, interesándose por nuestra procedencia. El chaval se presenta como Metta-Mike y, entre repetidas menciones a su canal de rap en Youtube, logramos sacarle algunas palabras acerca de la inmortal cancha. «Rucker es mundialmente conocida tíos. En verano es un escándalo, durante los partidos se pone a reventar y la gente alucina con los equipos. Humillar o ser humillado.»

Wilt Chamberlain encarnado en Goliat, haciendo temblar los cimientos en 1957; Earl Monroe («The Pearl» durante su trayectoria NBA, «Black Jesus» en las calles) evangelizando Harlem en 1965; Julius Erving surcando los cielos y castigando con salvajismo los aros en 1971. Y después Rafer «Skip to my Lou» Alston, Stephon Marbury, Kobe Bryant, Allen Iverson, Baron Davis, Ron Artest…

No es una simple cancha callejera perdida en Harlem: es la tierra prometida, un lugar en el que incluso las más rutilantes estrellas del firmamento NBA se han visto obligadas a comparecer, para reafirmar su fama frente a legiones de díscolos jugadores hambrientos de fama y gloria. It´s Rucker Park fellas!.

Fuente de foto: Juan Luis Barbero (para fiebrebaloncesto.com)