Fiascos del draft: toma 2

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Continuamos con la serie Fiascos del draft, tras el primer capítulo protagonizando por Kwame Brown. Y de nuevo es otro big fella el que aporrea la puerta de esta singular sección…

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Fiascos del draft: toma 2

Juan Luis Barbero

12.enero.2014

 

Hoy se viven días de vino y rosas en el «hermano pobre» de Los Ángeles. Mantengo lo de pobre en referencia a los títulos más que a otra cosa, porque la llegada de Chris Paul hace un par de temporadas ha arrojado a la papelera esa aura maldita que los Clippers venían arrastrando desde tiempos inmemoriales. Episodios como el que nos ocupa documentan dicha maldición ancestral, ese historial de decepciones y meteduras de pata varias de los otros inquilinos del Staples Center. Comienza fiascos del draft: toma 2.

 

Verano de 1998. Tras otra indigna temporada (cifrada en 17 victorias y 65 derrotas), los Clippers resultan agraciados con la primera elección de un draft catalogado en su momento como muy justo de talento. El tiempo, como tantas otras veces, se encargaría de quitar razones, para mostrar el nivel real de una camada que contaba con Dirk Nowitzki (9ª posición), Paul Pierce (10ª), Vince Carter (5ª), Antawn Jamison (4ª) y Mike Bibby (2ª) entre sus integrantes.

 

Pues bien, la dirección técnica de la franquicia angelina creyó haber encontrado durante los workouts de aquel tórrido verano un sólido pilar sobre el que iniciar su enésima reconstrucción. Deslumbrados por la altura (fenómeno recurrente en la historia del baloncesto), los Clippers no tuvieron dudas: el privilegio de ser los primeros en escoger les permitiría hacerse con el center Michael Olowokandi, nacido en Nigeria y criado en Londres. Por similitudes en cuanto a orígenes y posición en la cancha, la moto a vender venía ya de serie con el chico: el equipo recibía con los brazos abiertos al nuevo Hakeem Olajuwon. Pero el sucesor de «The Dream» no pasaría de una mala cabezadita…

 

Célebre entre el chismorreo patrio por sus escarceos con Paula Vázquez, el gran Michael despachó su año de novato con 8.9 puntos y 7.9 rebotes de media. Bagaje aceptable para un debut como profesional (algo menos en el caso de un número 1 del draft), si no fuera porque llegaba adornado de un 43% de acierto en tiros de campo (indigno para un pívot de 7 pies) y un pésimo 48% en tiros libres, porque se pasó casi la mitad del año lesionado, y porque el equipo ganó únicamente 9 partidos de los 50 de aquella regular season acortada por el cierre patronal. Decepción. Tocaba ser paciente y confiar en la evolución y madurez del futuro líder de la tropa.

 

La realidad acabaría por agotar la paciencia de la franquicia: los Clippers no lograrían clasificarse para los playoffs en ninguna de las 5 campañas de Olowokandi en el equipo, y en el recuerdo de los fans quedaría grabada a fuego la extraordinaria habilidad del center para el maquillaje: un verdadero experto en el noble arte de hacer números en partidos sin historia, en acumular puntos y rebotes con nulo impacto para su equipo. La mejor temporada del jugador llegaría «curiosamente» en el momento del adiós, inmerso como estaba en la caza de un lucrativo contrato: los 12.3 puntos (de nuevo con un flojo 42% de acierto) y 9.1 rebotes por noche de la 2002/2003 (en los escasos 36 partidos disputados, entre sospechas acerca de su profesionalidad a la hora de mantener la forma física y de trabajar en su recuperación) serían el tope estadístico de Kandi-Man en su periplo californiano.

 

Había acabado su andadura en Los Ángeles, pero no en la NBA. Su negativa a renovar con los Clippers en verano de 2002 por 50 millones de $ resultó ser un error individual mayúsculo (y una bendición para el club), pero con todo lograría engañar a Timberwolves (16 millones firmados por 3 años en los que nunca superaría los 6 puntos por partido) y Celtics, para acabar su carrera con 8.3 puntos y 6.8 rebotes en la planilla global y una sola aventura en los playoffs (con rol intrascendente en los Wolves de Garnett, Sprewell y Cassell).

 

El Sr Olowokandi, orgulloso protagonista de nuestra segunda entrega de fiascos del draft…

 

El Nº1 era una causa perdida. Fuente: Getty Images