George Mikan, el gigante que cambió las normas

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El baloncesto ha sido un deporte que ha evolucionado a velocidad de relámpago. Sobre todo, en el apartado físico. Para hacerse una idea de ese desarrollo, basta con mencionar que nuestra leyenda de esta semana, George Mikan, medía 2,08. Con esa altura, a mediados del siglo pasado, se estaba muy por encima de la media. Pero no sólo de los centímetros (sus padres eran croatas y portaban los generosos genes eslavos con la altura) vivía Mikan. Gracias al talento narrativo de Óscar Cortina conocemos de primera mano las incursiones en el baile y el boxeo del que fue denominado como Mr Basketball. Ambas disciplinas le sirvieron para ganar potencia y movilidad en las zonas, donde literalmente sembraba el pánico. Estamos hablando del precursor del sky hook de Abdul-Jabbar y del hombre cuya tiranía bajo el aro inspiró las normas cruciales que definen el baloncesto actual.  Por si fuera poco, ganó 6 anillos de campeón. Un pívot dominante que Cortina explica con pulso fascinante.

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George Mikan, el gigante que cambió las normas

Óscar Cortina

16.septiembre.2010

 

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Wikimedia Commons. Las cualidades físicas y competitivas de Mikan le convertían

en un coloso inabordable para el común de sus contemporáneos.

 Fuente de foto: New York World-Telegram and the Sun staff photographer.

 

Cuando pensamos en el baloncesto y en quienes hicieron grande a este deporte, nos vienen a la cabeza nombres como Bill Russell, Wilt Chamberlain, el Doctor J, Magic Johnson, Larry Bird o Michael Jordan, pero ninguno de ellos tuvo tanta trascendencia como la del primer gigante de la liga: George Mikan. Quizá las fotos amarillentas, con su desgarbada figura y su look retro, aderezado con unas gruesas gafas para corregir su miopía, nos despisten a la hora de enjuiciar la relevancia que tuvo dentro del deporte de la canasta. Sin embargo ésta es de tal calibre, que pese a los más de 60 años que han pasado desde su debut en una recién inaugurada NBA, nadie ha sido nunca tan decisivo en esta disciplina. Por ello, entre otros muchos méritos, George Lawrence Mikan Jr. ha pasado a la historia con el sobrenombre de Mr. Basketball.


Su trascendencia no sólo se midió en rebotes o puntos, de los que acumuló una buena pila (19,1 en su época universitaria y 22,3 en la NBA, aparte de los 28,3 que promedió en la BAA, la liga previa a la Nacional Basket League), ni siquiera por sus seis anillos de campeón. Su leyenda sobrepasa las estadísticas. Fue su figura la que obligó a revisar y cambiar las normas del baloncesto, que se readaptaron a un jugador de su calibre.


La regla que impide estar a los atacantes más tres segundos en la zona rival, y a los jugadores de la NBA defender asentados en su propia zona, se instauró a raíz del juego de Mikan, como también la norma de dar canasta en los tapones cuando la trayectoria del balón es descendente. Aunque quizá su mayor contribución fue la de propiciar las posesiones de 24 segundos, que no existían entonces. Éstas eran ideas que no se habían tenido en cuenta hasta que un gigante se plantó bajo los tableros.

 

 


Háganse a la idea. En la actualidad los 208 centímetros que levantaba George del suelo no impresionarían en exceso dentro de las pistas (quizá algo más sin nos topásemos con él en un ascensor), pero en la década de los 40, con la generación de nuestros bisabuelos correteando por el parqué, bebiendo vino y agua en lugar de leche con Cola-Cao, Mikan era lo más parecido al Coloso de Rodas, que asentaba un pie en cada continente. De padres croatas, y nacido en Illinois, empezó a jugar al basket a los 11 años, bajo la supervisión de su abuela, pero sus movimientos eran torpes, adecuados al corpachón de la criatura.


Cuando llegó a la Universidad De Paul venía de no practicar deporte alguno en su etapa en la High School, y convertirse en una estrella de las pistas estaba lejos de ser su sueño. Sin embargo el joven entrenador Ray Mayer vio en él un potencial oculto, y le moldeó a su forma y medida. Le obligó a aprender boxeo y baile, mejorando notablemente su agilidad sobre la cancha. Y sobre todo perfeccionó, hasta la extenuación, el tiro de gancho con ambas manos por igual, algo que todavía en la actualidad se conoce en el entrenamiento de los pivots como el Ejercicio Mikan. Años más tarde Kareem Abdul-Jabbar lo popularizó y rebautizó comoSky-hook, pero la patente seguía siendo de George.


Con este entrenamiento el gigantón miope se plantó sobre el parqué universitario y barrió a todos sus rivales militando en las filas de los Blue Demons. Además de la intimidación que provocaba en los contrarios (entraba a canasta con la rodilla por delante, barriendo a quien se opusiera en su camino), la táctica a utilizar era simple. Mikan se colocaba bajo el aro, taponando todos los tiros que se realizaban desde lejos. Era tan imparable que tuvieron que cambiar la norma para impedir su dominio. El pánico que le tenían los adversarios era tan grande que no se atrevían a tirar a canasta, de ahí las interminables posesiones. Pese a ello, nadie conseguía parar al gigante. Fue elegido mejor jugador universitario en 1945 y 1946 y campeón nacional en el 45, año en el que anotó 53 puntos ante Rhode island, igualando el tanteo del equipo rival, en un partido que acabó 97-53.


Al acabar la carrera tuvo un breve paso por los Chicago American Gears en la extinta NBL, consiguiendo el título y el MVP de las finales, algo inaudito para un rookie. Al año siguiente recaló en los Minneapolis Lakers, en 1947, donde completó 9 temporadas, pasando de la NBL a la BAA y finalmente en 1949 a la recién inaugurada NBA. En todo este tiempo se convirtió en un auténtico fenómeno de masas.


Todo el mundo quería ver al gigante que dominaba los tableros. Su fama llegó a tal extremo que cuando viajó a New York para medirse al equipo local, los carteles del Madison Square Garden anunciaban el enfrentamiento entre “Mikan Vs. Knicks”, lo que no hizo mucha gracia a los compañeros de George. Cuando éste llegó al vestuario vio que ninguno de ellos se había cambiado, y con una mezcla de cachondeo y amor propio le dijeron: “nosotros no jugamos, sólo te han anunciado a ti. Te esperamos aquí a que acabes”. Por supuesto Mikan no jugaba solo, a su lado en el quinteto habitual tenía a Vern Mikelsen, Clyde Lovellette, Slater Martin y Jim The Kangaroo Kid Pollard que rayaban a gran altura (todos acabaron entrando en el Salón de la Fama), pero sin eclipsar su titánica figura.


Otro de los curiosos e inalcanzables retos que consiguió Mikan fue el de convertir el 83% de los puntos de su equipo. Aunque pueda parecer mucho, ese día sólo anotó 15 puntos, por los 18 del total, uno menos que su rival, los Pistons. El técnico rival, Murray Mendenhall, obsesionado con el dominio de los tableros de Mikan, exigió a sus jugadores que no tiraran desde lejos, aguantando la pelota lo máximo posible y buscando únicamente las penetraciones a canasta. El bajo tanteo provocó disturbios entre las aficiones y que la comisión impusiera la norma de los 24 segundos (que no se hizo oficial hasta cinco años más tarde, en la campaña 54/55).

 

 

 

Después de nueve temporadas plagadas de éxitos, donde no encontró rivales de su altura (en ninguno de los sentidos) decidió retirarse del baloncesto en 1956 con sólo 29 años (había nacido el 18 de junio de 1924). George alegó motivos familiares, pero fueron las lesiones las verdaderas causantes de su retirada prematura, con las rodillas maltrechas colgó la camiseta cuando todavía reinaba bajo los aros.

 

En 1959 se convirtió en el primer jugador de baloncesto en ingresar en el Hall of Fame y fue declarado como el mejor jugador de lo que se llevaba de siglo XX. Ya en 1960 (un 25 de abril) los Minneapolis Lakers se desplazaron a Los Ángeles, y aunque Mikan nunca vivió bajó los focos de Hollywood, otros siguieron su estela en la pintura: Chamberlain, Jabbar u O`Neal fueron dignos sucesores del coloso miope, que hace cinco años nos dijo adiós definitivamente lastrado por una diabetes. El 1 de junio de 2005 el deporte de la canasta perdió un hombre y ganó un mito, el de Mr. Basketball, el hombre que encarnaba el baloncesto.