Gerald Fitch: la fascinación de un solo de guitarra

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El pasado fin de semana volvió a la ACB uno de los jugadores con más talento y controversia que ha cobijado la liga en los últimos años. Gerald Fitch tiene unas cualidades fuera de lo común para practicar este deporte, su manera de botar y armar el brazo desde la larga distancia lo hacen prácticamente indefendible. Pero como sucede con la mayoría de los mega-talentosos del deporte profesional, esa gran facilidad no está acompañada de otras cualidades que, por ejemplo, le habrían asegurado un hueco en el firmamento de la NBA. Este post, escrito con cariño y el conocimiento que confiere haberle visto jugar de cerca durante una temporada, busca descifrar las claves más sobresalientes de su repertorio de recursos.

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Gerald Fitch: la fascinación de un solo de guitarra

Pedro Fernaud

6.febrero.2011

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Gerald Fitch, con la camiseta de su nuevo equipo, el Unicaja de Málaga. Fuente: acb.com



El tiro: Arma muy rápido el balón. Al contrario que la mayoría de los jugadores, ni su tronco ni sus pies tienen que estar necesariamente orientados hacia canasta para que encuentre acierto desde la larga distancia. Es un prodigio de naturalidad y eficacia. Puede tirar según recibe o generarse su propio espacio con un sofisticado juego de fintas o gracias a su dominio del bote.

 

El bote: Cuando está en sus manos, convierte la pelota en algo muy parecido a un yoyó. Es una delicia verle manejar la pelota; es ingenioso, directo y creativo con ella.

 

Las penetraciones a canasta: Gran talento individual en el uno para uno. El poder disuasorio de su (eficaz) tiro y su facilidad de bote le abren muchos caminos a canasta. Cuando penetra, puede concluir sin mayores aspavientos llegando hasta la cocina o rematando la acción a media distancia.

 

Imán para el rebote: El curso pasado fue el número uno en el rebote de todos los escoltas ACB. Este año va camino de repetir ese liderazgo. Frente al Caja Laboral, en su primer partido con el Unicaja, capturó 9 rebotes. ¿La clave? El balón ama a quien le hace sentir especial. Bromas aparte, Gerald posee una intuición única para anticipar la trayectoria de balón y tiene muelles en vez de piernas, lo que compensa que no sea especialmente alto, ni siquiera para su posición de escolta (1’91).

 

Defensa: Como sucede con los grandes cazadores, depende de su acierto en ataque. Si los tiros no entran, será muy irregular. Pero si está encendido en la faceta ofensiva, suele defender con grandes dosis de intensidad, inteligencia y aplicación, tapando bien las primeras líneas de pase.

 

La pega: Un poco de individualidad (de algo genuino en tu personalidad) es mucho, dice Robert de Niro. La pega en este caso, es que Fitch tiene momentos en los partidos (o los tenía con el Baloncesto Fuenlabbrada durante el curso pasado) en el que se olvida de que compite para un equipo o de que está en un partido y tira sin orden. Sólo por el gusto de recobrar el sabor del acierto. Y, de acuerdo, a veces emboca su lanzamiento, pero esa vena libertaria no es la más apropiada para funcionar en el baloncesto profesional, básicamente, porque no ayudas a tu equipo a ganar partidos.

 

Resumen. Un libertario lleno de poemas, un Michael Jordan desordenado. Con Gerald no existe el término medio: o le amas o te desesperas. Bueno, sí existe, el que le va a dar Chus Mateo: darle mucho cariño, hacerle sentir importante y racionarle las jugadas. Verle jugar es un lujo para el baloncesto. Es un tipo libertario que crea poemas con su manera de tirar o botar. En la atmósfera ACB, su talento natural le podría convertir en un Michael Jordan.



Pero él, más libertario es, y se conforma con ser el ‘Guti’ del baloncesto: elegante, singular, irregular, a veces apático, en ocasiones autodestructivo, pero por encima de todo único en su manera de crear belleza y emocionar a los espectadores con la precisión de sus tiros y su espectacular manera de manejar la pelota.

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