Hombrecitos

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Partido de deslinde éste entre La Bruixa d’Or y Baloncesto Fuenlabrada, de marcar fronteras en la lucha de la otra liga, poniendo dos victorias de por medio con la peligrosa zona del descenso para establecerse en la cómoda tierra de nadie, a apenas un paso del paraíso copero. Fuenlabrada, en lo que quizá haya sido su partido más serio, puso la actitud, la garra y la solidez que otras veces le ha faltado para que la victoria se quedase entre sus ruidosas gradas.

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Hombrecitos

Theobald Philips

16.diciembre.2013

Foto: Fran Martínez / www.fuenlafreak.com

El Fuenlabrada creció, dominando el rebote (41/29) y poniendo 6 tapones

Crecer. Pasar de la niñez del grupo de jugadores recién reunidos, a la madurez del equipo. Ese proceso tan duro en el que rompes con la inocencia inicial que tenías de partida, pasas por un tormentoso periodo de altibajos emocionales en el que no sabes por donde te andas y, finalmente, si tienes suerte, acabas consiguiendo la suficiente madurez y entereza que te permite conseguir tus metas. Bueno, pues parece que poco a poco el niño Fuenla se va convirtiendo en un hombrecito, todavía con las hormonas de la pubertad en erupción, sí, pero ya más adulto de lo que era. O al menos así lo pareció ante el Manresa, cuando los locales fueron capaces de superar su habitual despiste del tercer cuarto volviendo a tomar responsablemente el camino de la victoria, sin tener que apelar a la adolescente épica. 


Empezó muy sólido el equipo de Chus Mateo, con una inusual camiseta blanca como local (por inescrutables designios de la televisión) y un no menos inusual quinteto donde Arnold, la pantera fajadora, hacía pareja interior con Moussa Diagné, llevando al agradecido Andy Panko a su natural hábitat (12 puntos en este cuarto). Defensa, robos, rebotes (sí, rebotes ¡el Fuenla!) y un torbellino de juego, con Panko de estilete y Feldeine de escudero, que Josh Asselin, demasiado solo (8 puntos de los 12 de su equipo), no podía parar.  


Daba igual quién saliera pues, con la segunda unidad en pista, los de Fuenlabrada estiraron el 20-12 del primer cuarto hasta un 43-26 al descanso. Vargas se mostró tan contundente como lo había estado Diagné y, Vega, además de anotar un triple, no desmerecía el trabajo oscuro de Arnold. Sobre el equilibrio interior, Román Montañez y Dani Pérez construían tiros exteriores y, con un estajanovista esfuerzo defensivo (5 robos, 8 pérdidas provocadas y 5 tapones), los madrileños edificaban canastas. Entre los manresanos solo Waters parecía querer ver aro, parado Asselin en los 8 puntos del primer cuarto por su compatriota Vargas y por Diagné (sensacional el joven, 17 de valoración son solo 2 tiros; 9 rebotes y 4 tapones llevaron su firma). 


Aunque el problema principal de los visitantes no estaba ahí; solo 8 faltas en 20 minutos, permitiendo un 58% 2p y un 50% 3p, eran su pecado. Por eso Comenge retuvo a los suyos en el vestuario casi hasta que el reloj retomó su marcha, probablemente agarrándoles de las metafóricas solapas para despertarles y echarles en cara la diferencia entre su infantil actitud ante el partido, frente a la agresividad de los locales. Como era de esperar, La Bruixa d’Or salió a morder en el segundo tiempo, cometiendo en el mismo 17 faltas (una menos que Fuenlabrada en todo el partido) y consiguiendo, por lo menos, que los de Chus Mateo tuvieran que sudar en ambos lados de la pista, y no solo en la defensa. Y, como también era de esperar, en una de sus ya clásicas pájaras de tercer cuarto, con festival de pérdidas de balón, defensas inconclusas y mandarinas (la fruta de temporada) a go-go, Fuenlabrada encajó un parcial de 4-12 en 3’30”.


Y ahí es donde se vio la diferencia entre los niños de otras veces, capaces no solo de dejarse recortar la diferencia, sino de tirarla completamente por el desagüe y permitir al otro equipo coger la delantera, y estos hombrecitos de ahora. Una presión en saque de fondo, un apretar los dientes en defensa, un seguir cerrando el rebote, un buscar la mejor opción, ya fuera el dominicano (¡y van 3!) Feldeine, Panko, Cabezas u otro… todo lo que un equipo serio haría para no dejarse llevar por los nervios, para no permitir que la cosa fuera a mayores. Al terminar el cuarto, Manresa solo había podido añadir un punto más a su parcial inicial, sobre todo gracias a la helena tozudez y acierto de Giannopoulos (3/3 desde 6’75).


Salvados los muebles con 63-55, parecía claro que Fuenlabrada no iba a ganar por la paliza del descanso, pero tampoco iba a permitir sufrir a sus ya castigadas gradas. En todo momento, desde el inverosímil triple a tabla de Vega (que luego fue convenientemente devuelto por Larssen, en idéntica chapuza) hasta el bocinazo final, las diferencias nunca bajaron de los 9 puntos, con un James Feldeine que, a pesar del exhaustivo scouting que todos los equipos han hecho de sus movimientos, convirtió sus 16 puntos y 28 de valoración en la dormidina del partido, hasta el 81-73 final.


Parece que los niños se han convertido en unos hombrecitos; lo necesitarán, para afrontar el calendario que les viene encima. El próximo, Xavi Pascual, otro que necesita a supernanny para domar a sus chiquillos y hacerlos crecer…