La alegría de la huerta

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Siempre nos han dicho que los partidos se ganan en defensa; incluso, durante mucho tiempo, nos han robado el baloncesto sobre la base de esa afirmación. Pues bien: el pasado sábado el Baloncesto Fuenlabrada, para alegría del UCAM Murcia que no desaprovechó el regalo, decidió perder un partido que tenía ganado y, contra esa máxima establecida, además decidió perderlo en ataque. Esta es la historia.

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La alegría de la huerta

Theobald Philips

16.enero.2013

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José Ángel Antelo, rey del +/- fue clave en el partido. Con él en pista, 61-76; en los seis minutos que tuvo de descanso, 14-5. Fotógrafo / fuente de foto: Fran Martínez / Fuenlafreak.com


Sí, el Fuenla tenía ante su parroquia el reto de consolidar la curva ascendente de juego que todos los analistas han (hemos) destacado en las últimas semanas, y de hacerlo ante un rival directo, el UCAM Murcia, que presentaba algunos viejos y queridos conocidos en el parquet y otros no tanto en el banquillo. Además, se celebraba el partido 100 en ACB de Jon Cortaberría con Fuenlabrada, lo que fue premiado por su entrenador con un sitio en el quinteto inicial.


Tras el salto, cada uno de los equipos siguió un estilo distinto aunque, a su manera, efectivo. El Fuenlabrada, de acuerdo con las pautas que Trifón Poch quiere inculcar a sus pupilos, hacía hincapié en la circulación de balón, apurando el reloj de posesión hasta encontrar al jugador mejor colocado; los de Quintana, por el contrario, optaban por un juego más directo, de ataques cortos que buscaban pronto el aro aun a costa de no cargar el rebote ofensivo. UCAM Murcia prefería sobre todo el tiro exterior, fundamentalmente a manos de Joe Ragland (11 puntos en estos 20’), Gatens e incluso Antelo, quizá conscientes de una cierta debilidad interior que se había visto aumentada por la baja a última hora de Barlow; Baloncesto Fuenlabrada, sin embargo, utilizaba con mayor profusión la mole de Sené, el posteo de Mainoldi y la sobriedad de Robert Kurz (llamado a hacer la necesaria labor de efectiva intendencia que un equipo de zona baja precisa, y que un desaforado Charles García era absolutamente incapaz de aportar), si bien un bajo porcentaje de tiro disminuía la teórica ventaja interior.


Con esos ingredientes, en la primera mitad vimos un partido vibrante e igualado en el que se alternaban las ventajas, ninguna superando los 5 puntos (1Q: 18-22; 2Q: 41-39), pareciendo la estadística oficial de cada una de las escuadras un copia y pega de la de su rival. Si a ello le añadimos la fluidez, con solo 30 minutos de reloj para 20 de juego gracias a la ausencia de cambios (hasta el 9’34” se mantuvieron los quintetos iniciales), tiempos muertos y tiros libres (4), podríamos decir que estábamos viendo un gran encuentro, de esos que TVE corta sin remordimiento alguno para dar paso a algún programa de corazón.


En la reanudación, la igualdad se mantuvo hasta el 5’45” (48-47), cuando Óscar Quintana decidió dar descanso a Antelo, único de sus interiores que había rendido a nivel; Tillie salió al parquet pero no jugó, y Marcus Lewis se mostraba rabioso e impotente ante la superioridad de los pívots naranjas, sobre todo cuando Poch hizo coincidir en pista a Mou Sené y Rob Kurz (Mainoldi tuvo uno de esos partidos “difusos” que tanto le penalizan en su carrera). En esos aproximadamente 6 minutos que el canterano madridista estuvo descansando, su equipo encajó un parcial de 14-5, que permitió a los fuenlabreños terminar el cuarto con una suculenta renta de 62-52. Será lo que llaman intangibles -aunque una tarjeta final de 12 puntos, 10 rebotes y 3 tapones (20 val.) parece algo muy tangible-, pero con la vuelta de Antelo en el último cuarto, Murcia devolvió (también en aproximadamente 6 minutos) ese parcial de 5-14 a Fuenlabrada, con lo que el marcador volvió a apretarse (68-67).

No obstante, el pívot no estaba solo ya que Gatens afinó la puntería y Josep Franch, que había estado decepcionante en la primera parte, añadió un plus defensivo subiendo las líneas de presión y ahogando el ataque fuenlabreño; una decisión arriesgada la del coach murciano apostando por el canterano de la Penya a costa de dejar en el banco durante los 10 minutos decisivos a un Joe Ragland que, en los tres primeros cuartos, había sido la principal baza de su equipo (18 puntos, 4 rebotes, 3 asistencias, MVP con 25 val.). Pero, sobre todo, fue fundamental que Berni se echara el equipo a la espalda. Todo un lujo Rodríguez que, a base de cabeza y veteranía, se puso a tirar del carro y resolvió la papeleta de los suyos haciéndoles apretar en defensa y sacando faltas de veterano en ataque que, tacita a tacita, devolvían a Quintana la esperanza de su primera victoria contra su ex-equipo.


Cabeza y veteranía, lo que faltó a Fuenlabrada y, en gran parte, a su base estrella letón, que es tan bueno en la anotación como dejado en la dirección del equipo y lectura del partido. Los naranjas, descabezados, intentaron defender su ventaja en el último cuarto a base de no amenazar el aro, manteniéndose cerca del medio campo hasta que quedaban pocos segundos, lo que favorecía la presión murciana. Sin anotar fluidamente, la renta se esfumó y, cuando se volvió negativa (68-70, 70-72, 70-74, etc.), los nervios transformaron la parsimonia en precipitación, castigando el UCAM Murcia cada decisión errónea de los locales en ataque con una nueva canasta fácil. Tampoco estuvo especialmente ágil en esta fase Trifón Poch, dejando demasiados minutos en pista a un evidentemente agotado Sené, al que sentó demasiado tarde sin darle a tiempo el respiro necesario para que, en los momentos finales, pudiera aportar intimidación defensiva y ventajas en la zona rival.


Tras el inevitable carrusel de faltas, se culminó un parcial de 13-29 (1-45 en valoración) en apenas 10 minutos, que dejó fríos los bombos de las gradas al contemplar incrédulos el 75-81 que campeaba en el marcador. La alegría de la huerta para UCAM Murcia.


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