Let´s get physical

Los gloriosos Boston Celtics rendían visita a Madrid, 27 años después de que Larry Bird abanderara el asalto al antiguo Palacio de los Deportes ante la tropa merengue de Petrovic y Fernando Martín. Unos Celtics sin nombres llamativos para el público menos acostumbrado a seguir el día a día de la mejor competición de baloncesto del planeta, con el diminuto y talentoso Isaiah Thomas como cara más reconocible y el juego coral como bandera irrenunciable. Porque los de Massachusetts son un EQUIPO, y su verdadera estrella sostiene la pizarra en el banquillo.

Thomas dirige las operaciones, acosado por Sergio Llull. Fuente: nba.com

El Real Madrid de Laso saltó a la cancha dispuesto a dar guerra, subidos a la ola de creatividad pura generada por Sergio Rodríguez. La irrupción del Chacho y los infinitos recursos ofensivos de Trey Thompkins permitieron a los locales aguantar en el partido durante el cuarto inaugural (23-25), hasta que Brad Stevens ordenó a sus muchachos incrementar la intensidad defensiva. La colección de fenomenales stoppers exteriores de los Orgullosos Verdes (Smart, Bradley, Crowder), la línea de 3 con distancia NBA y el descanso del prestidigitador canario ahogaron al Madrid, mientras Boston mostraba ese ataque con movimientos y pases constantes que les regaló una plaza en los últimos playoffs. Quintetos versátiles, dispuestos a correr y con hombres grandes haciendo gala de su buena lectura del juego. Aquí conviene detenerse en el interesante fichaje de David Lee: hastiado tras su ostracismo en los Golden State Warriors campeones, el ex de los Knicks será un valioso foco ofensivo para el equipo, desde sus variadas armas para anotar y su talento pasador. Su calidad en el primer pase tras rebote, ese que arma las buenas las transiciones, será una bendición para una tropa que quiere galopar (13.6 puntos promediaron los Celtics el curso pasado en esa suerte del juego).

Los triples de un Bradley que aumenta su fiabilidad desde la larga distancia verano tras verano rompieron definitivamente el partido, con el Madrid maquillando en el tramo final desventajas que se situaban ya en el umbral de los 20 puntos. La anécdota del resultado final (96-111, calcado al de 1988) y ese pacto con el diablo, sin contraprestaciones aparentes, que parece haber firmado el gran Rick Fox (no pasan los años por el ex de Celtics y Lakers), dieron brillo a una cita que siempre gusta a este lado del Atlántico. Competitividad hubo poca, menos aún desde que Stevens se disfrazó de Olivia Newton-John y entonó aquello de «Let´s get physical!».

@Juanlu_num7