Lo imposible

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Fuenlabrada intentó repetir la remontada que protagonizó en la segunda jornada contra el Bilbao, pero no siempre sale cara cuando tiras al aire más de dos cuartos sin jugar. De esta forma, el voluntarioso Obradoiro se llevó de debajo de los aros del Fernando Martín una merecida primera victoria en esta temporada, a pesar de los sudores finales que tuvo que pasar para conseguirlo.

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Lo imposible

Theobald Philips

4.noviembre.2013

Foto: Fran Martínez / Fuenlafreak.com

 De haber tenido durante todo el partido el mismo porcentaje que en el 4Q (77%), Fuenlabrada habría ganado el partido


 

Demostrando que, al contrario que el año pasado, ambos equipos están en la misma liga, Fuenlabrada y Río Natura Monbus empezaron el choque jugando de poder a poder, contestando a cada bala con otra de igual o superior calibre. Así, si Muscala inauguraba el marcador haciendo volar a Diagné, éste le devolvía un 2+1 haciéndose grande en la zona. Si, por el contrario, era Cabezas el que acertaba desde el 6’75, pues venía Corbacho a poner un 3+1 que igualara el luminoso. Se mantuvo este intercambio de golpes hasta que Andy Panko tomó la pelota, embocando 5 puntos consecutivos que pusieron por delante a los de Chus Mateo desde mitad del primer cuarto hasta el bocinazo que marcaba el final del mismo (28-23). Sin embargo, a poco que se escarbara en la estadística, ya estaba claro que los naranjas tendrían que hacer mucho más si querían ganar, pues si tras un insostenible 6/8 en tiros de tres (3/3 Paunic, 2/2 Panko y 1/1 Cabezas) solo alcanzaban tan exigua ventaja, bastaría con que se tradujese en puntos el abrumador dominio gallego en el rebote (de 8 rechaces en aro local, cogió 5), para que las tornas cambiasen.  

 

Como todo el mundo sabe, las relaciones a distancia no funcionan y la guapa, sea victoria o mujer, suele terminar no con el que le escribe desde lejos (sin llegar muchas veces las cartas a su destino), sino con el que la mima y la cuida, con el que está cerca para atender sus necesidades. Oriol Junyent, veterano eficaz, abrió el corazón de la zona y, por esa ruta, se colaron sin descanso Delas, Muscala, Minnerath, Prumprla y quien hiciera falta, para anotar desde debajo de la cesta sin demasiadas complicaciones. Por el contrario, para el Baloncesto Fuenlabrada fue un cuarto de despropósitos, dando igual quién estuviera en el campo. Una sola canasta de Arnold y dos lastimeros tiros libres de Adrián Laso y James Feldeine (su primer punto, a falta de 2’30» para el descanso) fue su magro bagaje (32-41, para un parcial de 4-18), haciendo inútil cualquier comentario que pudiera tener en mente.

 

Foto: Fran Martínez / Fuenlafreak.com

 Río Natura Monbus dominó los aros. En todas las facetas posibles

 

Al retomar el juego, en vez de la respuesta agresiva que las gradas esperaban de su equipo, se encontraron con más de lo mismo. Sufrimiento continuo para conseguir posiciones desesperadas, una colección de balones haciéndole corbatas al aro, fallos en el tiro libre que rozaban el esperpento (al final del tercer cuarto, los naranjas tenían mejor porcentaje de triples que desde la línea) y una sangría de rebotes en su propio aro, que los gallegos aprovechaban para abrir aun más las distancias en el marcador, y para que sus exteriores pudieran ir ganando en confianza. Comenzando el último cuarto, echábamos cuentas en la tribuna de prensa sobre cuánto había sido la remontada contra Bilbao y este que suscribe, demostrando lo acertado de su decisión de no hacer la competencia a la bruja Lola y a Octavio Aceves, dijo que daba igual, que tal y como estaba el equipo y el resultado (40-55), era imposible. Después de tres años en Fuenlabrada, debiera medir más mis palabras.

 

Sacó Chus Mateo, en lo que parecía un acto de rendición, a la segunda unidad en pleno (Dani Pérez, Montañez, Mejeris, Vega y Arnold), y los primeros compases del cuarto parecieron ahondar en esa impresión. Hasta que Marcus Arnold anotó un tiro libre, que fue celebrado por los aficionados con una explosión de júbilo, como si de un mate se tratase; sí, se habla del efecto psicológico de mates, tapones e incluso de los triples, pero lo que encendió esta vez el partido fue un tiro libre (7/16 llevaba Fuenlabrada por aquel entonces, 17/29 al final). Y lo encendió en un mar de ruido y zona 2-3, que atascó al sorprendido equipo de Moncho Fernández y aceleró las pulsaciones de los de Mateo.

 

Un tapón de Mareks Mejeris, y Montañez que recibe una falta en el 6’75. Los tres tiros libres encestados por el veterano escolta, de nuevo recibidos con rugidos como si Dominique Wilkins, Michael Jordan y Lebron James hubieran destrozado el aro, dieron alas a las gargantas y a los bombos que, a todo decibelio, empujaron al Fuenlabrada hacia defensas aguerridas, y a nuevas canastas de Arnold y Mejeris. Por Río Natura Monbus, solo Delas parecía algo centrado, pero no era suficiente para cortar la hemorragia, culminando Javi Vega con un triple un parcial de 13-4, en solo cinco minutos y medio (53-59).

 

A partir de ahí, Obradoiro echó mano de su fontanero multiusos, Ben Dewar, MVP estadístico e intangible, que intentó a base de eficiencia echar sucesivos jarros de agua fría sobre la euforia fuenlabreña. Cada vez que los de Chus Mateo, recuperados los titulares tanto en la cancha como -sobre todo- en el juego, hacían algo que acortaba la distancia, el americano arreglaba la fuga con un triple, un rebote ofensivo, un robo… Sobre sus hombros, se subieron el irregular Corbacho e incluso Xanthopoulos, haciendo que la imposible remontada a base de triples pareciera definitivamente destinada a no culminarse.

 

Foto: Fran Martínez / Fuenlafreak.com

 Aficionados y jugadores, agradeciéndose mutuamente el esfuerzo

 

Aun así, a falta de menos de un minuto y yendo 68-73, todavía dispuso Fuenlabrada de una última oportunidad cuando, tras dos faltas consecutivas para forzar el bonus (el concurso de triples no había permitido hacer personales), en el saque de banda Paunic tocó la bola con la punta de los dedos, si bien Feldeine falló (justicia poética) uno de los tiros libres de que dispuso lo que, con 45″ por disputar, les habría dejado a solo 3 puntos. La fe, efectivamente, mueve montañas, y por eso Fuenlabrada es una ciudad que está en un llano (a base de fe ha movido todas las montañas de alrededor); pero, desgraciadamente, a veces no basta para mover el juego sólido del contricante, haciendo que lo imposible… no sea posible.