Los trabajos y los días

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El baloncesto es un juego donde la fe desarrolla un papel crucial, a la manera de una mitología moderna. Ningún redactor en Fiebre (y nos animamos a decir que en el planisferio de las webs de baloncesto) conoce tanto y tan bien la cultura helena como Theobald Philips, que nos regala un relato de la final de la Final Four que rebosa ritmo, humor y honor a los valores del trabajo y la inteligencia. Donde quiera que celebre estos días, el rey Spanoulis sonreirá complacido al leer al Homero de Fiebre 🙂

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Los trabajos y los días

Theobald Philips

14.mayo.2012

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Fuente foto: www.euroleague.net

“Si trabajas pronto te tendrá envidia el indolente al hacerte rico”

(Hesíodo, Los trabajos y los días)

 


Se consumó la paradoja económica y los pireotas tripitieron milagro, tras ser los únicos en romper la ventaja de campo en cuartos contra Siena,y vencer sorpresivamente al Barça. Los rusos deberán estar preguntándose si no les habría valido más no ser tan rácanos en el esfuerzo, ya que habían sido tan espléndidos con la chequera…

 

El primer cuarto deberíamos pasarlo por alto ya que, con un sonrojante 10-7 para CSKA, bastante hicimos con no apagar la televisión. Sin embargo, en este tiempo ya pudimos ver algunos de los elementos que luego se volverían claves: que Teodosic es muy bueno pero muy poco listo, que el joven Papanikolau no estaba dispuesto a que Kirilenko despertara y cogiera la racha, que la Línea Maginot de Ivkovic no iba a dejar correr al CSKA y que la pusilanimidad de Kazlauskas tampoco iba a forzar el ritmo de su equipo, favoreciendo la estrategia del maestro serbio.

 

Desesperado pensando que esta era la final del mejor baloncesto FIBA, el segundo cuarto siguió los derroteros del primero y se convirtió en un concurso de pérdidas de balón y (pocos) tiros erráticos. Fue el eficaz Siskauskas el que encontró la llave de la lata -simplemente acelerar un poco en el bloqueo y continuación para dejar libres a sus pívots bajo canasta-, “disparando” la distancia a 16-11. Sí, sólo 5 puntos, pero contad con que es casi un 50% de los que Olympiacos había metido en los 15 minutos anteriores… Ivkovic tuvo que pedir tiempo muerto.

 

Al retomar el juego, Teodosic hizo hincapié en la primera parte de la afirmación que he hecho más arriba, y embocó tres triples consecutivos. El partido parecía roto y, aunque Spanoulis y Papanikolau tiraron de raza, estaban demasiado solos. Con el viento a favor, los rusos se sintieron ganadores, pelearon por todos los balones sueltos y mantuvieron su ventaja: al descanso, 34-20 (18 Spanoulis y Papanikolau, 2 Antic…la primera canasta del partido).

 

El descanso sentó bien a todos, sobre todo al espectáculo: en 3 minutos se metieron más puntos que en todo el primer cuarto. Los de El Pireo habían renovado sus ganas, con Pero Antic sumando 4 puntos a dos triples de Vassilis y Kostas. Sin embargo, los moscovitas hacían valer su talento desde el 6’75 (uno de Kirilenko, en el único despiste defensivo de Papanikolau) para contrarrestar la ofensiva. En un penúltimo esfuerzo, los griegos intentaron una presión en todo el campo que, si bien paró la racha del CSKA, no recortó la ventaja. Volvimos a una fase de pérdidas concatenadas de ambos, con el luminoso parado en 47-31 hasta que, faltando 2 minutos, con Olympiacos aparentemente desfondado, CSKA pudo correr y endosarle un parcial de 6-0. Ahí volvió a parecer que terminaba todo pues, con 19 puntos abajo, Ivkovic sentó a sus mejores jugadores dejando en pista a un quinteto compuesto por Mantzaris, Sloukas, Keselj, Printezis y Haines. Tres jugadores de menos de 25 años, uno de 27 y un americano de 1’98, 0 puntos entre todos…

 

A falta de 1’53”, Sloukas metió un tiro libre, primer jugador además de Spanoulis, Papanikolau y Antic que estrenaba su casillero. Era una anécdota curiosa que apuntar en la crónica de la derrota de Olympiacos. CSKA perdió el balón, y Printezis añadió 2 puntos más al poste. Otra defensa, y Mantzaris que la clava de 6’75. Bueno, CSKA ganaba todavía 53-40, estaba hecho ¿no? Eso pensó el ex-equipo del ejército soviético, como la selección de la URSS en su día contra la Grecia de Gallis y Yiannakis.

 

Ivkovic mantuvo su equipo de suplentes al comienzo del último cuarto, que se inauguró con un triple de Sloukas, otro semigancho de Printezis y 3 puntos más del desaparecido Keselj. El parcial ya era 0-14, y aunque Kazlauskas decidió devolver a Kirilenko y al resto de titulares al campo, sirvió de poco ante el “recital” de Teodosic, que queriendo ser el MVP dio todo un repertorio de tiros sin posición, faltas inútiles, pasos, dobles y pérdidas de balón. Cada locura del serbio era castigada por los jugadores griegos que ahora, además habían recuperado a unos descansados Spanoulis y Papanikolau.

 

Siskauskas intentó poner la cabeza que Teodosic no tenía, y aprovechando su ventaja sobre Sloukas y la de Krstic sobre Haines, permitió que CSKA entrara en los dos últimos minutos de partido con 60-55. Pero Teodosic perdió un nuevo balón y Papanikolau, que tras rebote ofensivo metió un tiro libre (hasta entonces, 16 puntos sin fallo), en la siguiente jugada robó un balón a Kirilenko que terminó en canasta de Printezis (60-58). Sólo faltaba un minuto, y Milos se jugó la enésima (a su) bola, fallando. Esta vez, un tapón de Voronsevitch parecía salvar los muebles, pues los griegos tuvieron que hacer falta al base serbio, que calza un 90% desde el tiro libre. Pero, como en cuartos, Teodosic sólo metió uno (61-58).

 

CSKA no podía permitir el triple y Olympiacos no podía permitir que corriera el tiempo. En la guerra de nervios desde la línea, el joven Papanikolau demostró más temple que el veterano Siskauskas, dejando un 61-60 con 7” por jugar. El balón fue a Spanoulis que recorrió la pista, penetró atrayéndose la defensa de Kirilenko y se ganó el MVP doblando el balón a Printezis, que colocó el 61-62 final. Deporte de equipo, Teodosic, estrella de un deporte de equipo…

 

P.S.: el Barcelona ganó a Panathinaikos por 74-69, único partido de esta Final Four que superó los 70 puntos. Ya hice una vez la crónica de un partido que no existía, creo que no merece la pena hacer la de uno que no debería existir.

 



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