«The Small Four»

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Los Lakers aplastaron anoche a los Celtics (89-67) y empataron la serie (3-3) forzando un séptimo y definitivo encuentro. El factor cancha fue nuevamente decisivo, haciendo que Kobe (26 puntos, 11 rebotes y 3 asistencias) y Pau (17 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias, casi triple doble) volvieran a brillar con luz propia en su casa. La mediocre actuación de los cuatro grandes de Boston, que se mostraron en su versión «mini-yo», bien podría valerles el apodo «The Small Four» a partir de ahora.

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«The Small Four»

Alejandro Echeverría Rey


LAL3-BOS3


Los Lakers aplastaron anoche a los Celtics (89-67) y empataron la serie (3-3) forzando un séptimo y definitivo encuentro. El factor cancha fue nuevamente decisivo, haciendo que Kobe (26 puntos, 11 rebotes y 3 asistencias) y Pau (17 puntos, 13 rebotes y 9 asistencias, casi triple doble) volvieran a brillar con luz propia en su casa. La mediocre actuación de los cuatro grandes de Boston, que se mostraron en su versión «mini-yo», bien podría valerles el apodo «The Small Four» a partir de ahora.



Después de las dos últimas victorias seguidas de los Celtics (4º y 5º partido) la afición verde se volcó por completo con su equipo. Una de las pancartas más vistas durante esos días (seguramente la hayan plasmado ya en todo tipo de «merchandasing»: camisetas, tazas, corta-uñas, limpia-callos…) retrataba la proeza que realizaron Davis y Robinson en el cuarto partido. He de reconocer que he perdido algo de peso riéndome con esa imagen.


DonkeyShrek

Fuente foto: nba.com


Sin embargo, el gran empuje de la afición verde no sirvió de nada para evitar la desastrosa derrota que sufrieron anoche. A pesar de ser un tanteo favorable para el juego de Boston (más bajo imposible), que nadie se llame a engaño. La proyección de los Lakers hubiera sido de 100 puntos si al final del tercer cuarto ambos equipos no hubieran decidido terminar el partido antes de tiempo. Sí, el último cuarto sobró y podríamos decir que sólo se jugaron los tres primeros. Al final realmente estuvieron echando una pachanga de despedida para descansar (un 21, o un «oso», como hacemos los menos profesionales).


En ese acuerdo mutuo puede que tuvieran algo que ver los 25 puntos de ventaja con los que llegaron los Lakers al último cuarto (76-51). La crisis verde comienza en el primer cuarto, cuando Gasol y Bryant le hacen un sandwich en el aire a Perkins que al caer se lesiona la rodilla y tiene que abandonar el campo. Los Celtics que habían estado tocando las castañuelas por la lesión de Bynum ven como su «center» desaparece dejando a Davis como pilar central en la pintura. Sin embargo, Davis (más «baby» que «big») no está a la altura y junto a un Garnett desinflado vuelven a dejar en pañales el juego interior de Boston una vez más.

 

Junto al «necesita mejorar» del boletín de notas de «Doc» Rivers, que no supo reorganizar su defensa, podemos ver los dos factores clave que definen este partido. Por un lado, la agresividad defensiva que han protagonizado los Lakers. Muchos expertos han llegado a definirles como «un auténtico enjambre». Y es que las ayudas en la zona y el dos (y hasta tres) contra uno en el perímetro, han sido su arma más poderosa. Con esta defensa no han conseguido robar demasiados balones pero sí forzar un tiro muy poco cómodo por parte de los Celtics durante todo el partido (33% de acierto). En la imagen vemos cómo el enjambre amarillo ataca a un bicho verde desconocido (Kevin Garnett) que se acerca a la colmena. Mientras tanto Fisher, en el suelo, parece sorprenderse y disfrutar a partes iguales.


DefensaLakers

Fuente foto: nba.com

 

La segunda clave del partido ha sido el rebote (52-39 para los Lakers). Ninguno de los jugadores de Boston consiguió llegar a los 10 rebotes, mientras que Gasol (13), Bryant (11) y Odom (10) sí lo hicieron. El técnico de los Lakers, Phil Jackson, ya lo tenía apuntado en rojo en su lista de tareas desde el anterior partido y parece que esta vez sí hizo los deberes. Dejó a Pau y a Odom más cerca del aro en defensa para poder cerrar el rebote como el manual manda y no dejó casi segundas oportunidades al malísimo tiro de Boston. 


El propio Kevin McHale (mítico experto reboteador) explicó bien claro después del partido la importancia del rebote y cómo se genera casi sin esfuerzo a partir de una defensa organizada. En la siguiente tabla se ve claramente que el ganador en rebote ha terminado ganando también todos los partidos de la serie final. Como en la NBA estas relaciones lineales tan simples y proféticas causan furor, seguro que «Doc» Rivers ya ha tomado nota y comenzará el séptimo partido con todos sus jugadores de cara al aro formando un castillo humano.


Encuentro

Dif. Rebote

Ganador

Partido 1

LAL +11

LAL

Partido 2

BOS +5

BOS

Partido 3

LAL +8

LAL

Partido 4

BOS +7

BOS

Partido 5

BOS +1

BOS

Partido 6

LAL +13

LAL


Como hemos comentado en otra ocasión, después de una victoria de los Lakers los videos sobre sus jugadas aparecen como setas. Sin embargo, la jugada que he elegido para ver a cámara lenta (sí, no puedo evitarlo) es una purísima entrada a aro pasado de Nate Robinson. Dentro de las entradas a aro pasado podríamos distinguir dos tipos: con rectificado y «a priori». El primero, más frecuente, se da al entrar a canasta y encontrarse con setenta brazos encima del cogote. Si tu potencia de salto lo permite rectificas y sigues volando como si nada para terminar encestando a «aro pasado» (Dominique Wilkins sabía cómo hacerlo con elegancia). El segundo es un poco más pícaro y se da cuando sabes de antemano que los defensores te van a saltar como perros sarnosos al cuello y tú ya has decidido soltar el balón por el otro lado. Este detalle de calidad se reconoce al instante porque el jugador toma impulso desde mucho más cerca de lo habitual. Éste es el caso de Nate Robinson, que protagonizó anoche una de las entradas a canasta más bonitas y técnicas del partido, en la cara de Odom. Ojo lo cerca que toma impulso siendo él, que midiendo 1,75 llegó a saltar por encima de Dwight Howard (2,11 metros) unos meses antes. Disfrutadlo.


 

 

Resumen (biológico) del partido. Lakers, enjambre defensivo y reboteador, con Kobe como reina de la colmena y Gasol de abejorro mayor (por lo importante, grande y vistoso que está siendo). Celtics, cuadrúpedo con muñones («The Small Four») que por más que corre no llega a ningún sitio. 



Los Celtics intentan hacer números raros de cara al último partido y publican confiados en sus foros que de las 25 veces que las finales se han empatado 2-2, el ganador del quinto partido (ellos) se ha llevado el anillo en 19 ocasiones. ¿Perdona? En realidad es ahora cuando a los Celtics les hubiera venido de perlas tener un cuarto partido en casa para haber aprovechado el tirón psicológico. Mala suerte, haberlo trabajado durante la temporada.


Esperemos que en el séptimo partido ambos equipos se entreguen al máximo y el que gane pueda recibir el anillo merecidamente. Para quitarme el mal regusto de un partido tan desigual, creo que voy a descansar un rato viendo cómo España remonta a la correosa Suiza, en nuestro segundo deporte nacional.