Rodillo blanco

Desde el pitido inicial las tremendas diferencias entre ambos contendientes saltarían a la palestra: a un lado del ring un equipo hecho, con plan de juego definido y una rotación interminable (reforzada con las valiosas incorporaciones de Bourousis y Mejri en la pintura); al otro una tropa de saldo, recién reclutada y pendiente de ensamblarse. El nuevo gigante griego de los merengues lideraba la acometida (los 7 primeros puntos de los locales llevarían su firma) mientras los visitantes trataban de enmendar con comunicación continua su deficiente ejecución de los sistemas de juego. Con más semanas de trabajo el equipo ofrecerá una cara mucho mejor, ayer durante muchos minutos su ofensiva se limitó a hacer llegar la bola a unos erráticos americanos (Johnson & Wright), para que se la jugaran sin descaro. La ventaja amansada al final del 1er cuarto (26-12) no haría sino crecer y crecer.

El poder intimidatorio de Mejri contagió a un Madrid que haría gala de una ardiente actitud defensiva durante toda la velada. Tipos por los suelos a la caza de balones sin dueño, líneas altas de presión para entorpecer la circulación del rival, Carroll pasando bloqueos como un perro de presa, Felipe y Mirotic emulando al tunecino… y Slaughter. El americano siempre entendió a la perfección su papel en este Madrid de Pabo Laso, y la nueva competencia en la zona no parece haberle acobardado. Su presencia en la cancha fortalece de inmediato el trabajo de presión de unos jugadores exteriores que se sienten seguros teniendo al monstruo con el #44 detrás, si no es el propio Slaughter el que se adelanta para robar el balón en media cancha.

Carroll, Felipe, Draper… Laso enviaba oleadas de piernas frescas a la batalla mientras Casas se echaba las manos a la cabeza ante las imprecisiones de sus hombres, propias del desconocimiento del compañero (19 balones perdidos, 39% en tiros de 2, 29% en tiros de 3, 33% en tiros libres). 44-22 al descanso

Entre todos los reclutas merengues volvió a brillar con luz propia un tipo especial, el de siempre. El genio de la barba destaparía el tarro de las esencias con un tercer cuarto apoteósico, mezclando triples letales con asistencias de fantasía para dar vida a un encuentro muerto desde el comienzo (12 puntos+4 asistencias en 20 minutos de juego). El esteta es ya el capitán general.

Poca historia para un partido que acabaría con el americano Omari Johnson ejerciendo el clásico maquillaje estadístico, y con un resultado final de 87-53 para los locales. El Madrid proseguirá con su ambiciosa hoja de ruta. En Valladolid toca trabajar, y mucho.