Salsa espesa

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La relajación de Estudiantes tras la clasificación para la Copa y su cansancio por el partido descolocado al martes por los genios de la competición, chocó con los nervios de un Lagun Aro necesitado de victorias, y en plena reconstrucción al borde del abismo. La mano salvadora de Lucas Nogueira palmeó en última instancia la victoria final para los locales.

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Salsa espesa

Theobald Philips

30.enero.2013

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El tipo de la bocina tenía ya los carrillos hinchados para soplar… Fuente de foto: www.clubestudiantes.com


Será por la sobredosis de baloncesto que llevaba ese día, será por el plato de judiones de la granja que me había comido (con su correspondiente repetición de las jugadas más interesantes), será por el día de perros que hacía, será que la calefacción estaba a 650oC y enfocada sobre mi cabeza, será que en una instalación llamada a ser un referente en la Olimpiada de 2020 es absolutamente imposible conectarse a Internet ni a través de la inoperante wi-fi (el que daba a los pedales debía estar preparando su declaración para el juicio de la Operación Puerto) ni a través del 3G (el hormigón del Palacio debe tener un revestimiento antikriptonita, o así), pero el caso es que me costó horrores engancharme a un partido igualado, con exhibición individual del MVP de la jornada, con una remontada final de los visitantes y una victoria local con palmeo en el último segundo… Vamos, un partido que, visto en perspectiva, parece emocionante, pero respecto del que mi compañero de tribuna, para que nadie me llame cenizo, llegó a comentar (antes del cardiaco final) “iba a hacer una crónica de cuatro párrafos, pero como siga así se va a quedar en tres”.


Sí, fue un partido espeso, raro, sin ritmo donde ni siquiera los rebotes eran claros, en el que salvo por el tamaño y el color de los participantes, uno no sabría distinguir muy bien si seguían jugando las alevines del Estu que salían en los tiempos muertos o no, con los jugadores apelotonándose alrededor de aquella inatrapable bola jabonosa como esos bancos de sardinas que se mueven al unísono en los documentales de Cousteau. Y tampoco ayudaba el hecho de que hubiera en el parquet tres tipos de naranja y negro ensayando la 9ª Sinfonía de Beethoven al silbato, que 47 faltas en 40 minutos hizo que aquello pareciera un partido retransmitido por el Orange Arena, lleno de cuelgues y relojitos cargándose.


¿Exagero? Probablemente, pero díganme ustedes, fiebreadictos, qué podemos decir si con 6 minutos jugados el resultado es 4-8, con solo 5 canastas en juego entre ambos equipos. 5 canastas 5, de 15 hipotéticas posesiones, para una mínima ventaja visitante basada en el juego exterior (sólo Doblas parecía querer pisar la pintura) y que se mantuvo hasta el minuto 8, donde Vidorreta dio entrada a Fisher y Jaime Fernández. Su empeño, junto a un leve despertar de Germán encestando un par de canastas seguidas (¡milagro! por la continuidad, no por la factura), evitaron que la tendencia se consolidase: el partido se igualó a (sic) 13 faltando 1’20, finalizando el cuarto con 14-17.


En la continuación, pareció que la frecuencia de las canastas iba a aumentar. En Estudiantes anotaron los citados Fisher y Fernández, y Kyle Kuric les ayudó con una rachita que permitió a su equipo tomar por primera vez la iniciativa (24-21). Ante el cambio en el signo de los tiempos, Sito Alonso devolvió a pista a Javi Salgado, a pesar de su torcedura de tobillo de mitad del primer cuarto, pues Raulzinho Neto en ningún momento había conseguido coger ritmo; con Doblas, única referencia interior, cometiendo su tercera personal, tuvieron que ser Paunic y un muy activo Morris Finley los que tiraran del carro donostiarra para igualar y llegar al descanso con empate a 39. En fin, había una pequeña esperanza; había subido el ritmo de anotación, el juego en general parecía que había mejorado ligeramente, al abrirse las puertas para que la gente fuera al bar entró una leve racha de aire fresco que evitó que me convirtiera en un pollo al ast


Pero el tercer cuarto no correspondió mi optimismo. Estudiantes solo anotaba de tiro libre, y ni siquiera los metía todos (2 de Tariq, 1 de Jayson Granger y otro de Germán) y, Lagun Aro, solo de campo pero poco (43-48). La primera canasta en juego de los locales amaneció a falta de 3’42”, fue de English, un triple. La segunda fue también del canadiense, minuto y medio después, para volver a poner a Asefa por delante (52-50); los 8 puntos restantes de Carl en este cuarto “mágico” vinieron del tiro libre, siendo de nuevo el francotirador Kuric el que, con un triple postrero, colocó el 58-54 con que terminó el cuarto. Mentiras de la estadística, el 90% de tiros libres de Lagun Aro San Sebastián (9/10) no podía competir con el 71% de Asefa Estudiantes (24/34).


En el último cuarto, Carl English demostró que el calentamiento de la muñeca desde el tiro libre le había sentado fenomenal, y continuó su recital con canastas en juego. Estaba imparable, encestándolo todo. Por primera vez, 75-66, el partido parecía definitivamente roto. Pero en el equipo donostiarra no se querían rendir. David Doblas por dentro, y Salgado y Qyntel Woods por fuera, especialmente el americano, fueron arañando los nueve puntos uno a uno hasta la jugada final donde, la entrada del desconocido Granger (-7 val.), fue palmeada en la última décima de segundo por Nogueira, consumando la derrota de Lagun Aro (79-77).


Como remate, una anécdota: la rueda de prensa cambió el orden habitual, hablando Txus Vidorreta en primer lugar, porque Sito Alonso quería ver el vídeo. Cuando tras múltiples apuestas de la canallesca sobre si se quejaría de que el palmeo era fuera de tiempo o de que habían tocado la red, el entrenador de Lagun Aro compareció, nos sorprendió diciendo que lo que había estado mirando era…por qué no habían pitado en la última jugada 3 faltas que sus pupilos habían intentado/hecho (no estaban en bonus) para parar el ataque, y que permitió la intervención salvadora de Lucas. Curioso, de todas formas, en un partido donde la diferencia de faltas (27 com., 20 rec.) y tiros libres (24 por 34 del Estu) habían sido tan desfavorables para sus intereses, que la finalidad del análisis fuese puntualizar a sus jugadores, en otra ocasión similar, la forma de actuar para ser más contundentes. Genio y figura, la de Alonso.


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