Simplemente (ganó) el mejor

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El baloncesto tiene mucho de puzzle: se trata de encajar las piezas con las mayores dosis de sentido común posible. En esa alquimia, el entrenador del DKV Joventut, Salva Maldonado, es un maestro. El técnico catalán se fue con premio de la cancha del equipo que dirigía el año pasado (55-72), con una buena actuación coral de sus jugadores, marca de su estilo de dirección. Theobald Phillips estuvo en el Fernando Martín y nos explica lo que pasó con un cargamento de sentido común admirable, que hace más entendible un juego lleno de variables. 

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Simplemente (ganó) el mejor

Theobald Philips

5.marzo.2012

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A veces no hay más secretos que el acierto. Jugadores como Eulis Báez las metieron, mientras que otros como Mike Hall no. Fuente de foto: www.penya.com


El baloncesto es un deporte muy simple, se reduce a un solo principio esencial: el que más veces mete la pelotita por el aro, gana. Sí, a veces lo complicamos con profusos análisis y juegos de ajedrez, aritmética o estadística, pero eso sólo tiene un verdadero fin. Que a nuestro equipo le sea más fácil encestar porque, al final, si no la metes, no hay partido. Eso le pasó el sábado al Mad-Croc Fuenlabrada que, a pesar de tener muchas posibilidades de embocar la pelota en el aro, metió muchas menos que el FIATC Joventut.


El equipo de Salva Maldonado está entrando de puntillas en la liga, viniendo desde abajo con un trabajo serio que poco a poco va dando sus frutos. Incluso en los peores momentos de la temporada, era un equipo de los que en cualquier partido ves que debería estar más arriba; sí, ha costado un poco sincronizar las piezas, pero gracias a no perder la paciencia y dar confianza a un entrenador diesel como Salva, los resultados han acabado llegando. Sin espectacularidad, pero ganando poco a poco en consistencia.


Williams, LLovet, Báez y un Norel que hizo un gran partido, a pesar de que parece que no volverá a ser el que era antes de la lesión, se ocupaban de cerrar la zona, impedir las penetraciones naranjas y coger todos los rebotes. Desde el perímetro, Obasohan cosió a triples la poco ajustada defensa local, con unos muy oportunos Van Lacke y Oliver que, a base de veteranía y eficacia, arreglaban los pocos errores de sus compañeros. Y, si no, Barton se reivindicaba en su vuelta al Fernando Martín. No fue un gran partido de la Penya, cierto, pero sí un partido serio, y por eso se llevaron la victoria.


Enfrente, Fuenlabrada venía de culminar una gesta en Estambul, y quizá pagó el esfuerzo ante un equipo como el verdinegro, muy atlético en las posiciones superiores al 3. Su defensa, verdadera clave del milagro para un equipo normalmente inferior en poderío físico a sus rivales, nunca funcionó a nivel de forma regular, con lo que perdía rápidamente los pocos puntos remontados. Y, además, una vez que no controlaba el partido desde atrás, el ataque era menos fluido y, como hemos dicho más arriba, los porcentajes se resintieron. Se falló mucho, y para un equipo que en 40 minutos no juega ni un solo balón al poste, los porcentajes son esenciales.


En el Joventut fallaron Jeter y Jelinek, y Maldonado no usó a Trías (¿por qué? que diría el otro…); pero todos los demás estuvieron, y estuvieron en su sitio a ambos lados de la cancha. En Fuenlabrada, demasiada gente no estuvo (Penney, Hall, Sánchez, Laso, Cortaberría…) y, el resto, sólo estuvieron a ráfagas. Y las ráfagas -sobre todo de Mainoldi- no bastaron contra la continuidad. El partido fue todo el tiempo de la Penya, y las rachas de coraje fuenlabreño, realmente, nunca pusieron en peligro la victoria ya que rápidamente sus fallos en ataque eran castigados por los verdinegros.


De 8 a 14 puntos estuvieron siempre arriba los catalanes, que incluso al final, a pesar del tiempo muerto pedido por Fisac para mentalizar a los suyos, recuperaron con creces el basketaverage particular cerrando el tanteo en 55-72.


Un detalle final, que esperemos no vaya a mayores. A falta de 20 segundos para finalizar el tercer cuarto, Mike Hall se encaró con su entrenador en un tiempo muerto. Porfi lo relegó al banquillo y ya no volvió a pisar el parquet. Esperemos que sea sólo una anécdota propia de los nervios del juego, y de la desazón de la derrota sin paliativos. Porque Fuenlabrada va a necesitar, y mucho, que el “primo de Will Smith” esté muy enchufado de cara a la recta final de Eurochallenge y Liga Endesa.

 



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