Sweet Georgia Brown

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Fuenlabrada no pudo ganar al CAI Zaragoza en su primer partido de la era post-Shermadini. El equipo de Abós demostró que tiene una consistencia y un repertorio suficiente como para no solo superar la ausencia del center georgiano, sino repetir glorias recientes.

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Sweet Georgia Brown

Theobald Philips

3.marzo.2014

Foto: ACB Photo / Fran Martínez

 Norel ha vuelto. Buenos números para el tulipán

La canción que da título a este post es posiblemente la melodía más baloncestística que podemos recordar, y nos sirve para ilustrar el estado de gracia que ha encontrado este CAI Zaragoza, en una racha de cinco victorias consecutivas, y al que la sustitución de Shermadini por el tulipán Norel no parece haber perjudicado. El equipo de Abós ha conseguido una cosa que no está al alcance de muchos equipos, y es el de tener no solo muchas piezas y en muchas posiciones, sino sobre todo conseguir que las mismas formen un bloque sólido, probablemente la diferencia fundamental entre un equipo de arriba y uno de abajo. Un equilibrio y una consistencia que, en la carrera de fondo que es un partido, le permite apretar las tuercas cuando el aire empieza a faltar al contrario.


Todo lo contrario, y por eso se encuentra siempre en la línea de fuego, le ocurre al Fuenlabrada. Consigue solo jugar a rachas, a veces más largas y a veces más cortas, pero carece de ese cemento que, en los momentos difíciles, dan un suplemento de juego, de agresividad o de talento, que hacen ganar los partidos. Fuenlabrada rema, y a veces rema bien, pero se ahoga en el intento y, a la mínima que el bajón en el ritmo de paladas se produce, los equipos más armados le adelantan dejándole con la miel en los labios.


Eso ocurrió en el enfrentamiento frente a los maños, a los que llevó durante dos cuartos a un partido de pocos puntos, cerrando bien el tiro exterior y haciendo daño en el rebote ofensivo. Dos cuartos de juego de trincheras, poco habitual en los hombres de Mateo, pero que les hizo mantener unas ventajas sino cómodas, sí sostenidas en el entorno de los 5 puntos con puntos de juego de alcanzar los 9/10. Pero, ¡ay!, en el tercer cuarto los naranjas se dejaron anotar 26 puntos, los mismos que habían permitido en los primeros 20 minutos, porque las manos ya no llegaban a hacer sombra en el 6’75 (el primer triple de CAI fue en el minuto 23) y, Jones primero, y Norel después, encontraron dentro los espacios que en la primera parte no habían existido.


Aun así, era un empate a 52 con 10 minutos por jugar, con lo que en teoría cualquier cosa podría pasar. Pero, la verdad, es que un motor poderoso, el del CAI, se había puesto en marcha, mientras que el pequeño diesel del Fuenlabrada estaba ya en las últimas. Sí, los jugadores iban (como siempre) a echar el resto, pero la heroica, frente al equilibrio y la consistencia, es difícil que lleve el barco a buen puerto. Los interiores del CAI (Jones, poderoso, Norel, cada vez más caliente) hacían daño, tanto anotando como abriendo sitio a los mortales exteriores, que en la segunda parte (incluyendo a Sanikidze entre los francotiradores) convirtieron el 0/9 3p de los primeros 23 minutos en un 8/12 en los 17 minutos siguientes. Los 26 del tercero fueron 29 en el cuarto, y eso fue demasiado.


Maniatado Panko por la defensa cambiante de los rojillos (ni un tiro intentó el americano en los últimos 10 minutos), Fuenlabrada se encomendó a Feldeine y a una racha de triples de Javi Vega. Poco bagaje, que le dio para arañar hasta un 67-66 a falta de tres y medio, canto del cisne que terminó en estrepitoso gallo ya que, en las tres siguientes jugadas, encajaron un 0-5 definitivo propiciado por (qué injusta es la vida, pues había hecho un buen partido) tres errores consecutivos de Diagné (pérdida, tapón recibido y falta en el rebote ofensivo). Desde ese 67-74 ya no hubo opción, y CAI terminó de rematar al Fuenlabrada hasta el 72-81 final. Sin Shermadini, pero a ritmo de Sweet Georgia Brown.