Todos quieren a Draymond

Permitidme matizar el título de esta entrada, cuya similitud con el de una comedia televisiva de mediados de los noventa-inicios del nuevo siglo venía pintiparada al que escribe: todos en su equipo quieren a Draymond. Porque los rivales de turno odian a Draymond, como el generador constante de problemas y desequilibrios que es dentro de la apisonadora imparable que son los Golden State Warriors.

Llevamos meses loando (y con razón) el excelente momento de Stephen Curry, centrado en la ejecución desde cualquier distancia y en cualquier situación (más allá de los triples, es imperativo recordar que Steph en el tercer guard de la liga con mejor porcentaje de acierto en los lanzamientos intentados en la pintura, lo cual le convierte en virtualmente imparable). Pero, para buscar al generador primario de juego del equipo, hay que mirar más allá del pequeño genio de Akron. El base de facto de los Warriors es un tipo de poco más de 2.01 metros, que oscila entre los puestos de 4 y 5 pero cuya naturaleza es eminentemente aposicional. Playmaker, navaja suiza defensiva y líder vocal de los Guerreros de la Bahía: todos esos roles y muchos más confluyen en la figura de Draymond Jamal Green.

En el fastuoso ataque de los Warriors, ejemplar tanto en eficiencia (109.9 puntos por cada 100 posesiones, liderando la NBA) como en ritmo de juego (103.6 posesiones por partido, colíderes junto a los Sacramento Kings de George Karl) y a la hora de compartir el balón (28.7 asistencias por duelo, de nuevo en lo más alto de la competición), Green reparte 7.4 pases letales por noche, además de anotar 14.8 puntos con un letal 41.7% de acierto desde la línea de 3. Las secuencias en las que Green asegura el rebote y cruza la pista botando con maestría, para acabar encontrando al compañero mejor situado o cargando directamente contra el aro del rival, son una de las señas distintivas del equipo comandado por Luke Walton (hasta la vuelta de un convaleciente Steve Kerr).

Pero el brillo ofensivo no debe ocultar a los ojos del buen aficionado otro de los grandes poderes de estos históricos Warriors: su titánica defensa. Bogut, Thompson y Ezeli son excelentes defensores en sus respectivas áreas, pero es nuestro protagonista el que convierte en sostenible ese letal small ball con el que los de Oackland humillan a adversarios a lo largo y ancho de EEUU y Canadá. Porque cualquier engranaje liviano y de cambios automáticos precisa de un monstruo capaz de defender las 5 posiciones, si de verdad pretende aspirar a un cierto éxito.

Maestro en las ayudas, sobrado de movilidad y lateralidad, capaz de defender al poste bajo (sobre todo por anticipación), buen taponador para su altura, muy eficaz tapando líneas de pase… Draymond es el defensor definitivo en la era del Pace & Space, con muchos equipos apostando (o viéndose obligados) por reducir su tamaño en pista.

1.3 robos de balón, 1.4 tapones y un excelso 43.4% de acierto en tiros provocado a sus rivales en la pintura (cifra surrealista a la hora de hablar de un tipo de 2 metros escasos, casi siempre en desventaja de altura) son algunos de los tangibles que aporta Green, siendo su fiereza y su aversión a la rendición aún más importantes.

Con 7 triples-dobles registrados ya en este curso (3 de ellos consecutivos, entre el 31 de diciembre y el 4 de enero), el que fuera elección nº35 del draft de 2012 sostiene la maravillosa revolución perpetrada a orilla de la bahía, a la sombra de los Splash Brothers y como exponente máximo de ese nuevo baloncesto que empuja a los tradicionales big fellas hacia la consideración de rarezas contraculturales. Todos quieren a Draymond, todos temen a Draymond…

@Juanlu_num7