Un blanco en la corte del rey Kaloyan

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El baloncesto es también un pasadizo de emociones, amistad y humor. Como prueba, la adictiva pieza que ha modelado este fin de semana Theobald Phillips. El escrito de Theobald complementa con acierto el afinado vuelo que Bernardo Romero compuso del partido más atractivo de la jornada 16, que se acabó llevando el vigente líder de la ACB, el Real Madrid, tras un épico intercambio de golpes con el equipo revelación de la liga.

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Un blanco en la corte del rey Kaloyan

Theobald Philips, turista accidental

18.enero.2012

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Pedro Llompart, no suficientemente destacado por otros medios, pieza clave para Fiebre al superar a los bases madridistas. Su falta de descanso fue decisiva en la derrota alicantina. Fuente: ACB Photo/David Nohales


Decidido a conocer un nuevo pabellón, ver buen baloncesto y rematar con un arroz de atún, gambas y verduras la escultura ventro-lumbar (vulgo, michelines) que el roscón de Reyes había iniciado, el sábado cogí una de esas teletiendas volantes que llaman low-cost y me fui a la tierra que habitualmente nos historia Bernardo Romero Freire.


De lejos, el Centro de Tecnificación, con el envés de las gradas elevándose como un gigantesco Lego de hormigón y cierta apariencia de obra a medio acabar que contrasta con su pomposo nombre, me recordó a la Caja Mágica. Por dentro, la disposición de los asientos es peculiar, muy vertical y algo asimétrica, con algunos sitios desde los que dudo que las columnas dejen ver algo. A pesar de ello, la gente está muy cerca de la pista, y vaya si se nota. Que alguien acostumbrado a Fuenlabrada diga que los lucentinos son una afición caliente, da muestra de cómo se sigue nuestro deporte en la Ciudad de la Luz.


Empezó el partido con un asomo de paseo madridista, fundamentado en su superioridad física y el talento de Mirotic. Pero esa ventaja inicial se reveló espejismo precisamente cuando Lucentum decidió que la cosa debería ser un paseo, no dejando correr a los de Laso.


Los alicantinos juegan muy bien, cerrándose salvajemente en defensa y sin descomponerse cuando se ven abajo porque saben que, delante, tienen arsenal suficiente como para coger rachas de acierto que les permitirán volver a engancharse a los partidos. Si a eso le unimos que Pablo Laso ha desterrado el aburrimiento del recetario táctico madridista, nos encontramos, por suerte para el que suscribe, con uno de los mejores partidos de la temporada.


Lucentum, desvaído el corajudo Ivanov, se encomendó a un inusitado acierto en el triple de Ty, Rautins y Dewar. Pero sobre todo a Llompart, que dominó completamente el juego, matando dos Sergios de un tiro. Defendió, anotó, corrió cuando había hueco, paró cuando se necesitaba y, en un alarde de visión, en el tercer cuarto supo que era imposible mantener el porcentaje triplista y se dedicó a cortar y doblar (para que Barnes machacara varias veces).


A mi modo de ver, gran parte de la derrota lucentina vino de que le fue imposible mantener el tono físico durante tantos minutos (terminó doliéndose del hombro), con lo que la inteligencia de Lucentum se nubló. Faltos del mando del fundido Llompart, los lucentinos dejaron de penetrar (y de provocar las faltas que habrían necesitado en el último minuto para remontar) y se encomendaron al 6’75, que tan buenos resultados les había dado hasta entonces. Yo me acordé del Novgorod-Fuenlabrada y le dije a mi amigo Rafa que “quien a triple mata, a triple muere”. No me equivoqué, pues el porcentaje triplista tendió a la normalidad y se falló lo que hasta entonces entraba. La fulgurante aparición de Carroll en la foto finish puso un subrayado trágico a mi predicción.


Enfrente, frenadas las liebres, el Madrid se encomendó a sus jirafas (falta consistencia para ser elefantes): tras el vendaval de talento de Nikola (sorpresivamente relegado al banco en el segundo tiempo), la intimidación de Begic y, en el segundo tiempo, un martillo pilón de balones interiores a Tomic; que si no anota o provoca falta, ya vendrá Felipe a arreglarlo. Al contrario que los triples y la deuda griega, los porcentajes por dentro tienden al alza y, si además coges trece rebotes ofensivos, al final metes más de dos en dos que de tres en tres.


Finalmente, aunque el pequeño Álvaro no pudo ver cumplido el lema “Lucentum ¡Campeón!” de la pancarta que habíamos estado pintando toda la mañana, los alicantinos demostraron que no son flor de un día. Y el Madrid que, más allá de la espectacular venda en los ojos de su alegre juego, tiene algunos elementos de mejora urgente de cara a la parte decisiva de la temporada.

 



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