…y uno para todos

Esfuerzo solidario del Montakit Fuenlabrada para reivindicarse (105 – 85) frente a un desangelado CAI Zaragoza incapaz de mantener el tipo [Foto portada: Alba Pacheco / EnCancha.com]

(Foto: Alba Pacheco /  EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

Poco hacía augurar, cuando Ivan Paunic se ahogaba entre los interminables centímetros de Robin Benzing, cuando las poderosas piernas de Tomás Bellas volvían intrascendente a Ricardo Úriz impidiéndole hasta subir el balón, cuando se fallaban inexplicablemente los dos únicos contraataques que permitiron los rojillos y la mirilla telescópica de Joan Sastre clavaba con dos triples prácticamente consecutivos el 17 – 21 con el que se cerró el primer cuarto, que la lluviosa mañana fuese a terminar en soleada victoria para los pupilos de Jota Cuspinera. El CAI Zaragoza de Andreu Casadevall daba la sensación de dominar totalmente el ritmo de partido, no dejando al Montakit ser «el Fuenla», que sobrevivía, con solo cuatro puntos de desventaja en el luminoso pero un clarificador 14 – 29 en la valoración, a base de algún destello puntual de David Wear o Álex Urtasun.

Se abría el cielo fuera del Fernando Martín y, dentro, Kravtsov hacía con sus largos brazos inútiles los esfuerzos del renqueante Jonatan Tabu por cambiar el signo de la contienda. Las sensaciones seguían siendo rojas, y los réditos que no podían conseguir en la zona los visitantes los sacaban, punto a punto, de la agresividad mal entendida de sus rivales. En ese momento (minuto 13′, 25 – 29), un semilesionado Rolands Smits y el hombre para todo, Oliver Stevic, entraron al campo para ayudar al chocolate belga, sostén de su equipo, a recordar a los suyos cual es el credo que les ha llevado hasta su privilegiada posición. Las ayudas defensivas con recuperación inmediata hicieron su aparición y, en ataque, el fontanero serbio explotó a más no poder la vía de agua del bloqueo y continuación, liberando espacio para las muñecas de sus compañeros. Algo había cambiado y, aunque los tiros libres permitían a CAI mantenerse en el partido (49 – 46), el vuelco dado en la valoración (37 – 26 en el segundo cuarto) hacían ver que teníamos partido nuevo.

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

(Foto: Alba Pacheco / EnCancha.com)

En el inicio del tercer cuarto Josip Sobin tomó la antorcha del Fuenlabrada e inmediatamente después, cuando Jelovac y Benzing intentaron darle respuesta desde el 6,75, fue Marko Popovic el que se sumó a la fiesta con cinco puntos consecutivos que obligaron a Andreu Casadevall a parar el reloj (63 – 54). Sí, el relevo pasaba de una mano a otra en el equipo madrileño y, cuando los rojillos lograban contrarrestar al hombre que se encontraba en racha, aparecía otro con el que no contaban. El último destacado del tercer periodo fue el letón Smits, creyente de todo corazón que tras fallar un triple liberado no dudó en tirarse otro la jugada siguiente, embocándolo, cerrando su dolorida participación con los defensores caístas, brazos abajo, mirando cual convidados de piedra como Rolands bailaba en la zona.

Zaragoza intentó volver al partido a través del rebote ofensivo, con Kravtsov y Benzing destacados en la faena, y, sobre todo, con un Sergi García que fue capaz de encontrar el temple que ni Tomás Bellas ni Sek Henry habían conseguido dar a los suyos. Los 14 de diferencia del tercer cuarto (76 – 62) se convieron en apenas nueve (83 – 74) en las manos del joven pero, galones mandan, su entrenador lo sacó de pista para jugársela, sin suerte, con su base titular (19 – 9 fue el parcial con Bellas en pista hasta el bocinazo final). En Fuenlabrada no se descompusieron, haciendo que la defensa siguiese funcionando, que el balón circulase fluido, y que se rebotease todo lo fallado. En su particular carrera de relevos, Álex Urtasun primero e Ivan Paunic, liberado al fin, después, restituyeron la diferencia (91 – 78) y dejaron el partido para que lo rematase el insaciable hambre de Marko Popovic que, con un triple imposible con el defensor encima, sentenció el 105 – 85 final.

Ciento cinco puntos conseguidos uno para todos, y todos para uno.