Marko Banic: cara de policía, corazón de leñador

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Marko Banic pone cara de amable cuando te cruzas con él en el parking. Bastan un par de indicaciones con su faceta de policía neoyorkino para que digas adiós a tus problemas y te encuentres conduciendo tu noche en la carretera de césped que recorre Bilbao. Banic es al baloncesto lo que Hugh Grant a la comedia. Pura naturalidad y elegancia.

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Marko Banic: cara de policía, corazón de leñador

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Pedro Fernaud

15.marzo.2012

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Los compañeros le dan la pelota a Banic como, en los años 60, Lennon le ‘prestaba’ la chica a Ringo; sincronía coral. Fuente de foto: orange.deportes.es



Marko Banic pone cara de amable cuando te cruzas con él en el parking. Bastan un par de indicaciones con su faceta de policía neoyorkino para que digas adiós a tus problemas y te encuentres conduciendo tu noche en la carretera de césped que recorre Bilbao. Banic es al baloncesto lo que Hugh Grant a la comedia. Pura naturalidad y elegancia.

Banic viene de algún lugar preferente del talento. Nació y se crió en Croacia (luego tiene la bendición del baloncesto) y matizó su carácter en el País Vasco, donde se convirtió en un vaquero versión siglo XXI: fuerte, noble y formal. Viendo su estampa de poste eléctrico, uno lo imagina devorando pintxos y riendo con la facilidad de los que saben valorar lo importante.

Ya en la cancha, colecciona rebotes como quien recoge leña en Nebraska: concentrado y resolutivo. Si te trata de defender, invoca su instinto guerrero y tira con la astucia de un arquero eslavo que quiere liberar a su nueva comunidad de un destino de comparsa. El caso es que el chico  paga unas cuentas facturas a la Gloria, esa musa que inspira estos días a la ría.

Bien que lo sabe el Mad Croc Fuenlabrada, al que ‘empapeló’ con 26 puntos (10 de 14 en tiros de 2) y 5 rebotes (3 de los cuales rebañó en cacerola ajena). En ese combate, su alter-ego Mainoldi le copió la hoja de servicios. Pero la gloria siempre prefiere a los ganadores. No es casualidad que su única ‘chapela’ fuera para el internacional argentino.

Tras su apariencia amistosa, algunos jugadores esconden un mecanismo de leña, fundamental para que su equipo arda en los confines de una jungla llamada éxito.




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