Un 10 con el 7 a la espalda

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Todos tenemos una predilección si hablamos de jugadores de baloncesto. En el caso de Fran Pérez la elección está clara: Toni Kukoc. En los años noventa, este jugador rompió todos los esquemas con la versatilidad de su juego. Medía 2’07 pero podía jugar indistintamente como base, escolta, alero, ala pívot e, incluso, pívot si la ocasión lo requería. No le faltaban ni centímetros, ni técnica individual ni carácter competitivo, aunque lo mejor de su juego se condensaba en genialidades a través del pase o de canastas difíciles de encontrar en la imaginación. Fran nos acerca con su rigor y habitual toque desenfadado al hombre que en su momento fue llamado Pantera Rosa por la finura de su juego, su delgadez y la elegancia de algunos de sus movimientos.

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Un 10 con el 7 a la espalda

Fran Pérez

 

Cuando aparecen debates sobre quién ha sido el mejor jugador europeo que haya participado en la NBA, salen a la palestra personajes como Petrovic, Gasol, Nowitzki, Parker o Sabonis. Muchas veces se olvidan del que, para mí, es el mejor jugador europeo que jamás haya pisado una cancha de la NBA, el croata Toni Kukoc.

 

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Toni Kukoc llevó al baloncesto europeo a una nueva dimensión gracias

a su clase y dimensión ganadora. Fuente de foto: nba.com.


Por número de anillos (tres), por su versatilidad (con 207 cm. podía actuar desde el puesto de base hasta el de pívot), por la importancia dentro de un equipo de leyenda (los Bulls de Jordan, Pippen y Rodman), por su elegancia y fantasía en la interpretación juego (lo más parecido a Magic Johnson que ha dado Europa)…Por todo esto lo considero como el más grande, respetando en todo momento opiniones más cualificadas que la mía. Pero antes de cruzar el charco, Toni Kukoc reinó en Europa, dominando el viejo continente tanto en la legendaria Jugoplastika como en la Benetton de Treviso.

Quizá tenga tanta admiración al croata porque mis primeros recuerdos nítidos del deporte de la canasta tienen como protagonista a un “equipo amarillo” que a finales de los 80 y principios de los 90 chafaba año tras año los sueños europeos del Barça de Aíto. Ese “equipo amarillo” era la Jugoplastika de Split (después POP 84) y jugaba como los ángeles (celestiales y californianos) liderados en el banquillo por el general Maljkovic y en la cancha por Ivanovic, Radja, Naumoski, Savic, Tabak, Perasovic y, por supuesto, por nuestro protagonista portando el número 7 a la espalda. Quizá este equipo haya sido lo mejor que le haya pasado al baloncesto europeo en la historia. Consiguieron 3 títulos europeos consecutivos (89-90-91) ante Maccabi el primero y ante el Barça las siguientes, 4 Ligas yugoslavas (88-89-90-91) y dos Copas de su país (90-91).

 

 

 

En el draft de 1990, fue seleccionado por Chicago Bulls con el número 2 de la segunda ronda, pero Kukoc no tenía prisa por medirse a los mejores y prefirió probarse en otra liga europea más dura y competitiva que la balcánica como era la LEGA italiana, por eso fichó en la temporada 91-92 por la Benetton de Treviso. En su primer año ganó el título de liga ante Scavolini, al año siguiente sólo pudo conquistar la Copa de Italia ante la Virtus de Bolonia de Ettore Messina , ya que en liga cayó ante ese mismo equipo y queda subcampeón de Europa, ya que en esta ocasión “el equipo amarillo” era el Limoges francés en el que Maljkovic había impuesto su color favorito en detrimento del clásico blanco y verde.

 

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La irrupción de Kukoc en la NBA generó un aluvión de expectaciones, que se vieron

confirmadas con su contribución a la dinastía de los Bulls. Fuente de foto: nba.com.


Tras estos dos años en Italia, decide probar suerte en la mejor liga del mundo, la NBA, contaba Kukoc con 25 años y se encontraba en plena madurez en su juego. Lógicamente los Chicago Bulls ejercieron su derecho sobre él y lo incorporaron en la temporada 93/94. Su primer año fue de aclimatación, aunque cuajó grandes actuaciones e incluso entró en el 2º equipo de Rookies, y disputó sus primeros playoffs.


La siguiente temporada fue la del primer regreso de Michael Jordan, Kukoc jugó esa temporada casi completa de titular, y aunque cayeron en segunda ronda de playoffs a mano de los Orlando Magic de un jovencísimo Shaquille O´Neal, se estaban poniendo los cimientos de uno de los equipos más legendarios y dominantes de todos los tiempos.


Tres fueron los anillos de campeón consecutivos que consiguieron los Bulls entrenados por Phil Jackson y con Jordan, Pippen y Rodman en la cancha. Toni Kukoc colaboró en gran medida a esos tres títulos, no en vano era el primero de los suplentes, lo que le valió el honor de ser el mejor sexto hombre de la liga en el primero de ellos. La importancia del croata fue vital ya que podía dar descanso a cualquiera de las estrellas sin que la intensidad y el nivel se resintiera.

 

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La relación entre Jordan y Kukoc pasó del recelo inicial (su majestad aérea lo veía como un capricho

innecesario del manager general del equipo) a una productiva complicidad competitiva.

Es lo que se conoce como la sinergia de los jugones. Fuente de foto: nba.com.

 

Pero como nada en esta vida es eterno, pasados esos tres gloriosos años (98/99) el equipo se desintegró, se retiraron sus tres máximas estrellas quedando el croata como el jugador franquicia de Chicago y consiguiendo los mejores promedios de su carrera: 18.8 puntos, 5.3 asistencias y 7 rebotes. A partir de aquí comenzó su declive deportivo pasando por equipos que no estaban precisamente en su mejor momento como Philadelphia, Atlanta y Milwakee (su último equipo profesional).


 Kukoc no sólo brilló a nivel de equipo con un total de 14 títulos, sino que cosechó 11 más a nivel de selección: 2 platas olímpicas (88 y 92), 1 oro mundial (90), 1 bronce mundial (94), 2 oros en los europeos de 1989 y 1991, 2 bronces en la misma competición en 1986 y 1995, 1 campeonato del mundo Sub-18 en 1987 y dos campeonatos de Europa Sub-16 y Sub-18 en 1985 y 1986 respectivamente.

 

 

 

Todo esto suma nada más y nada menos que 25 títulos, a ver quien se acerca a estos números, por esto y por otras muchas cosas considero a Toni Kukoc como el mejor jugador europeo que jamás ha pisado una cancha de la NBA, aunque estos excesos de opinión me conduzcan a más de un debate.